Como compositora e intérprete de su propia creación, Nina Suárez (actúa este sábado en Sala Formosa, Achaval Rodriguez 349) comenzó su carrera en Córdoba cuando tenía nueve años. Fue en un show de su madre Rosario Bléfari (1965 - 2020), al que llegó zigzagueando entre el capricho propio y el marcaje materno de que todo saldría mejor si tenía un acto de arrojo.
“Me llevó a una gira en auto con su banda a Córdoba, como las que hago yo ahora con la mía”, comienza su reconstrucción Nina Suárez, hoy de 22 años.
“Tenía nueve y un par de temas que había hecho así nomás, boludeando. Yo estaba jodiendo con que quería que me dejara tocar el cajón peruano en una canción suya, aunque sea en un acústico casero. Y me dijo que no”, suma.
E inmediatamente remata: “Me sugirió que si quería hacer algo debía tocar un tema de los que ya tenía y que debía hacerlo sola. Ella quería ver si me animaba. Y le dije ‘Bueno, dale’, y toqué un tema de esos. Era malísimo (risas). Pero lo importante fue aprender a aguantársela”.
A juzgar por cómo viene desarrollando su carrera, Nina Suárez parece haber aprendido. No sólo a aguantársela sino también a rendirle tributo a los modos autogestivos y a una entrañable expresión cancionera de resonancia indie que su mamá y su papá (Fabio Suárez) entronizaron con (la banda) Suárez. Ahora, los temas de Nina son buenísimos. Y allí están el disco Algo para decirte (2023) y el más reciente simple Verano en Capital (2024) para certificarlo.
–¿Quién es el interlocutor de “Algo para decirte”?
–Todos, el prójimo, quien sea que lo escuche. Es un sentimiento rapero. Tener algo para decir, con ritmo y poesía, y manteniendo al oyente casi amenazado mediante la tensión de las palabras y cómo suenan
Cuando a Nina Suárez se le pregunta si el tema Drescher, que cierra su primer disco, está inspirado en Fran Drescher, la comediante de La Niñera devenida en sindicalista combativa, contesta “No”, casi como invitando a pasar a otra cosa.
Pero antes recordemos qué decía sobre él la promoción oficial de Algo para decirte: “Expresa con ternura los dilemas internos del tiempo muerto, creando a través de sus melodías y velocidades cambiantes, una atmósfera confrontadora que sintetiza la intención del disco”.
Ahora sí, cambiemos de frente.
–¿Cómo pensaste el homenaje a tu mamá para el Quilmes Rock?
–El recital salió muy bueno por suerte, estuvo hermoso. Quería que pasara por más de un momento compositivo de la carrera de Rosario, pero sin que fuera todo lo mismo, como una banda tocando temas mezclados. Por lo que abrimos con Suárez, después unos temas de la carrera solista, y cerramos con Sue Mon Mont. Fue un desafío, divertido y extenuante. Me divertí mucho produciéndolo. Con amigos y familia.
–¿Se agotó ahí?
–Es algo que se sucede cuando tiene que suceder. Lo volvería a hacer, pero no lo encararía como un proyecto principal como llevo el mío. Ya es suficiente todo lo que conlleva tener una banda como para tener más de una en la que hay que manejar, invertir tiempo y dinero y dar todo de uno para tirarlo para adelante.
Al igual que su madre, Nina Suárez también es actriz. De hecho, tiene perfil en Imdb con sus contribuciones detalladas: Arpón (2017, Tom Espinoza), La idea de un lago (2017, Milagros Mumenthaler), Planta permanente (2019, de Ezequiel Radusky) e Implosión (2021, Javier van de Couter)
–¿Cuáles son tus desafíos como actriz? Si es que autopercibís actriz con todas las letras, claro.
–No sabría decir. No estoy actuando últimamente. Supongo que mi desafío como actriz en este momento sería actuar.
Las letras de Nina Suárez hacen pensar que es una gran observadora de cotidianeidad con talento para encapsular (en palabras) segmentos de ella para adaptarlos al formato canción. Por caso, la artista puede cantar acerca de “el último encabezado que leíste por ahí” para darle contexto a una relación con sobresaltos. A propósito de eso vale preguntarle cuál fue el último encabezado que ella leyó por ahí. Y contesta: “El cepo salarial”.
Y luego concede que sus modos compositivos son compatibles con los de almas cercanas: “Seguramente todas las personas tenemos modos creativos en común con otras personas. Así es cómo nos hacemos amigos de otros, y cómo creamos colectivamente. También cómo recibimos información como espectadores”.
“Por suerte, comparto esto con un grupo de amigos a los que también admiro mucho y con los que es muy divertido y satisfactorio hacer música y tocar”, suma.
–La deriva de un proyecto artístico es imprevisible. ¿Qué imaginás que puede pasar con el tuyo y qué te gustaría que pase?
–No sé qué puede pasar, pero me gustaría no parar nunca de hacerlo.
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