A favor: bombazo mundial
Tras siete meses de la #60 y última, la BZRP Music Sessions #61 presentó una fórmula que Bizarrap utilizó en más de una ocasión: colaborar con un artista influyente de un género específico y potenciar su capacidad de producción para crear un éxito sin fronteras musicales. Ya lo había hecho con L-Gante en el RKT y con Peso Pluma en los corridos tumbados.
Ahora, con Luck Ra, llegó el turno del cuarteto, y el resultado fue un verdadero bombazo. La colaboración, lanzada el 27 de diciembre, se convirtió en una semana en tendencia N° 1 de YouTube, acumulando casi ocho millones de reproducciones. Sin dudas, otro acierto del “Biza”, quien creó este hit pensado para sonar en las fiestas navideñas y de Fin de Año.
La canción lo tiene todo: los geniales beats del DJ y la frescura del cordobés, que entregó un tema tan pegadizo como bailable. Sin abandonar sus raíces, la pieza incluye varias referencias y homenajes a grandes figuras del cuarteto, como Rodrigo, La Barra, Sabroso, La Konga y Jean Carlos.
Finalmente, Bizarrap encontró un socio ideal para recuperar el impacto de sus lanzamientos, luego de una racha de sesiones que pasaron sin pena ni gloria. A pesar de esto, desde hace un tiempo se consolidó como uno de los productores y artistas más importantes e influyentes del género urbano a nivel global, manteniendo al mundo pendiente de cada una de sus publicaciones.
Así quedó demostrado con las reacciones de algunos mejicanos y españoles, quienes se sorprendieron –para bien y para mal– con la Session #61.
Por su parte, Luck Ra, con sus recientes colaboraciones junto con artistas populares latinos, sigue acercándose a su tan esperada proyección internacional. En poco tiempo, el joven ha demostrado ser un hitmaker infalible y, quizá, sea el encargado de darle al cuarteto ese toque internacional que lo catapulte más allá de Córdoba y de Argentina.
En contra: Entre el hit instantáneo y la falta de riesgo
Por Giuliana Luchetti
La máquina de hits Bizarrap lanzó la BZRP Music Sessions #61, de la mano del cordobés Luck Ra, quien no para de ganar popularidad en la escena. El tema, que mezcla cuarteto con tintes de merengue y de electrónica, logró capturar la esencia fiestera de la música de Luck Ra y el sello distintivo del productor. Pero ¿es suficiente para destacar entre las grandes sesiones de Biza?
Hay algo innegable en esta canción: su carácter pegajoso y la identificación inmediata que genera en el público. El orgullo cordobés se hace sentir desde el primer segundo, y ese factor emocional jugó un papel crucial en la rápida aceptación del tema. La mezcla de cuarteto con otros géneros le da frescura a la sesión, tomando distancia de los ritmos urbanos que suelen dominar las propuestas de Bizarrap.
Sin embargo, más allá de la euforia inicial, la canción dejó sensaciones encontradas. El punto más débil es, sin duda, la letra. La historia de un amor perdido y el deseo de recuperarlo son un recurso gastado que se presenta sin innovación. Las rimas son simples y esperables, y le restan profundidad a la experiencia. A pesar de las referencias populares para conectar con la audiencia, la narrativa no sorprende ni emociona. La aparición de Paulo Dybala con su voz a mitad del tema busca sumar un elemento distintivo, pero termina pareciendo un guiño superficial.
Desde el punto de vista musical, la sesión es efectiva: está diseñada para sonar en fiestas y boliches, e incluso convertirse en “el tema del verano”. El trabajo de Bizarrap en la producción es impecable, como de costumbre, pero da la impresión de que, esta vez, tanto él como Luck Ra jugaron demasiado a lo seguro, sin arriesgarse ni romper esquemas.
Sin dudas, la BZRP Music Sessions #61 es un hit, y sobre eso también es difícil no reflexionar: la constante búsqueda de “pegarla” y crear un hit instantáneo. En un mundo musical saturado de contenido, donde cada semana surge una nueva canción que busca “romperla”, la sobreabundancia genera una sensación de desgaste. Todo parece diseñado para captar la atención de forma fugaz, pero pocas veces se logra trascender. La sesión no escapa a esa tendencia, funcionando más como un producto que cumple con las expectativas del momento que como una pieza memorable.