Patricia Sosa: Yo me muero si me ponen autotune, siento que arruinaría mi voz

Patricia Sosa mantiene una relación de amor histórica con Córdoba. Empezó cuando de chica venía a veranear con su familia, y pasó de nivel después de 1982, al ganar revelación en el Festival La Falda.

“Fue como que Córdoba también me adoptó a mí. Y venir para acá siempre fue un remanso. En definitiva me terminé haciendo una casa, en La Cumbre”, dice ahora, sonriente y tranquila, en la antesala promocional de una nueva visita a Quality Espacio.

–¿Cuánto tiempo pasás al año acá, o es una cuestión sólo del verano?

–Vengo todo lo que puedo. Trato de dividirme. Cuando tengo tres, cuatro días libres, enseguida me vengo para acá. Porque sí, es un lugar donde yo la paso muy bien. Tengo una guitarra, mi jardín, mis cosas, mis plantas y me gusta mucho estar acá. Muchísimo. Tengo amigos también.

–Y ahora estás también con la valijita armada porque estás yendo de acá para allá todo el tiempo en esta Gira Mágica.

–Sí, los shows hasta ahora estuvieron no sólo llenísimos, sino también hermosos por la emoción, por la empatía, por el reencuentro con el público, por lo que me devuelven. La verdad es que son demasiado generosos conmigo. Puro amor. Yo armé un repertorio para bajar una línea, para sembrar una semilla y que sea magia de verdad. En un mundo donde todo tira para abajo, hay que tirar una palabra de fe, de aliento, de esperanza. Y si es acompañada por música, te emociona mucho más, te dura mucho más. Y creo que en este momento es la misión mía. Tratar de empatizar y decir “vamos a estar bien”.

Patricia Sosa, en vivo. (gentileza Alejandro Palacios)

–¿La música puede cambiar el mundo, Patricia?

–Mirá... no sé si puede cambiar el mundo. Lo que sí puede cambiar es el mundo interior de cada uno. Tratar de llevarte por lugares más sanos, más acogedores, más que puedas compartir con el otro, sin rivalidades. La música ayuda mucho.

Entre canciones nuevas

Patricia revela que el verano que pasó tuvo un fructífero rapto de inspiración compositiva. “Me encerré en el estudio, me agarró como una obsesión, y compuse 24 temas. De esos, elegí cinco para mostrar en esta Gira Mágica”, adelanta. En el show, igualmente, hace un repertorio que va desde La Torre hasta hoy. “Me interesó cantar algunas canciones viejas que tienen ese dejo de esperanza. Y también mis canciones que la gente quiere escuchar, y que no pueden faltar, van a estar por supuesto”.

–En el último disco de Taylor Swift está invitada una histórica como Stevie Nicks. ¿Con quién de las nuevas voces femeninas de la escena argentina urbanas te gustaría hacer una colaboración?

–Yo hice una colaboración con María Becerra, que estuvo muy linda. A mí me gusta Nathy Peluso y me gusta Cazzu, de las chicas. De los chicos, me gustan Thiago PZK y WOS, hablando de la música urbana. Después hay otro montón que me gustan: El Kuelgue, Dante Spinetta, Conociendo Rusia, por ejemplo.

–Siendo una gran cantante en el término más convencional y ortodoxo de esa definición, ¿cómo te llevás con el hecho de que ahora muchos de estos nuevos géneros se ponen en valor y muchas otras cosas, como el flow, la onda, el fraseo, la ocurrencia, la capacidad de improvisación?

–Son otros dones, cosas que yo no tengo. Yo veo que la música de ahora es música para mirar. Es mucho más entretenido mirarla que escuchar con los ojos cerrados. Escuchando con los ojos cerrados hay cosas que vocalmente te hacen mucho ruido. Sin embargo, cuando abrís los ojos y mirás semejante espectáculo y parafernalia, te quedás muy sorprendido. Ahora, por ejemplo, esta de moda cantar con autotune... yo me muero si a mí me ponen autotune en la voz, me parece que me la están arruinando. O la moda también de parecer centroamericano y a mí no me gusta. Estudié tanta foniatría que me gusta que se me entienda bien.

–Qué difícil eso de cambiar la ele en lugar de las de erres, ¿no?

–Me hace mucho ruido, me duele el corazón, sinceramente es difícil. Pero bueno... es lo que hay ahora. Entonces lo único que nos queda es adaptarnos o ser la resistencia. Yo prefiero adaptarme y seguir con mi estilo porque además no sé hacer otra cosa. Yo no sé cantar de otra manera. No podría hacerme la pendeja y hacer música llena de perreo, de zarandeo, de todas esas cosas. La verdad es que no, no me gusta. Me gustan las cosas con mucho mensaje, con armonías, que te eleven, te hagan levitar.

–Hay otra cuestión, que es la autenticidad. Yo entiendo que si alguien tiene 17, 19 o 20 años y está lanzando una carrera tiene que aceptar ciertas reglas del juego. Pero, si nació en Argentina, tiene una forma de hablar porque vivió 20 años así...

–Sí, pero ¿sabés lo que pasa? Es lo que hay. Yo no lo consumo, pero es lo que se usa, lo que cantan, es lo que les gusta a los pibes. Y, bueno, los pibes ya van a crecer y van a aprender a hablar, calculo que será así.

Con el poliamor a otra parte

En su momento, Patricia Sosa y Oscar Mediavilla fueron disruptivos cuando anunciaron que iban a seguir juntos, pero en casas separadas. Fue un formato que ellos encontraron para seguir juntos, cuando fueron una de las primeras parejas públicas que anunciaban esta situación.

Cómo han cambiado los tiempos que, en tiempos de poliamor, vivir en casas separadas ha quedado como algo viejo. “Ay, me muero”, interrumpe Patricia en cuando escucha esa palabra. “No, yo me muero, con la casa separada ya es suficiente. Listo, ese es mi límite. Y que de ningún poliamor ni nada... no, no, no me va, no”.

–La modernidad no te dio para tanto...

–No, no, qué horrible. No me gusta para nada, no lo comparto. Ojalá que sean muy felices los que practican el poliamor, ojalá. A mí me encanta que mi marido sea para mí y yo soy para él. Y ya está.

–Y cada uno sigue en su casa.

–Sí. Oscar vendió su departamento y se construyó otro departamento arriba del estudio. Así que mirá qué obsesivo.

–Así que está todo el día metido ahí laburando.

–Todo el día. Hay tres estudios en el país del sistema Dolby Atmos, el sistema de audio inmersivo, y Oscar tiene dos. Está de obsesivo grabando con este nuevo sistema que es una cosa maravillosa, te arranca la cabeza. Mi nuevo disco va a salir todo en el sistema Dolby Atmos.