Carlos Gasalla, el hermano de Antonio Gasalla, habló largo y tendido con los medios en plena despedida del capocómico, antes de partir hacia un cementerio parque.
Dolido, pero sumamente centrado y hablando desde el cariño y el sentido común, el hermano de Gasalla dejó un amplio pantallazo sobre el recuerdo del actor y este duro y triste final.
“Pasó lo que tenía que pasar, Antonio estaba muy enfermo era irreversible”, comenzó admitiendo.
Acto seguido, reconoció el cariño que resurgió con la muerte de su hermano. “No es fácil en la profesión de Antonio, que la gente te quiera tanto. Lo han querido siempre, siempre que salía de los teatros había un montón de gente esperándolo para saludarlo, para sacarse fotos, siempre tuvo una parte del amor del pueblo”.
Sobre la inspiración que generó en otros artistas, el hermano de Gasalla dijo que “Antonio era cascarrabia pero era muy generoso”. “Sabía elegir a la gente que quería que trabajara con él. “Era muy observador, aunque no lo parecía, pero generalmente cuando convocaba elencos sabía lo que quería para cada personaje”
“¿Cómo era Antonio puertas adentro, con sus íntimos?”, le consultó un movilero en su diálogo con la prensa. “Antonio mantuvo siempre con la familia estrecha relación. Lo que pasa que él vivía para lo que hacía, entonces no era fácil, sobre todo cuando hacía TV que había que escribir libretos continuamente, eran días enteros ocupados. Vivió para eso, pero generalmente era muy dado con la familia así que no nos podemos quejar tampoco”
La actuación, su pasión desbordante
“Antonio siempre quiso ser actor, aún a temprana edad, y lo abordó con todo, como hay que abordarlo. Fue al Conservatorio de Arte Dramático, así que tenía un montón de reglas a cumplir. Era muy estricto pero era porque amaba la profesión”, repasó Carlos.
“Vivía viendo revistas del espectáculo que se recibían en mi casa, y hasta llegó a pedir a Hollywood fotos de grandes estrellas, escribía y se las mandaban autografiadas”
El hermano de Antonio también habló sobre lo difícil que fue la última etapa, en la cual la enfermedad que tenía había avanzado mucho.
“El último tramo que le tocó vivir fue una enfermedad penosa e irreversible… desde que lo tuvimos que internar él estaba lúcido relativamente al principio. Después fue perdiendo esa lucidez. Lo tocábamos, le hacíamos algunos masajes y él nos miraba pero no les puedo decir si realmente había algo afectivo o no. La enfermedad que tuvo es muy corrosiva, lamentablemente en los últimos tiempos era imposible el diálogo”.