Gira por Estados Unidos con The Black Crowes y regreso al país en un alto de ella para reconectar con familiares y amigos. En la actualidad, la vida del guitarrista argentino Nico Bereciartúa tiene esa dinámica, en ocasiones afectada por aportes eventuales a un tercer disco solista (sucesor de los más que recomendables Nico de 2015 y Volviendo de 2019) o por la necesidad de salir a tocar en vivo bajo el paraguas del propio nombre. Nombre que se hizo tocando en las bandas de su padre Víctor “Vitico” Bereciartúa (Riff y Viticus) o participando con tema propio del proyecto Playing for Change junto a Keith Richards, Taj Majal y Keb’Mo.
Es en este último contexto (el de tocar amparado en su propio nombre) que el músico llegará a Córdoba en agosto, aunque no en el formato previsible de extender la adrenalina que se le impregna en cada show con los hermanos Chris y Rich Robinson, “Los Cuervos Negros” a los que conoció a fines de la década pasada y a los que acompaña desde hacer un par de años.
En otras palabras, Nico Bereciartúa no llegará en plan eléctrico sino en otro acústico más sugerente, algo que no debería sorprender si se ha reparado en su ya referida obra precedente o en la foto que destaca en sus perfiles de redes. Allí se lo ve con una Gibson Custom acústica, acaso más cercanas que las Les Paul o las SG de esa marca de la que es endorsement y con las que se muestran tanto en shows de The Black Crowes como en los de amigos como el Zorrito Quintiero, Julieta Rada o Jimmy Rip.
–¿Por qué te concentraste en la cuestión acústica? ¿Querías bajar la intensidad para enfocarte en algo más íntimo y sutil? ¿Querías desarrollar exquisiteces que en el fragor de una gira de rock & roll no podés?
–Siempre me gustó la cosa acústica, generar un clima íntimo para que la gente esté sentada disfrutando de una música que no está acostumbrada a escuchar mientras se toma un vino. Ese es uno de los motivos. Otro es que me tengo que sacar una tara.
–¿Qué tara?
–Quiero demostrarme que puedo hacer algo solo y lograr que funcione. Y hay un tercer motivo para salir en acústico: es muy difícil girar con banda completa. Nosotros somos siete, más algún asistente, seríamos ocho… Contratar hotelería y prever comida, transporte y demás para una crew así, es inviable para un artista independiente o de culto. Eso funciona si cortás muchísimos, pero muchísimos, tickets. Por eso, precisamente, esta es una manera de ver en qué lugares del país podría funcionar ir con la banda completa.
–¿Y cómo es tu relación cotidiana con la acústica? ¿La tocas todos los días o es algo más esporádico?
–Casi todos los días, creo. Sobre todo cuando estoy acá en Buenos Aires y tengo la guitarra en un stand en el living. Un rato la agarro. Quizás, cuando vuelvo de una gira muy larga, probablemente no la toque por un tiempo. Pero, por lo general, aunque sea un ratito de 10 minutos me pongo.
–¿Y cuál es tu relación histórica con las acústicas, teniendo en cuenta la disponibilidad de instrumentos que tenía tu papá?
–En casa había una copia de una Gibson J 200 que agarrábamos con mi hermano cada tanto. También hubo una criolla en algún momento y después, ya a mis 14 años, le cambié a mi viejo por un equipo de música una guitarra Epiphone modelo Don Everly, que él había traído de Inglaterra. En mi casa, siempre me gustó tocar más la acústica que la eléctrica, por ejemplo. No soy de enchufar mucho.
–¿Qué disco de viola acústica te gusta? Está muy entronizado el “MTV Unplugged” de Eric Clapton, ¿pero qué otro disco de blues acústico o de rock acústico te conmueve?
