Un fantasma recorre Güemes. No es, como dice el comienzo de El manifiesto comunista, alguna ideología política vinculada a la lucha de clases ni al alzamiento del proletariado. Pero en algunos aspectos se parece bastante.
El espíritu del que hablamos en este caso es el del grupo riocuartense Salas Velatorias. Un espectro que se ha convertido en un fenómeno subterráneo de la escena rockera cordobesa y apuesta por más con Lamentario, su flamante segundo álbum.
Viernes y sábado próximos, la banda de raíces pospunk integrada por Federico Palacio (bajo y voz líder), Salvador Velázquez (batería), Juan Venancio Marchio (guitarra y coros), Iñaki Arsaute (guitarra y coros), Ramiro Montenegro (saxo) y Ernesto Santiago Bojanich Zahnd (teclados y sintetizadores) comenzará a cerrar un año de crecimiento palpable.
Si en 2024 el entonces quinteto ya era uno de esos nombres infaltables en cualquier charla musical con radar local, en el cierre de 2025, tras presentar su nuevo disco en Río Cuarto por partida doble y en la antesala de hacer lo mismo en Pez Volcán este fin de semana, esa sensación se ha potenciado.
A finales de mayo, el grupo se viralizó al iniciar su show con una carroza fúnebre estacionada en la puerta y un ataúd que hizo su ingreso triunfal a la sala llevado por los mismos músicos. Meses antes, la banda había pausado el crecimiento orgánico de sus cada vez más comentados shows y la separación definitiva parecía inminente. Pero en aquella presentación icónica en Güemes, Salas Velatorias dio un golpe de efecto no sólo visual. Esa noche, anunció su segundo álbum de estudio, el mismo que hoy ya camina sin mayores obstáculos hacia lo destacado del año.
Punto de inflexión
“Mucho de lo que hacemos musicalmente viene con la idea previa de que sean canciones fáciles de acordarse, o de silbarlas en la calle, o de cambiarles la letra. Somos muy amantes de la canción”, asegura Federico Palacio sobre lo que se escucha en Lamentario.
El bajista y vocalista echa mano a esa definición para intentar explicar cómo es que este grupo nacido en pandemia ha llegado a convertirse en una referencia central del rock de Córdoba modelo 2025.
“Tenemos lo que en Argentina se le dice la cultura del aguante. Estamos muy ligados a eso”, advierte sobre una postal comprobable en sus fervientes conciertos. “De hecho, el último disco que sacamos tiene muchas canciones que podrían ser cantadas en una cancha tranquilamente”, reflexiona el músico, que hace énfasis en la conexión entre el grupo y su creciente legión de fans.

“También siento que nos animamos muchas veces a decir lo que otros no se animan y capaz tienen adentro. Entonces, cuando vos como público te encontrás con letras que hablan de tu situación y te sentís que te están cantando a vos, claramente eso tiene mucho que ver también”, aporta Palacio.
“Por alguna razón, conectamos de una forma bastante especial, al punto de que hay gente que va a vernos y se larga a llorar”, resume sobre un ida y vuelta que se siente definitivamente especial. “Somos una banda de manifestación emocional, de lírica introspectiva y de un poder sonoro en vivo bastante particular”, dice luego para quien quiera animarse a conocer un poco más.
Según cuenta Palacio, las 11 canciones de Lamentario se grabaron “a las apuradas”, luego de firmar con el sello Popscuro. Tras un EP publicado en 2021 y un debut homónimo en formato álbum de 2023, la sonoridad del proyecto se debía esta actualización. Sobre todo porque durante 2024 el grupo entró en un parate a raíz de diferentes caminos individuales.
“La mayoría de la banda se fue a Córdoba. Yo probé suerte allá, en Buenos Aires también, pero acá estoy en Río Cuarto", contextualiza el bajista y también letrista del grupo.
“Esa lejanía hizo que se enfriaran algunas cosas, que entraran otras ganas más superadoras y que nos extrañáramos mucho”, relata Palacio, que asegura: “Trabajar de otras cosas que no son la música, el cansancio y los rituales urbanos, te inspiran a escribir letras”.
“Estos dos últimos años fueron bastante heavies para toda la banda”, comenta luego sobre un proceso que incluyó el alejamiento del saxofonista original y la llegada de un reemplazo y de un nuevo integrante en forma de tecladista.
“Atravesamos un montón de cosas: salud mental, necesidad... así como también fue cambiando el marco social, con un gobierno de extrema derecha que se ha encargado de minimizar lo bueno y de demonizar la palabra colectivo”, diagnostica el cantante de Salas Velatorias. “Nosotros en estos tiempos nos abrazamos más que nunca”, sentencia sobre este último período, uno definitivamente “muy transformador” para él y los suyos.

