El portugués Miguel Gomes devino uno de los directores más prestigiosos de las últimas décadas gracias a la utilización inteligente y novedosa de la ficción y el documental en filmes como Aquel querido mes de agosto (2008) y Tabú (2012). La fabulación libre y la experimentación formal reinciden con ánimo de síntesis en Grand Tour, ganadora del premio a mejor director en Cannes, en donde Oriente aparece como fuente de desplazamiento imaginario y terreno mítico colonial.
Situada equívocamente a fines de la Primera Guerra Mundial en el sudeste asiático, la historia narrada por varias voces en off sigue las peripecias tragicómicas del diplomático británico Edward Abbott (Gonçalo Waddington), que llega a Birmania para casarse con su prometida Molly (Crista Alfaiate), a la que no ve desde hace siete años.
Pero un impulso de fuga que se inicia con un descarrilamiento de tren marca el desencuentro de la pareja y el avance errático y a contracorriente del filme, en el que Edward huye indefinidamente de Molly a la vez que ella pasa a seguirlo.
Ese desajuste con aires de gag tiñe el largometraje entero de Gomes, un despropósito narrativo en el que conviven lúdicamente el blanco y negro y el color, el cine clásico y el contemporáneo, el rodaje en set y en exteriores, el registro real y la actuación, el presente y el pasado.
Distintas temporalidades se superponen en el relato, impunemente anacrónico al mostrar imágenes actuales de los entornos evocados (Tailandia, Filipinas, Japón, China, entre otros países) a la vez que se mantiene el relato histórico, y así en la travesía de Edward y Molly se cuelan motos, hoteles, edificios, espectáculos modernos y esos cantantes de karaoke y bandas musicales de segunda línea que son el sello del realizador lusitano.
El propio “grand tour” era un hábito turístico arraigado en Europa en siglos pasados, y las vivencias del protagonista se nutren de un diario de viaje del escritor decimonónico Somerset Maugham. A un nivel más sutil, los hechos que describen las voces en off no coinciden exactamente con lo que se ve en pantalla, y los personajes de Edward y Molly exhiben gestos y conductas altisonantes, inverosímiles (Molly se ríe de una manera algo vergonzosa).
Entre la ingenuidad virtuosa de Truffaut y el desparpajo de Mariano Llinás, Gomes hace del montaje un arma disruptiva y poética, creando fantasía a la vez que desactiva la ilusión.
Eso no impide que Grand Tour se perciba como una excursión algo cómoda, descomprometida, confirmando que Oriente hace rato que dejó de ser un lugar extraño. Por eso quizás el final sugestivo y poco complaciente evita la conciliación y se interna hacia dentro, ya lejos de toda civilización, al corazón profundo de la selva.
Para ver Grand Tour
Portugal, Italia, Francia, Alemania, Japón, China, 2024. Guion: Telmo Churro, Maureen Fazendeiro, Miguel Gomes y Mariana Ricardo. Dirección: Miguel Gomes. Con: Gonçalo Waddington, Crista Alfaiate y Cláudio da Silva. Duración: 128 minutos. Clasificación: Apta para mayores de 13 años. Se puede ver en Mubi y en la sala del Cine Arte Córdoba.