Zoe Gotusso entra a la sesión de Zoom a la hora pautada, entre ruido de mate y la necesidad de resguardarse del solcito porteño.
Se la ve feliz y relajada, como en el medio de un descanso necesario para tomar envión. Es que la cantautora cordobesa, ya confirmada en el Olimpo del pop canción nacional, está en la antesala de una semana gloriosa: el miércoles se presentará en el estadio Mario Alberto Kempes como acto de apertura de Paul McCartney y el viernes lanzará Cursi, un segundo disco con producción preciosista que potencia su magnética vibra intimista.
“Esta es la terraza de mi casa, hace un día divino, todo está bien”, diagnostica Zoe desde su hogar porteño del barrio de Chacarita. Y en el arranque de una charla que irá desde un presente artístico pleno precedido por un pasado algo agotador hasta su confirmación como artista queer empoderada.
“Estoy muy contenta porque se viene mi segundo disco –confiesa de inmediato–. Para mí, mi carrera está hecha de capítulos. Salvapantallas (el dúo que fundó con Santi Celli) fue uno bueno; el primer disco solista (Mi primer día triste, 2020), otro grande al que le dediqué tres años, y ahora se viene uno nuevo que viene bien”.
“Aprendí a trabajar y a vivir de esto. Exprimo los discos, vivo a fondo cada capítulo como una artista del vivo. Y salgo a la vida y hay buenas noticias como la de abrir para Paul. Todo pinta bien”, completa la artista que a fines de 2022 teloneó a Coldplay en su histórica serie de 10 shows en River. Había que verla en esa cita: magnetizando a una multitud creciente con puesta mínima y modos performáticos precisos, nada ampulosos.
Producido por Chachorro López y Diego Mema, Cursi es, en palabras de su creadora, “íntimo, cercano, sentimental, un poco melodramático y, obvio, cursi”.
También es resultante de un proceso creativo desarrollado hace algún tiempo atrás. ¿Por qué la demora, Zoe? “Es cierto, lo tenía hace tiempo a Cursi. ¿Qué pasó? Decidí guardarlo porque… porque estaba muy cansada. Normal, ¿no? No quiero dramatizar un momento, de todos modos. ¿Sabés qué me pasó? Que mi primer disco me dio más de lo que pensaba. Toda mi carrera me dio más de lo que pensaba. Sobre todo mi primer disco, 10 canciones que me dieron tres años de reconocimiento, de tocar, de público, de premios. Y siento que, en ese frenesí, desdibujé mi deseo”, explica.
“¿Qué más quiere un artista que con su primer disco le vaya bien?”, se (y nos) pregunta Zoe Gotusso. Y se (nos) contesta: “A mí me pasó, me fue mejor de lo que creía, y me desdibujé… Cuando hacés algo y funciona, decís que sí a todo. No supe decirle que no a muchas cosas y me agoté. Estuvo bien, igual, eh. Volvería a hacer lo mismo. Cuando mi cuerpo me dijo: ‘Che, pará’… A ver, es engañoso porque mi trabajo es hermoso, hay gente, un ideal de éxito laboral”.
“No paraban de darme buenas noticias. ‘¿Cantás en los Latin Grammy?’. Y sí. ‘¿Vamos a tal festival?’. Y sí. ‘¿Vamos a abrir los 10 shows de Coldplay?’ Y sí. Me decidí a surfear la ola y me agoté. Le pasa a cualquiera. Aprendí a ser artista de la industria”, concluye.
Zoe Gotusso señala que en ese período se hizo muchas preguntas. “Necesitaba responderme varias preguntas –refuerza-. ¿Por qué hacía las cosas? Es hermoso todo lo que me pasó. Cuando terminé Salvapantallas con la sensación de que había funcionado, tiré otra fichita y funcionó mejor”.
“Cada vez que prendo la moto, la pateo y arranca. Pero ahora digo ‘Uy, qué miedo’, porque vengo de dármela contra la pared. En un sentido engañosamente positivo. No sé si está bueno ir a 150. Con ir a 100, está bien. Siempre digo que estoy como empezando a empezar, pero en un momento lo hice a mucha velocidad”, complementa.
Zoe Gotusso tiene un superpoder
En la opinión de esta artista de 27 años, una de las cosas más cursis de Cursi es la voz de su abuelita al cierre de Superpoder. “Cocino porque me gusta, pero cocino porque me gusta que disfruten los demás”, se le oye a la “señora señorona de 90 años”, a quien la autora reivindica por darle de comer “rico y sano”.
