Vivir Quintana es una cantautora mejicana que se abrió camino con canciones folklóricas sobre los padecimientos de ser mujer en su país. Pero una de ellas, Canción sin miedo, trascendió fronteras y le dio entidad de portavoz del feminismo hispanohablante.
“La canción cumplió cinco años el pasado 7 de marzo”, cuenta la artista en el arranque de su charla con La Voz.
“La hice en nueve horas, en la casa de mis papás. Yo soy de un pueblo que se llama Francisco Madero, del estado Coahuila, en el norte de México. Y estaba ahí porque me había ido de vacaciones unos días con ellos. Pero, finalmente, esas vacaciones no se dieron, porque recibí una llamada de una amiga chilena que quiero mucho, que se llama Mon Laferte y que me dijo: ‘Oye, voy a cantar en el Zócalo el 7 de marzo y quisiera saber si no tienes una canción que hable del feminicidio’. Le contesté: ‘No tengo una canción que hable del feminicidio como tal, pero la hago’, y ella me devolvió: ‘Bueno, pues la necesito para hoy en la noche’”, añadió.
“Me acuerdo de que me puse a componer y que hice un ejercicio en Facebook con la gente, a la que le pregunté: ‘¿Cuál es el nombre de las mujeres más cercanas que tienes?’. ‘Pues, mi mamá, Gloria, más mis hermanas Marcela y Bárbara’, me contestaron. Y si ponía esos nombres en Google seguidos de ‘feminicidio’ y daba clic, me encontraba que efectivamente existía una mujer llamada así que había sido víctima”, redondeó.
Para Vivir, entonces, no era tan difícil inspirarse: “Era necesaria esa canción, que finalmente la estrenamos el 7 de marzo de 2020 en el Zócalo de la Ciudad de México, junto con Mon y El Palomar, un coro de 40 morras”.
La cantautora confiesa haberse sentido sobrepasada por el impacto del tema, pero suma que después comprendió lo que señalamos arriba: si bien en México la cuestión puede representar un extremo, a las mujeres las maltratan y matan en todo el mundo, más allá de los matices sociopolíticos y socioculturales de cada caso.
–¿Te hubiera gustado una versión de “Canción sin miedo” por Mercedes Sosa”?
–Imagínate, imagínate. Amo a Mercedes. Justo ayer puse un disco de ella aquí en mi casa. Es una de mis influencias más grandes que tengo de cantora latinoamericana. Ella ha sido una luz para mí en lo que respecta a interpretar canciones que son necesarias y que duelen. “Todo cambia” es un himno para mí, la he cantado un montón de veces.
–¿Cómo fue la deriva que te llevó a convertirte en militante feminista?
–Pues a mí me hizo feminista vivir en México. El peligro de vivir en México. También tuve una situación complicada con una de mis amigas, que fue víctima de feminicidio hace 15 años y a partir de esa vivencia se me despertaron muchas cosas en la cabeza y en el corazón, al punto de decir: “¿Dónde quepo yo para hacer que las cosas sean diferentes?”. Pero comencé de modo más inocente.
–Te escucho.
–Recuerdo que, un viernes, estaba con mis amigas tomando unas chelas y jugando al Uno, hasta que llegó otra con la inquietud: “Oigan, ustedes son feministas, ¿no?”. Puso ese tema sobre la mesa, y nos pusimos a platicar de las cosas que nos atravesaban a cada una. Empezamos a buscar en internet qué era ser feminista. Hace más de 10 años, cuando se produjo esa reunión, no tenía al término tan presente en mi vida. Pero luego me di cuenta de que cabía ahí. Empezamos a leer qué era ser feminista; empezamos a saber qué era la sonoridad; y así hasta voltearnos y mirarnos unas a otras para decirnos: “Oye, pues creo que somos feministas, ¿no?”. Me fui asumiendo poco a poco hasta descubrir que yo también soy una morra que quiere cambiar el mundo y que en los feminismos hay muchísimas luchas, todas válidas. Siempre les digo a mis amigas: “Güey, esto no se trata de que todas seamos amigas, sino de luchar para que tengamos las mismas oportunidades”.

Para Vivir Quintana, las mujeres argentinas son un estandarte
–¿Has seguido de cerca a la lucha del feminismo argentino que llevó a la promulgación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo?
–Sí, tengo muchas amigas de allá. Expandieron la marea verde por toda Latinoamérica, por lo que me parece una atrocidad lo que está pasando ahorita, ¿no? Esto de que el poder busca revertir los derechos y dejar sin efecto lo que se consiguió después de tanta lucha. Para las mujeres mejicanas, las mujeres argentinas son un ejemplo, un estandarte. Los pañuelos verdes llegaron hasta acá. Fue una locura en el Zócalo cuando se aprobó la Ley del Aborto allá. También recuerdo que visité a mis papás después de todo eso y que, al llegar a casa, mi padre me preguntó por Argentina y qué significaban los pañuelos verdes. A fines de noviembre, y para conmemorar aniversario de activismo, estuve en un encuentro celebrado en Río Gallegos. Fui a cantar allá junto con una colectiva que se llama “Mujeres y Disidencias del Folklore”, que tiene sede en La Plata. Creo que todo generó un tejido muy bonito porque, por ejemplo, yo les decía: “Oigan, ustedes para nosotras son un ejemplo”, mientras que ellas me devolvían: “No, ustedes lo son porque ahorita tienen la primera mujer presidenta”. Las luchas se acomodan en paralelo, en definitiva.
