La energía que transmiten las imágenes de los shows de Winona Riders tiene ese halo de banda en auge más historia en movimiento que se puede palpar en instantáneas similares de Joy Division o Él Mató a un Policia Motorizado, por citar apenas dos casos del vasto mundo de la música independiente por convicción.
Al igual que estos y otros referentes –los Winona citarían primero a “la” Brian Jonestown Massacre o The Dandy Warhols–, el hoy quinteto de Morón ha construido hasta aquí un camino que rápidamente encontró identificación más allá de lo que sucedía en el estudio o en la sala de ensayo.
Si en 2023 tocaron por primera vez en Niceto Club luego de colapsar el bar de enfrente, en 2025 se preparan para debutar en el estadio de Obras luego de presentarse sucesivamente en el teatro Vorterix y en el teatro Flores.

Esa es la referencia a mano que circulaba en la previa de su segundo show en Cosquín Rock, festival que ya había convocado a la banda en 2024 y reincidió en 2025, tal y como lo hicieron en sus últimas ediciones el Lollapalooza, el Primavera Sound o el Buena Vibra (el último fin de semana).
Pero apenas unos días antes de su segunda experiencia en Santa María de Punilla, el grupo apareció en la portada de la revista Rolling Stone, en lo que supuso un acto simbólico consagratorio para cualquier proyecto musical. Más aún si se trata de una banda de rock en tiempos en los que el rock ya no es lo que era.
¿O acaso los Winona Riders llegaron también para patear ese tablero?
Como Navidad
Cuando La Voz intenta ponerse en contacto con la banda, la videollamada nunca se concreta. “Son unos colgados”, podría ser la primera conclusión a base de prejuicios. Y aunque algo de eso hay (su música tiende a irse por las ramas en el mejor de los sentidos posibles), la razón es más profunda.
“Estábamos ensayando y no escuchamos la notificación”, dice Gabriel Torres Carabajal. El percusionista, corista, tecladista y guitarrista de este quinteto que a veces se agranda a septeto resume en esa frase una sentencia que quedará boyando a lo largo del resto de la charla: nada, ningún compromiso ni ninguna presión, puede ser más importante que la música en ese pequeño universo llamado Winona Riders.

No obstante, pese al barullo generado en los últimos meses a raíz del crecimiento del proyecto, Gabriel y sus compañeros (Ariel Mirabal Nigrelli, Santiago Vidiri, Francisco Cirillo y Ricardo Morales) mantienen los pies sobre la tierra en medio de un sueño cumplido en tiempo presente.
“Estamos bastante más preocupados por la Patagonia, por su gente y su fauna, que están en llamas –los incendios en El Bolsón eran tema nacional por esos días–; o por la ultraderecha. Pero sí, obvio, se siente como Navidad, honestamente”, apunta Torres Carabajal sobre estas últimas semanas de exposición y crecimiento más allá de su cada vez más grande nicho de seguidores.
“De chico compraba la Rolling o iba a ver bandas en Obras, y es rarísimo encontrarnos en esta posición. Pero a la vez doy fe de que trabajamos lo suficientemente duro como para poder llegar a esto. Es un buen reconocimiento y nos pone a todos contentos”, asegura el músico con el pecho inflado del otro lado de la línea.

En ese momento, el objetivo inmediato era Cosquín Rock, festival en el que tocaron en horario nocturno por primera vez, en una suerte de justicia poética para una banda que ha convertido sus presentaciones en motivo de conversación entre entusiastas de la música. No obstante, la agenda de Winona Riders tiene un hito fundamental en mayo, cuando el grupo presente su flamante tercer disco, No hagas que me arrepienta, en Obras.
“Estamos planteando esa posibilidad desde el año pasado. Siempre fue algo, no sé si fantasioso, pero bastante irreal. De toda esta camada de bandas que salieron, ser la primera es un toque fuerte también”, se sincera Gabriel. “La gente de nuestra productora (Indie Folks) ya había hecho shows internacionales ahí en el estadio y tenían buena onda con su gente. Simplemente nos pusimos en contacto para ver si les interesaba hacer un show nuestro”, resume.
–Teniendo en cuenta el tamaño de Obras, ¿les genera intriga trasladar sus “misas” a un contexto más grande?
–Sí, no te voy a mentir. Faltan un par de meses, entonces hay tiempo para agarrar y apegarnos a una estructura más corriente de show nuestro que venimos haciendo. O capaz se nos ocurre algo para patear el tablero y cambiar algunas cosas. No sé todavía.
Las certezas, en todo caso, están en otro plano. “Las canciones del disco nuevo están saliendo cada vez mejor”, añade Gabriel sobre lo que se podrá ver el 9 de mayo en el show más importante en la corta pero intensísima historia del grupo.
A diferencia de 2024, cuando Winona no paró de tocar tanto en Buenos Aires como en diferentes puntos del país y de Latinoamérica, en este caso la agenda de la banda contempla más huecos. Podría pensarse que es un tiempo ideal para preparar un gran salto de escala y futuras giras nacionales e internacionales, pero para la banda también significa la oportunidad de empezar a trabajar en música nueva. Ese frenesí y esa necesidad de generar material aún con un álbum recién publicado son otras de las características de grupo que, al margen de las fórmulas, elige potenciar aquello que los hace distintos al resto.
“Con Obras tenemos un buen bache de tiempo sin tocar. Lo más probable para nuestro público cordobés es que ya se lleven canciones nuevas la próxima vez que vayamos”, amplía Torres Carabajal. Aunque juega con el misterio de una fecha que no puede anunciar, el correr de las semanas aclara el panorama y confirma una noticia de esas que se esperan con paciencia. El 12 de abril, en Sala Formosa, Winona Riders anticipará algo de lo que será su gran show del año en la presentación local de No hagas que me arrepienta.