–Está claro cuál es el superpoder de tu abuelita. Ahora bien, ¿cuál sería el tuyo? ¿Cantás para que los demás tengamos algo de paz, de flash, de qué?
–Podría llevar ese audio de mi abuelita a lo mío, sí. Hago música porque me gusta. Empezó así, muy egoísta, en mi cuarto y sólo para mí. Era un momento mío, conmigo misma, de mucho disfrute. Y cuando abrí la puerta, llegaron otros ojitos y oídos. Ahora estoy entregada, ya no es sólo mi mundo. Entonces, hago música porque me gusta y porque me gusta que la disfruten los demás. Y porque encontré una manera… A mi abuela le he dicho “Te amo”, pero nunca se me hubiera ocurrido hacerle decir una cursilería así. Ahora, la música es un lugar en el que me animo a más. Me sale.
–¿Sos consciente del poder de conmoción que puede alcanzar una canción tuya?
–Sí, soy consciente de ese poder; de ese superpoder, diría. No lo digo desde la soberbia. Tengo el superpoder de hacer sentir especial a alguien con una canción. Con mis palabras. Me pasa que cuando subo al escenario, esté como esté (porque he subido triste), empiezo a ser de la gente.
–Le dedicaste un tema a Lara (la artista urbana Lara 91k)…
–(Interrumpe) Fuerte, ¿no?
–Muy, sí. (El tema) Deja la impresión de que estuviste muy enamorada y setea todo para preguntarte si te asumís una artista queer, militante. Y también para reivindicar a tu generación, que va desvirtuando la idea de salir del placar: van a su aire, eligen, no dan explicaciones.
–Es bastante así. He salido con chicos, he tenido novios, pero me gustan las mujeres. Soy lesbiana. Me encanta decirlo. La palabra lesbiana ha tenido muy mala prensa, aún la tiene. Está bueno no tener que explicar nada, pero con mi ex terminamos bien, ahora le dedico esta canción que sale después de tres años, estuve muy enamorada. Sí, me percibo artista mujer y queer, por el hecho de ser lesbiana, de que me gusten las chicas. Insisto, he salido con chicos, he tenido novios, y no sé si me pasará de nuevo. Pero no creo, me gustan las mujeres.
Zoe Gotusso, garantía para las previas
–Teloneaste a Natalia Lafourcade, a Mon Laferte, a Maroon 5… Supongo que haberlo hecho para Coldplay marcó un antes y un después. En fin, ¿por qué te eligen?
–Cuando abrí para Coldplay, dije en joda “Lo único que me falta es abrir para Paul”. Te digo la verdad, no me gusta abrir conciertos. Siempre toqué en bares con Santi y siempre dije que odiaba que la gente hablara mientras tocábamos. Después conseguimos que la gente fuera a vernos, a concentrarse en nosotros. Telonear te pone en un lugar difícil, la gente no te va a ver a vos, se encuentra con vos. Me calienta el desafío por ganar su atención. En los shows de Coldplay, decía “me los tengo que ganar”. Porque soy performer también. ¿Por qué me eligen a mí? Es terrible que tenga que contestar eso. Por empezar, en este caso soy local. Y soy mujer. La verdad es que también pesa que trabajo muy bien, soy una artesana de lo que hago. No lo hago a la ligera, hilo fino. Y cuando uno hila fino, llega a buen puerto. Se alinean muchas cosas: es una era femenina y soy una gran trabajadora, apasionada. No es que hago una canción y termino ahí. Ni en pedo. Soy educada con la gente… Es raro que lo tenga que decir, pero me la rebanco.
–Una artista que se basa en el encanto de la canción pop suele ponerse expansiva y barroca cuando crece de golpe. Vos, en cambio, te ponés más introspectiva, más puertas adentro.
–Es que mi superpoder es la intimidad. El mano a mano. Mano a mano mío con vos ahora, con mi guitarra en mi habitación. Pasé tanto tiempo en eso que… Cuando volvía del colegio, le daba horas a la guitarra. Hay mucha gente que no sabe que en la guitarra puedo tocar bossa, candombe, que soy estudiosa. El Bebe Contepomi me dijo: “Pensaba que eras vos, tu guitarra y larará larará, pero después, cuando entré, me encontré con más matices”. Andrés (Calamaro) me tiró algo similar. Me vendría bien caer en la trampa de la grandilocuencia. Igual, tengo cierta apertura, me he ido sacando muchos prejuicios de encima, de ego musical. Pero conservo la mía. Voy con Diego, voy con Cachorro, voy con gente talentosa y de experiencia que me asegura lugares. Me vendría bien tomar riesgos. Pero en su momento tomé el de ir con la mía a fondo.
