En algún punto, es una revancha luego de años de ninguneo y de que nos miraran como especímenes inferiores en cuanto a estándares de gusto musical. Oasis volvió por todo lo alto, como dicen los españoles. Con su cancionero bien añejado por el sencillo hecho de que es glorioso y de que surfeó nuevos consumos culturales, nuevos contextos y olas, aun con sus líderes seriamente enfrentados y desarrollando sendas carreras solistas, artísticamente sólidas aunque en niveles de impacto muy menores.
La ansiedad y la manija de cara a sus shows en River es tal que nos han empoderado como para plantear, ahora sin miedo, verdades de Perogrullo como que Little By Little es hermosísima o que Live Forever es la canción que los Beatles no escribieron porque no se lo ordenaron los astros.
Por otro lado, las circunstancias ayudaron a que reforcemos (con amigos, colegas o quien sea) los lazos de pasión que mantuvimos a lo largo del tiempo por esta banda, que para los ninguneadores es tosca, desangelada y no sé cuántas otras pavadas más.
En este orden de cosas, la oleada de excitación logra, como en el caso de este humilde servidor, que se le humedezcan los pómulos cuando lee en Nuestros Oasis, una historia argentina, el libro del colega José Bellas (Planeta, 2025), al disquero Germán Bordagaray decir que Bere He Now (1997) es el mejor disco de Oasis. Porque a esta sentencia siempre quise verbalizarla a todo volumen, pero la autocensuré ante el fascismo bajaprecio y ante el hecho irrefutable de que se trata del sucesor de Definitely Maybe (1994) y de (What’s The Story) Morning Glory (1995)… Uffff. ¡¡¡No estoy solo!!! ¡¡¡No sólo tengo un alma gemela en esa sentencia, sino que es muy calificada!!!!!
Estamos cebados, se la van a tener que bancar. Se van a tener que bancar estos arrebatos de literatura del yo llevando a capítulos del tipo “Cómo entró Oasis en mi vida” (¡¡¡gracias, Palo, de Lado B, por recomendarme-venderme Definitely… importado!!!) y equivalentes.
Pero también se pueden topar con reflexiones como la que viene: hay que conceder que los mismos Oasis (los hermanos Noel y Liam Gallagher) resultaron funcionales a quienes les bajaban el pulgar. Es que, desde mediados de los ’90, siempre tuvieron que batallar contra una meta establecida desde adentro de su grupo.
Tras los formidables Definitely Maybe y Morning Glory, Noel prometió una cumbre psicodélica para que él y sus compañeros se entronizaran definitivamente como reyes indiscutidos del nuevo rock británico, estatus que por entonces ya habían alcanzado.
Sin embargo, no pudo sortear las trampas de su propia megalomanía.
Es que, a cambio, entregó un puñado de buenas canciones que perdían su impacto en una producción sobresaturada, en la que además la voz de su hermano Liam batallaba con suerte dispar contra decenas y decenas de pistas de viola. Eso es lo que se oye en el ya citado Be Here Now, el álbum cocinado en sesiones espolvoreadas con cocaína y que tiene en la tapa a los Oasis en el patio de una mansión, con un Rolls Royce tirado a la pileta y mientras Noel observa un globo terráqueo con un telescopio.
Arrogancia de héroes de clase trabajadora de Mánchester, repertorio aceptable pero chirriante y una excusa algo digna para volver a salir de gira. Bárbaro, pero de cumbre psicodélica, sólo un desarrollo titulado All Around the World.
Tampoco cumplieron con ese estándar con los discos sucesivos, aunque mejoraron su performance (en estudio y en vivo) con la incorporación de Andy Bell (de Ride y exmiembro de Hurricane, en bajo y guitarra), Gem Archer (de Heavy Stereo, también en bajo y guitarra) y Zak Starkey (el hijo de Ringo, que alternaba el puesto de baterista con The Who).
Standing on the Shoulder of Giants (2000), Heathen Chemistry (2002) y Don’t Believe The Truth (2005) fueron álbumes con algunas joyitas entre sus respectivos tracklist, pero ninguno dejó la sensación de que cumplía con aquel desafío autoimpuesto por Noel.
Oasis encadenó renacimiento con separación
Y mientras Oasis iba en piloto automático, Radiohead sí alcanzaba cimas de experimentación y dinamitaba algunos deber ser de la industria discográfica. Los Gallagher se quedaban (sólo) con la pose pendenciera; Thom Yorke y los suyos, con las loas de la crítica y la certeza de que daban vuelta al rock como una media.