Tomar posición
El tercer álbum de Winona Riders evidenció algunas sentencias que ya podían esbozarse viendo algunas de las coordenadas éticas y estéticas del grupo.
Una tiene que ver con un sonido más expansivo y por momentos electrónico, como una suerte de profundización de sus primeros dos trabajos pero desde una nueva perspectiva. Con dos nuevos integrantes que se sumaron a la grabación del disco, las canciones de No hagas que me arrepienta se distancian de sus antecesoras desde el audio y las texturas elegidas, aunque sin despegarse de una identidad construida tanto desde la producción musical como desde el escenario en cada nuevo show.
Más allá de la evolución propia de un proyecto que está todo el tiempo pensando en música nueva, lo que persiste es esa sensación mántrica que convierte a los temas de Winona Riders en rituales para ser compartidos en medio de brazos y piernas que van y vienen por el aire: un manojo de juventud y sudor. Como si el sentido mismo de esas canciones se completara en medio de un pogo sin principio ni final.
La otra gran conclusión que deja este tercer álbum tiene que ver con su postura frente a la realidad circundante, adelantada en la primera frase textual de Gabriel incluida en esta nota. Esa cita fue retomada al hablar de V. V., canción incluida en No hagas que me arrepienta y con una protagonista excluyente: la vicepresidenta Victoria Villarruel. Como una oda kraut-rockera y antifascista, el tema echa mano a algunos apellidos asociados a la represión de la última dictadura militar (Cozzani, Etchecolatz) para linkearlos con quien fue una de las principales referentes del negacionismo en los últimos años. Sobre ella, Victoria, dicen que se le ve “la bombachita con esvásticas”.
“La canción la trajo Ari. Él se graba mucho en su casa. Cuando tiene una idea, la plasma inmeditamente, lo cual me parece alucinante. La mandó, la escuchamos y, al menos a mí, no me cayó la ficha hasta que escuché el demo en YouTube, que es la misma canción que mandó él, pero publicada”, cuenta sobre el origen del tema.
“Está buenísimo que podamos agarrar y abrirnos a ese punto. Es jodido el tema de la política, es jodido el tiempo en el que estamos viviendo. Aunque sea una canción, no te digo que sea jodido para nosotros o para la banda de amigos o enemigos que tengamos: es jodido tomar una posición. Y que lo podamos haber hecho para mí es algo relindo y renecesario”, sintetiza Gabriel.
–¿Se sienten referentes de una comunidad de artistas, de fans, de gente que se vincula con cierto tipo de música como la de ustedes?
–No sé si hay una bandera que defender, realmente. Hay bandas, obvio, eso sí, pero no sé si es una postura o una bandera que estamos defendiendo. Está bueno que quizás la gente que nos consume a nosotros pueda consumir a otras bandas que tenemos alrededor en este tiempo y espacio. Si alguien nos ve como referentes, divino, bien ahí. Pero yo no me siento referente o vocero de nada.
–¿Cómo manejan las exigencias de la industria siendo una banda que apuesta por lo disruptivo?
–Cuando presentamos No hagas que me arrepienta, el 21 de diciembre, nos presentamos en el primer turno de la sala. Teníamos que cortar a las 11 y media porque a las 12 ya abría el segundo turno. Terminamos de tocar casi a la 1 de la mañana porque se estiró. Es algo que nos trasciende a nosotros, tiene que ver con cómo se dan las canciones en vivo. Pero creo que el público la pasó bien, entonces yo me quedo con eso antes de lo que nos pueda llegar a decir tal o cual sobre lo que hicimos o lo que estamos haciendo mal. Cuando tenés a 1.500 personas en un pogo bailando y pasándola bien, sean tres o cuatro horas, a mí me da igual. Lo importante es que la gente se lleve una buena experiencia.
–¿Cómo continúa ese diálogo creativo con el propio proyecto?
–Voy a citar a uno de los otros chicos que dijo esto es una nota hace varios años. Hacemos la música que siempre quisimos escuchar. Es algo que nos sirve un montón como punto de partida y como lema para defender algo. Es simplemente eso, se trata de eso y se tendría que tratar de eso para todas las bandas. Hacer la música que siempre quisiste escuchar. Y si se parece a la Brian (Jonestown Massacre), Spaceman 3 o la Velvet Underground, no sé, es la música que escuchamos y con la que nos nutrimos. Esa es la música que queremos hacer, justamente.
Para ir
Winona Riders se presenta en Sala Formosa el 12 de abril. Entradas en venta, próximamente, a través de Alpogo.com.