–¿Cómo fue eso?
–Nadie veía a María, una canción bossa de acústica y voz. Yo sí, y hoy le está ganando a Ganas, mi canción más hitera. Tengo una intuición. Mi mejor amiga es mi intuición. Cuando tengo que decidir algo, me lo pregunto a mí misma a la noche, luego de varias horas previas de charlarlo con todo el mundo. Me soy fiel. No llegué sola hasta acá, pero decidí cosas sola. Soy bastante permeable, pero firme. Me invitan a donde toca una banda y se suben muchos a cantar, todo bien, me sumo. Pero sigo apostando a mi superpoder, que es hablarle bajito a la gente. Mientras cualquier cantante tiende a hablar más fuerte, a hacerse notar, yo voy por la contraria. Y se me escucha. Ese superpoder lo conseguí en los bares. Cuando tocábamos con Santi, la gente hacía mucho ruido y, de a poco, nos hicimos oír sin levantar la voz. En algunos momentos, vale el silencio. Y ante el silencio, hay incomodidad; y en la incomodidad, se destaca el valiente.
–Sonás en (la serie) “Envidiosa”. ¿Lo sos?
–No estoy todo el tiempo en este modo zen que describo. Cuando la gente viene y me dice “Qué paz que transmitís”, le contesto que es cierto, pero también que tengo momento sin paz o de impasse. Me pasa eso de estar con el celu y compararme, sentir envidia. Es un sentimiento terrible. A veces me toca el ego, puedo entrar en esa de “a ver qué onda esta, a ver qué onda esta otra”. Soy humana. Pero al toque vuelvo a mí y concluyo que amo las decisiones que tomé y en lo que me convertí. Me quiero mucho. Cuando era más chiquita, lo tenía a Santi o a Diego para preguntarles: “¿Hago esto?”. Y así fue hasta que en un momento dejé de mirar atrás. Hoy no estoy tocando ni con Santi ni con Diego, al que considero el mejor guitarrista que tenemos. No es una cuestión con ellos, sino de mi propio empoderamiento. He sentido envidia, si no sería un alien, pero al toque me siento reconfiada.
–El amor propio no es un pecado, por otra parte.
–Me siento buena cantante, estudié para eso. Me siento buena guitarrista porque estudié para eso. Me vuelve loca la simpleza. También me cabe el artista que llena mucho, me haría muy bien. Tengo que empezar a romperme. Si no cambio nada de acá a 20 años, sería un garrón.
–En “Ganas” te preguntás qué dirá tu mamá y qué dirá tu papá sobre el momento puntual de la canción. Ahora yo te pregunto: ¿qué dicen sobre tu impacto en el espectáculo nacional?
–Están muy orgullosos. Mi mamá es muy fanática de los Beatles… Ella es una mina que no se le cae mucho la baba. Le dije “Ma, voy a hacer un tema con Jorge Drexler, a cuya música llegué por vos” o “Ma, haré algo con Fito…”, y nunca se le cayó la baba. Cuando le dije lo de Paul, la cosa cambió, sí se le movió todo. De chica, siempre me dijo que yo era muy buena, siempre creyó en mi potencial. Me doy cuenta de que la gente que fue apoyada de chica es más lanzada, más confiada. Desde muy chica, mi mamá siempre me dijo “¡Sos muy buena!” o “Zoe, hay gente que está hecha para seguir y otra para que la sigan”. Yo era medio líder en el cole, en el barrio… Ella la vio. Y ahora me dice “¡Sos como una quinta Beatle!”. Y mi papá también me empujó.
–¿Cómo fue en su caso?
–Cuando estudiaba comunicación audiovisual y con Salvapantallas empezamos a viajar, él me dijo “Podés dejar la facu, pero hacé música a fondo”. Mi papá jugó en Los Pumas, es un deportista de alto rendimiento, le van las cosas a fondo, con compromiso. Me han contado que no paran de recibir felicitaciones por lo de Paul, y me pone feliz. Porque cuando me vieron triste y cansada, se preocuparon. Lo sentí. Temblaron. Ahora les toca vivir otra cosa. Se lo merecen.
Más información
Chappell Roan, la popstar queer que fue criticada por no hacer público que votará por Kamala Harris
