Pasadas las 23.30 del miércoles, Raúl Porchetto publicó un curioso video desde la habitación del hotel donde se hospeda en Córdoba mientras prepara su concierto del domingo 9 en el Teatro del Libertador.
El prestigioso cantautor se encontró con el festejo de Talleres, que obtuvo el segundo título de su historia tras ganarle la Supercopa Internacioal a River Plate en Paraguay. “Esto es rocanrol”, definió en Instagram mientras admiraba la celebración desde la ventana.
En diálogo con La Voz, sumó más detalles de su fatídica jornada. “Llegué a las once y media de la noche por los vuelos demorados y no pude ni almorzar ni cenar. Me encontré con toda la gente festejando afuera del hotel y los sentía debajo de la cama”, respondió entre risas. “A las tres y media se me estaban cerrando los ojos y escuché una bomba de estruendo. Te puedo decir que siguieron hasta las cinco”, lamentó.
“Fue una mezcla de alegría y un poco de bronca porque estoy sin dormir y a las corridas, pero siempre es lindo ver al pueblo feliz, en este caso, a la gente de Talleres”, cerró, con amabilidad.

Porchetto vive en el departamento de Santa María, en las sierras cordobesas. Se radicó allí hace más de 30 años. Curiosamente, a pesar de la cercanía con la ciudad, sede de tantos eventos culturales y recitales, ha tocado pocas veces. “Si mal no recuerdo, no me presento así en la ciudad desde hace 19 años, cuando lo hice en la Universidad de Córdoba. Después vinimos con Nito en trío, que tal vez fue en 2011, pero no se dio mucho esto de tocar con la banda en la ciudad de Córdoba, es cierto”, comenta.
“Así que, para mí, el concierto del domingo es un honor. Y nada más y nada menos que en un teatro con tanta historia. Estaremos con la banda y con la Orquesta de Cámara dirigida por Ovi Homer. Va a ser un gran espectáculo”, destacó.
–¿Cómo se dio lo de esta gran fecha en el teatro?
–Como te digo, es un honor. Mario Luna me lo propuso justamente el 9 de marzo del año pasado, junto con un equipo fantástico de gente que lo acompaña, como Bunny Croatto. Y no es fácil conseguir la fecha, así que se dio y lo haremos ahora. Llevamos bastante tiempo armando la fecha y soñando con esta presentación. Repasaremos mis 50 años en la música.
–Te consulto por un tema actual. ¿Cuál es tu opinión sobre el conflicto de los artistas con Sadaic?
–Es una locura. Es avasallar los derechos intelectuales. No quiero polémicas ni ahondar en eso; lo único que puedo decir, desde el corazón, es que tengamos una sociedad basada en el respeto. ¡Viva la música!
–Hay un conflicto en Gran Bretaña también sobre los derechos de autor en el ámbito de la inteligencia artificial. En el caso de The Beatles y Now and Then, cayó bien el uso… ¿Estás de acuerdo?
–Es un tema que a mí me apasiona si hablamos de física cuántica y algoritmos. Lo vengo estudiando hace tiempo. Para sintetizar un poco, te digo que es un medio maravilloso. La diferencia está en ver cómo y para qué se utiliza. Me hace acordar a cuando aparecieron los sintetizadores y hubo un lío con el sindicato de músicos. Se decía que se iban a quedar sin trabajo y demás. Pero ahora es una herramienta más. El humano es el núcleo: Si uno compone con un pattern o con loop, le imprime la esencia a la herramienta. Una cosa es imprimir calcomanías de Picasso y otra es pintar directamente el Guernica. La IA es una revolución, tal como lo fue la imprenta y otros avances tecnológicos. Obvio que se la puede cuestionar.
–Resulta complejo el repaso de tu historia porque hay cosas que no están documentadas. Una de ellas es cómo se dio tu etapa de Metegol y Televisión en los ´80. ¿Charly te “robaba” los músicos?
–Charly García empieza conmigo en Cristo Rock y somos amigos. Varios músicos que empezaron conmigo tocaron con él, pero siempre me preguntaba antes. De modo cronológico, y para que quede documentado, así pasó con muchos amigos y colegas. Gustavo Bazterrica tocaba conmigo y se fue a La Máquina de Hacer Pájaros. Pedro Aznar estuvo en mi disco Volando de vida y me consultó si podía ir con “Carlitos” para un proyectazo que terminó siendo Serú Girán. Mucha gente tampoco sabe que Oscar Moro estaba tocando conmigo, y vino y me dijo: “Raúl, Charly me propuso tocar con él”. Y bueno, yo siempre he armado, según León Gieco, las mejores bandas. Sandra Mihanovich también me ha dicho cosas maravillosas sobre los músicos que me acompañaron. Pero en el caso puntual de GIT, yo normalmente armaba bandas cada dos discos. Charly nos venía a ver cuando tocábamos con Metegol y Televisión, le encantaba. Luego de eso, desarmé esa banda para hacer Reina Madre y Che, Pibe, que eran más rockeros. Entonces, Pablo se fue a tocar con Zas y después llegó el llamado de Charly ya con Willy en el grupo. Con Charly hablamos siempre de todo. Para él, soy el mejor productor, pero me dijo que no lo diga porque no me lo iba a reconocer (risas).
–¿Reflexionan entre ustedes sobre lo que le aportaron a nuestra música y la historia que marcaron?
–Nosotros queríamos tocar. Yo soy mercedino, de una localidad de la provincia de Buenos Aires. En un momento me fui a vivir a Flores y conocí a alguien llamado Charly García, que vivía en Caballito. Después fuimos a dar una prueba en un casting de setenta personas y quedamos nosotros dos. Luego, en Belgrano, conocí a alguien llamado Luis Alberto Spinetta. Y así nos fuimos conociendo y desandando el camino. No imaginábamos que íbamos a durar tanto ni que la música iba a trascender de esta manera. Hace un par de años, estando con Charly, Nito y León –porque con Porsuigieco somos una familia–, recordábamos viejos tiempos. Charly me dijo: “Raulie, ¿te acordás de que nosotros, con un pianito y una guitarra, queríamos cambiar el mundo?”. Y le respondí: “Carlitos, no sé si cambiamos el mundo, pero nuestro mundo sí”. Llegamos hasta acá siendo fieles, sin transar en nada. Para nosotros, esa integridad fue un disparador. La cultura no siempre es arte, pero el arte siempre es cultura. El arte busca la integridad. Su finalidad es transmitir y comunicar. Después, si el artista gana dinero o puede vivir de ello, fantástico. Porque a veces remamos en dulce de leche. Yo ahora estoy peleando como al principio. Pero no reniego de eso, porque esa integridad, al menos, me da equilibrio. Pocos logran llegar, vivir tranquilos económicamente o hacer que su música trascienda. El esfuerzo de esa integridad es lo que hace al arte, y eso lo hace invalorable.
Para ir
Raúl Porchetto se presenta el domingo 9 de marzo, a las 20, en el Teatro del Libertador (Vélez Sarsfield 365). Las entradas pueden conseguirse en las boleterías del teatro o también por ventas.autoentrada.com. Los valores son: platea, $ 44 mil; cazuela $ 33 mil; tertulia $ 22 mil y paraíso $ 16.500.