A todo esto, la gloria a escala estadio le correspondía a Coldplay, una banda cuyo líder, Chris Martin, representaba todo lo que los Gallagher aborrecían: fulgor proletario igual a cero más corrección emocional y política a flor de piel.
Pero cuando a comienzos de octubre de 2008 llegó Dig Out Your Soul, Oasis sí llamó la atención. Y no por lanzar frases desafiantes desde las bocazas de sus máximos referentes. Es que, por fin, el grupo asimilaba esas músicas que, hasta ese momento, Noel y Liam sólo citaban en las entrevistas.
Se escuchó algo del extático Primal Scream en To Be Where There’s Life y Falling Down recordó por qué Noel había sido digno de interactuar con los Chemical Brothers en el simple Setting Sun.
Por otro lado, el enfoque psicodélico no fue en desmedro de bombazos rockeros como Waiting for The Rapture o The Shock of The Lightning, que permitían apreciar sus correspondientes matices de saxos y teclados.
Inteligentes y ubicuos, los trucos de estudio de Dig Out Your Soul se asociaron a los Beatles de Tomorrow Never Knows. Y ya no por refrito burdo sino porque Noel y el productor Dave Sardy se habían comportado como alumnos aplicados a la hora del derrame de influencias.
Eso pasó, incluso, con el aporte de Liam en I’m Outta Time, que además de resonancia lennoniana filtra una entrevista del mismo John con el periodista Andy Peebles, emitida por la BBC 1 el 6 de diciembre de 1980.
Charly García dijo alguna vez que Oasis hizo su discografía entera con un solo tema de los Beatles. Pura maldad. Evidentemente, el comandante Say No More nunca reparó en este Dig Out Your Soul ni en sus matices expansivos, como así tampoco en algunos chispazos glam de los álbumes precedentes.
Independientemente de las impresiones de García, inconsistentes para quien suscribe, los datos salientes son que este disco le devolvió la esperanza en torno a Oasis y que la banda presentó en la serie de conciertos del 16 y del 17 de octubre en el Wembley Arena, de Londres.
Hay un vinilo que se vendió junto con ejemplares dominicales de La Voz que documenta uno de esos shows.
El doblete en el Wembley Arena se produjo a los pocos días de la publicación del nuevo disco (salió el 6 de octubre de 2008), por lo que hubo algo de arrojo y de escasa solemnidad (y hasta de sentido de estrategia) en filtrar cuatro de sus temas en el setlist. Estos fueron los ya citados The Shock of The Lihghtning, Waiting for The Rapture, I’m Outta Time y To Be Where There’s Life, de los cuales solo los dos primeros sobrevivieron para el recorte de este vinilo.
Este cuarteto de canciones se volvió sexteto el 3 de mayo de 2009, el día en el que ofreció su último show en Argentina. Es que, a su paso por el estadio de River, Dig Out Your Soul ya estaba lo suficientemente transitado, lo que impulsó a los Gallagher a sumar el exotismo subyacente en Falling Down (acaso una señal de Noel sobre lo que luego desarrollaría como solista) y la exuberancia machacante de Ain’t Got Nothin’.
Por supuesto, este disco en vivo también sirvió como documento del principio del fin de Oasis, por más que el concierto que registra se haya ofrecido como respaldo de una obra jugada, que generaba las condiciones para imaginar un futuro prometedor.
En este punto, el dato concreto es que el grupo ofreció 100 shows más (exactamente 100) después del 17 de octubre, la segunda fecha programada en el domo londinense, hasta su separación definitiva.
Separación definitiva que se produjo el 28 de agosto de 2009, en la previa de la presentación de Oasis en el festival parisino Seine.
Un desencuentro (breve pero intenso) entre los hermanos en camarines terminó con una guitarra de Noel hecha añicos por Liam. Nadie dijo haber atestiguado piñas ni otras muestras de desahogo violento y es probable que no hayan existido, teniendo en cuenta la frialdad y la parsimonia del comunicado del mayor de los Gallagher al poco tiempo del anuncio de la cancelación del show.
Este sábado se replicará en Argentina la imagen de la reconciliación, la de Liam y Noel accediendo por el lateral derecho del escenario (izquierdo suyo), tomados de la mano. Vale llorar al verla. Es lo que haré, de hecho.

