–De blues hay miles. Podemos hablar de Robert Johnson, de “Blind” Willie Johnson, de Charlie Patton, de Son House, de Buka White… De muchísimos. Pero a mí me gusta Nick Drake. Cómo trabaja con la acústica en el disco Pink Moon es alucinante. Lo mismo me pasa con los discos de Johnny Mitchell o los primeros de Bob Dylan, los que hizo antes de electrificarse. Escuché bastante toda esa música a lo largo de mi vida. Mi dos primeros discos vienen por el lado del folk, por el lado acústico - instrumental, con pocas cosas cantadas. La influencia de Nick Drake ya se pude oír en esos discos. Es uno de mis guitarristas favoritos.

–¿A esta gira que craneaste para hacer y desarrollar en Argentina tiene mucho que ver con el hecho de la cancelación de la gira de The Black Crowes con Aerosmith?
–No, porque la gira de Aerosmith hubiese terminado en marzo. No, esto tiene que ver con que el mismo año de The Black Crowes es más tranquilo que el año pasado, que fue bastante duro. Y la lógica es: un año más duro, otro más tranquilo; un año más duro, otro más tranquilo y así. Eso fue lo que me permitió armar esta gira.
–¿Volvés a Estados Unidos después de esta gira? ¿Cuál es tu agenda inmediata?
–Termino de hacer los primeros shows de esta gira acústica y me vuelvo a Estados Unidos porque tenemos festivales y otros shows por nuestra cuenta allá. Después vuelvo para, entre otras cosas, tocar en Córdoba, lo que sería antes de un nuevo regreso a Estados Unidos. Fines de agosto y septiembre estoy allá, para volverme al país en octubre. Lo mío es ir y venir. Mi vida está bastante diagramada, con visa de trabajo para entrar a Estados Unidos.
Guitarrista de documental
Otro de los grandes mojones de Nicolás Bereciartúa en Estados Unidos es el haber participado de la segunda temporada de The Process, galardonada docuserie de Gibson TV.
Este nuevo envío de la realización busca llevar al espectador tras bambalinas para que conozca a fondo el proceso físico de fabricación de las guitarras acústicas de esa marca.
The Process explora la recién ampliada fábrica de guitarras acústicas Gibson en Bozeman, Montana, con entrevistas con los talentosos artesanos que fabrican estas apreciadas guitarras y profundiza en el arte de la fabricación de guitarras.
“Nuestras guitarras pasan por un riguroso proceso de control de calidad por parte del equipo que construye y fabrica con cariño su guitarra acústica Gibson. Una vez terminadas, se someten a un riguroso proceso Plek para afinar cualquier problema que el ojo humano simplemente no pueda detectar”, dice un respaldo de la emisión, disponible libremente en YouTube.
“La tecnología Plek juega un papel vital para garantizar que cada guitarra acústica Gibson esté perfectamente configurada para una ejecución y fiabilidad óptimas, y garantiza que su guitarra esté impecable antes de enviársela, lista para acompañarle en su aventura musical. Analizamos en detalle las ventajas de la máquina Plek, una herramienta de vanguardia que escanea virtualmente cada guitarra para ofrecer una precisión inigualable”, suma.
Y sigue: “Desde el primer paso, el pulido virtual de trastes, que garantiza trastes lisos y nivelados, hasta el ranurado de la cejuela para una alineación precisa de las cuerdas, el proceso Plek garantiza una configuración impecable. Vea cómo cada guitarra acústica Gibson se somete a un proceso Plek a la perfección y compruebe el cuidado, el orgullo y la experiencia de los artesanos que se dedican a hacer que su guitarra acústica no solo sea excelente, sino excepcional, para que dure toda la vida y más”.
Bueno, Bereciartúa musicaliza con composiciones propias ese contenido audiovisual. Acústica en mano, claro.
“Participo en la temporada dos, la de las acústicas. La uno fue para las eléctricas y se hizo cuando todavía yo no estaba relacionado con Gibson”, apunta al respecto.
