En la noche de este sábado, Tool finalmente debutó en Argentina. Lo hizo en la 10ª edición del Lollapalooza Argentina, marcada por una diversidad estilística que, sin embargo, es poco receptiva al tipo de expresión de la banda estadounidense. Esto es: metal progresivo – alucinógeno, con elaboraciones largas y planteo escénico singularísimo.
A tono con este último punto, en el que cantante e instrumentistas están minimizados por una iluminación brumosa y nunca expandidos en pantallas laterales, la formación se preservó la dirección de cámaras en la transmisión de su show por Flow.
Entonces, por el dispositivo elegido se dejaron ver por una cámara que estuvo dispuesta a más de 50 metros y que sólo permitía ver las proyecciones caleidoscópicas que acompañaron cada tema.
Por más que esta decisión fue consecuente con la convicción de Tool de que nada interfiera con la experiencia que propone, en redes fue motivo de discusión y hasta disparador de memes.
Todo lo que quieran, pero a show visto (por PC, en el caso de este cronista) se puede concluir que el viaje sensorial se potencia cuando los egos de los intérpretes se licúan.
Desde esa cámara lejana, se percibía que el guitarrista Adam Jones estaba a la izquierda de la pantalla, mientras que el baterista Danny Carey al centro y el bajista Justin Chancellor a la derecha. Al vocalista Maynard James Keenan no se lo podía ver, directamente, aunque se intuía que podía estar entre Jones y Carey, algo que se constató cuando hacia el final del show se hizo (apenas) la luz.
Tool era la banda que faltaba para que la primera edición del Lollapalooza Argentina, aquella de 2014, fuera más perfecta de lo que resultó. Si se sumaba a esa concreción de sueño húmedo para los Generación X que fue la confluencia de Pixies, Red Hot Chili Peppers, Soundgarden y Nine Inch Nails, se tendrían que haber cerrado todos los estadios.
No obstante, que el debut se concretara después de 11 años y 10 ediciones tuvo su encanto. Y muchísimo más que su personal comenzará su debut argentino con Stinkfist, el tema de apertura de esa Biblia de metal complejo y de planteos retorcidos que es AEnima (1996), el disco que los instituyó como tan insulares como de culto. Culto más psicosociológico que satánico, si tienen en cuenta las letras de un Keenan que antes de The Pot, el segundo tema, cantó el tribunero “olé, olé, olé, olé…” y saludó con un seco “Pleased To Meet You” sin megáfono de por medio.
Ese, más la promesa “We Will Come Back”, fueron los únicos indicios de cercanía de un cantante que más que con un frontman es un médium de una entidad superior que se expresa entre el dolor, el temor y la claustrofobia.
Desde el citado 2014, el Lollapalooza Argentina se realizó ininterrumpidamente hasta el 2019, dado que la pandemia del coronavirus se manifestó justo en marzo de 2020, cuando hubo que suspender el que estaba programado para entonces.
Por eso, resultó acongojante escuchar a Tool serpentear durante 10 minutos por Fear Inoculum, el tema que le da nombre al disco que precisamente publicó en 2019 profetizando lo que vendría.
“Inmunidad largamente atrasada/ Contagio, te exhalo”, se le oyó a Keenan ahora, cuando el confinamiento y su consecuente paranoia ya es un mal recuerdo.
Tool elabora, diseña, raramente explota. Se compromete con el trance más que con la satisfacción precoz.
Verlo televisado sin primeros planos es funcional con ese propósito, aunque vale ejercer el derecho a queja por no poder apreciar cómo Carey ornamenta con percusión sutil ni cómo Jones teje sus urdimbres bombásticas y aterciopeladas. Chancellor es el más asequible en esta mezquindad hipnótica, que recién se hizo trizas cuando la organización compartió las fotos. Entonces, a continuación podemos ver a Keenan con su peinado con mohawk y al resto del personal con estampa gloriosa.
Tal como indicamos arriba, los Tool prometieron volver. Que sea pronto.



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