En el desarrollo de su militancia feminista, Vivir Quintana conoció y se relacionó con la abogada Ana Katiria Suárez, quien tuvo que exiliarse de México luego de defender a mujeres violentadas que mataron a sus agresores.
Suárez fue amenazada y perseguida luego de que en el ejercicio de su profesión logró, entre otras cosas, que la figura de legítima defensa prevaleciera por la de exceso de legítima defensa, por la cual muchas mujeres fueron encarceladas. Quintana y Castro se reencontraron recientemente en Madrid, en la marcha del 8-M.
“A Ana Katiria la conocí hace unos años gracias a Yakiri Rubio, que es una es una chica que se defendió de sus agresores y que, lamentablemente, fue encarcelada”, cuenta sobre este vínculo.
“Ana Katiria se ha distinguido por ser una de las precursoras de la defensa de mujeres que pudieron reaccionar ante sus agresores. Ella hace esto de la legítima defensa. La admiro muchísimo. Es una mujer fuerte que busca la dignidad de las mujeres, la reparación a las víctimas, que se haga justicia ante estos hechos aberrantes. Y obviamente, pues, Ana Katiria ha pisado muchos callos (como decimos en México) de gente muy importante que no quiere que las cosas cambien”, amplía.
Para Vivir, Ana Katiria Suárez “es el ejemplo de perseverancia, pero también es, lamentablemente, el reflejo de la mala praxis de la Justicia que existe en México”.
“No se entiende que una mujer como ella tenga que huir del país y que los agresores de sus casos estén libres y se reúnan para difamarla e inventarle cargos. Es tanto el aguante de Ana Katiria que sólo les queda quitarla del camino. Es lamentable que los defensores y las defensoras de los Derechos Humanos sean perseguidos en México. Eso me produce una tristeza fatal”, completa.
–¿Cómo fue el reencuentro con ella?
–La vi en la marcha. La noté bien, aunque también triste por no poder estar en su país trabajando en esos casos que son sumamente importantes. Se me hace superincongruente vivir en un mundo en el que defensores de Derechos Humanos y de mujeres violentadas tengan que huir de sus territorios sólo por pelear por causas dignas. Nos reencontramos, lloramos, bailamos. Fue una experiencia muy bonita estar con ella y poder decirle: “Pues allá seguimos resistiendo y acompañándonos”.
–Tanto Ana Katiria como vos y otras feministas dejan claro que no buscan venganza.
–Es que la venganza es un acto premeditado que llevas adelante contra alguien, y nosotras lo que buscamos es justicia. La venganza te sigue dejando dolor. Siempre te va a llevar al odio, mientras que la justicia, a la reparación. Y al amor, incluso. Mi próximo álbum se llama Cosas que sorprenden a la audiencia porque, justamente, sorprende muchísimo que las mujeres nos podamos defender hasta, incluso, matar a nuestros agresores. Que después de un hecho así de tortuoso las metan en la cárcel se me hace muy incongruente. Por medio de la música, quiero contar estas historias. El nuevo disco que sale el 24 de abril tiene 10 historias de 10 mujeres que se defendieron de sus agresores. La canción es un medio de comunicación fuerte y audaz que llega a oídos que ni te imaginas.
Vivir Quintana y la canción dedicada a la presidenta de México
Además de Canción sin miedo, Vivir Quintana también logró notoriedad por otra composición dedicada a Claudia Sheinbaum Pardo, la nueva presidenta de México. Consultada por esa trastienda creativa, la artista reveló que surgió de “una manera bien curiosa”. Y luego precisó: “Todo comenzó cuando Yuriria Sierra, una periodista que es muy popular acá en México, les escribió a más de 100 mujeres para que ellas le escribieran una carta a la próxima presidenta de México”.
“Es que por primera vez, e históricamente, había dos mujeres contendiendo para este puesto –apuntó–. En ese momento, claro, no sabíamos si sería Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez. Lo cierto es que Yuriria nos buscó a muchísimas de nosotras para que escribiéramos esas cartas e hizo un libro titulado Presidenta, más de 100 mujeres te escriben. La premisa era ‘¿Qué le dirías a la próxima presidenta de México?’, entonces yo mandé mi texto y Yuriria me dice: ‘Oye, esta es una canción, ¿verdad?’.
–¿Y lo era?
–No, era mi texto. Y ella, de nuevo: “Pero esto tiene forma de canción”. “Pues es que así escribo, de manera trófica y con poesía”, volví a la carga. La última palabra la tuvo Yuriria: “No, no, no… El día de la presentación tienes que cantarla”. Me convenció, así que agarré la guitarra y dije: “Bueno, lo que le quiero decir a la próxima presidenta es esto”. La música siempre me ha servido como vehículo para comunicarme con la gente. A fin de cuentas, no me resultó extraño hacerlo con la próxima presidenta. La volví canción y se la envié a las contendientes, a quienes les quedó claro que esperaba con ansias a una mujer en el poder. Y, afortunadamente, las dos me contestaron públicamente. La doctora Claudia, además, me escribió en privado para contarme: “Oye, haré todo lo posible para que un día me puedas llamar compañera”, porque así se llama la canción: Compañera presidenta.
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