Otra perspectiva
“Yo estoy agradecido eternamente con el sello porque ellos nos dieron la fuerza como para volver a tocar”, acota Palacio sobre una banda que antes de la llegada de Pospcuro había quedado paralizada.
“Necesitábamos el apoyo económico o hasta sentimental de otra entidad”, señala sobre el impulso que tomó el ahora sexteto para no volver a mirar atrás.
Era una oportunidad que no se podía desaprovechar, sostiene el bajista. “Le metimos todo el amor y el tiempo que pudimos, pero con los tiempos de un contrato. Aun así, suena mucho más maduro. Creo que tiene que ver con nosotros, que empezamos rependejitos y maduramos mucho nuestras influencias, nuestras ideas”, dice a modo de balance.

Seguidamente, aporta un concepto que también da cuenta de su modo de producción. “En cuanto a lo musical, somos bastante retrofílicos, amantes del reciclaje”, asegura cuando se le plantea que su grupo está a la vanguardia de la escena local.
“Vanguardista es el que busca el futuro. Nosotros estamos tratando de mejorar de alguna forma lo que ya escuchábamos de antes”, responde.
“La primera parte del disco es bastante internacional. Después se pone intenso con las influencias nacionales, hasta diría que es como un homenaje”, ilustra el vocalista sobre un material que remite a los años ’80 y a los ’90 sin caer necesariamente en la etiqueta cerrada de rock gótico o new wave.
Aunque hay recursos y matices que conectan a Salas Velatorias con muchos exponentes de aquella música “para bailar y llorar” (como definen ellos mismos), también aparecen recortes y préstamos que remiten a Don Cornelio y la Zona, Sumo, Los Gardelitos, Soda Stereo o Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

“Yo diría que es hasta paródico”, suelta el cantante sin tapujos. “Nosotros no tenemos miedo a que nos digan: ‘Che, son reparecidos a tal cosa’. Y no, porque las influencias les chocan a todos de una forma distinta”, reflexiona. “En este disco lo quisimos hacer bastante explícito, para entrar bien en esa sensibilidad de lo melancólico”.
Y vaya si lo lograron. Aunque Lamentario tiene sólo unos días, hay algo en su materialidad sonora que ya lo convirtió en un disco necesario para esta época desconcertante.
Por contexto, por sonido, por expresión de una movida local que sigue generando anticuerpos en modo comunitario, las canciones de Salas Velatorias tienen mucho camino por delante.
“El año que viene tenemos muchas ganas de viajar”, asegura Palacio. “Vamos a presentar este disco en todos los lugares que podamos y vamos a ver si podemos visitar algún país limítrofe”, proyecta. “Son experiencias que incluso nunca tuvimos en nuestras vidas. Hay provincias que no conozco, nunca salí del país”, comenta luego. Y resume todo en una última frase: “El año pasado, veía mi futuro o el futuro de la banda con una negatividad terrible. Ahora estoy muy esperanzado, lleno de ganas y de luz”.
Para ir
Salas Velatorias presenta Lamentario este viernes y este sábado en Pez Volcán (Marcelo T. de Alvear 835), a partir de las 21. Aperturas: Las Maquetas (viernes) y Manta Raya (sábado). Entradas en venta en Alpogo.com. En febrero, el grupo se presentará en el festival Ver Nacer el Sol, en la localidad de Alejandro Roca.



