“Cuando empecé a trabajar con ellos, cuando me endorsaron, (el empresario argentino) César Gueikian, el CEO de Gibson, me preguntó si quería hacer la canción principal (no la música del resto, sino la canción principal), por lo cual me pusieron en contacto con el director, con los productores… Y bueno, mandé opciones en función de unas referencias indicadas”, redondea.
“Y como les gustó el trabajo, me dijeron ‘Che, nos gustaría que hagas la música del resto del documental’. Entonces, aprovechando que estaba en Estados Unidos por los shows de The Black Crowes me fui a Nashville y me pasé todo un día en el estudio con los productores grabando y grabando un montón de ideas para que tengan disponibles”, completa.
–En este contexto de idas y venidas, de giras y grabaciones para terceros, ¿qué tan complicado te resulta generar las condiciones para grabar un disco de estudio solista a la vieja usanza, de 10 a 12 tracks?
–Se hizo más difícil. Contás con menos tiempo, y cuando tenés momentos libres, aprovechás más para descansar y compartir con la familia. Pero a pesar de eso, de que conseguir tiempos y espacios es más difícil, tengo un tercer disco ahí, pronto. Ya tengo hasta la tapa. Sólo me faltan detalles de mezcla… Ya está casi pronto. Es difícil, no imposible.
–Empezaste a tocar la guitarra a los 12 años, ¿no tenías ninguna relación con el instrumento antes de esto?
–Obviamente, como la mía era una casa en la que se escuchaba música y había instrumentos, alguna vez los agarraba, los miraba, me gustaba. Como te decía, a esa guitarra que era una copia de una Gibson F 200 la miraba. Pero uno empieza a aprender con las primeras clases.
–A propósito, ¿cuál es el Punto G del método de enseñanza de Botafogo? ¿En qué te ponía particular énfasis?
–Más que nada era digitación, blues. Yo recién empezaba. Hice un año con él, no fue mucho tiempo. Y era muy chico, por lo que tampoco pude disfrutarlo al máximo a él como docente. Me acuerdo que me pasaba algunas canciones instrumentales de Freddie King y cosas así para ir viendo cómo se usaban las escalas… No era mucho más que eso.
–¿Alguna vez sentiste la necesidad de validación de tu papá, de los amigos de tu papá o de los artistas que admirabas y a los que tenías acceso? ¿O fuiste al frente independiente de gestos de ese tipo?
–Siempre que alguien te valida algo, o te dice algo lindo sobre lo que hacés, es más que bienvenido. Por suerte, Pappo me decía cosas copadas y muchas otras personas también. Venía bien, pero no es que estaba buscando una validación. Por suerte, nunca me enrosqué en esa. Los halagos son bienvenidos, pero no los preciso. No los buscaba cuando empezaba y mucho menos ahora.
–Pero debés concederme que cuando Jimmy Page publicó en Instagram que lo impresionaste te debió mover algo.
–¡Obvio! Por suerte pasa. Algo así te levanta la potencia, la autoestima.
No obstante, la publicación de Nico Bereciartúa posterior al elogio del violero de Led Zeppelin, con quien se fotografió, fue consecuente con su actitud humilde y serena. “Qué puedo decir sobre esta foto… Realmente nunca imaginé, cuando empezaba a tocar la guitarra y lo escuchaba sin parar, que lo iba a conocer. Mucho menos imaginé que me iba a encontrar con una de las personas más humildes y buena onda con la que alguna vez hablé de música”, escribió.
“Verlo al costado del escenario disfrutando todo el show de The Black Crowes, y luego dedicándome unas palabras increíbles que me dejaron llorando de alegría y elevándome la potencia al máximo, fue, sin duda, otro de los mejores momentos de mi vida”, cerró.
En vivo
Nicolás Bereciartúa actuará en Córdoba los días 21 y 22 de agosto. El primero lo hará en Chilli Street Club (Fructuoso Rivera 273, entradas en passline.com); y el segundo en Buddhi de La Cumbre, donde también ofrecerá una masterclass (entradas en eventos.buddhilacumbre.ar).
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