Flor Ferrero se incomoda cuando le dicen algo que es verdad: su inminente paso de El Doce a TN es un hecho histórico, en tanto y en cuanto no hubo hasta ahora otro caso de un medio televisivo nacional que viniera a Córdoba a buscar a una figura para llevar a su pantalla. Los pocos cordobeses a los que les fue bien allá tuvieron que remarla fuerte hasta conseguir su lugar.
Ella prefiere bajar el perfil, y quitarle tanta pompa al asunto, que, por cierto, la tiene nerviosa. Desde el 1° de enero se sumará al equipo de Tempraneros, el programa que conducirá el también cordobés Mario Massaccesi en la primera mañana de TN.
–¿Grado de ansiedad en este momento, del 1 al 10?
–20. Por no decir lo que empieza con ca. Sería un poquito de ansiedad con miedo.
–¿Cómo fue que se da este pase? De Córdoba, con siete años de laburo en El Doce, a las grandes ligas de la televisión nacional.
–Sin lugar a dudas que son las grandes ligas, pero te digo que no tenemos nada que envidiar acá con el periodismo de Córdoba. Esto fue muy de sorpresa. De hecho, yo estaba pensando en proyectos para 2025, los tenía que presentar y me llama mi jefe un día y me dice venite a mi oficina. “Me preguntaron si estarías interesada en ir a TN”, me dijo... Yo te juro que ahí se me cayeron las medias, como que empecé a temblar. En mi casa se dan con TN por intravenosa más o menos, imaginate. Ahí lo primero que me salió fue como, bueno, sí, qué sé yo, vamos a ver. Total, después hay tiempo para decir que no, como dice una amiga. Justo me agarra en un momento en que no tengo tanto que dejar más que desarmar un departamento y esas cosas. Si lo pienso mucho, no sé. Así que no me hagás pensarlo otra vez.
–¿Qué vas a hacer específicamente allá?
–Voy a estar en Tempraneros desde el 1º de enero, lo cual no me parece tan mal, porque ese día hay como menos gente. Eso me quita un poco de presión. Van a estar Mario Massaccesi y Paula Bernini en la conducción. En el panel son todos repiolas. No te voy a decir que ya los quiero porque voy a quedar rechupamedias, pero recálidos, la verdad. Voy a estar más en espectáculos. En TN está lleno de expertos de la materia, viste que cada uno se especializa en diferentes cuestiones. Voy a tratar de hacerme mi lugar desde ese lado, aunque a mí un poco me gusta opinar de otras cosas.
–Lo que te marcó y te diferenció acá del resto fue tu simpatía, tu desfachatez y tu tonada tan cordobesa. ¿Cómo lo vas a trabajar allá?
–A mí eso me da alegría. Es loco que por ahí en Córdoba se critique tanto la tonada. A mí me mataban, hasta el día de hoy me matan. Una vez un porteño me dijo “Pero ¿por qué vos vas a querer cambiar la tonada si sos de Córdoba?”. Y ahora en TN no me dijeron nada, al contrario, me dijeron no pierdas tu tonada cordobesa. No la voy a exagerar, obvio. Yo digo qué bueno que haya otros acentos en una televisión que tiene alcance nacional y que elijan la tonada de Córdoba. La voy a mantener lo que más pueda.
–Esta semana, cuando se confirmó la noticia, tuvo mucha repercusión en redes. Es mayoría la gente que te tira buena onda, pero yo me quedé helado con muchos opinólogos que te bardean. ¿Cómo te lo tomás, qué análisis hacés de eso?
–Muchos. Mirá, ese es mi gran problema, mi talón de Aquiles y no tengo drama de decirlo. Lo trabajo un montón en terapia. Yo le tengo más miedo a no poder con eso que con el aire. Porque el aire, yo sé que es laburo: es sentarte todas las tardes a ver, leer, estudiar, consumir de todo. Pero los comentarios de las personas, uno no los puede controlar. Si podés modificar la repercusión que tienen en vos. Yo, por ejemplo, en la nota de La Voz recibí un montón de mensajes relindos que me etiquetaban, pero después, cuando empecé a ver uno, dos, tres, que me estaban bardeando, dije “chau”, no los veo tanto. Eso me da mucha tristeza, pérderme los comentarios relindos para no tratar de ver los feos. Y también entra esta lógica de que salta uno a defender y el otro a pelear, y no me gusta. Me dan ganas de meterme debajo de la mesa. En terapia he tratado de que uno nunca sabe lo que le podés despertar a la otra persona que te está mirando. Trato de quedarme con eso. Capaz que hay alguien que ve en mí cosas que en realidad le joden a ellos.
–De todas maneras vas a seguir vinculada con los medios de Córdoba, con El Doce.
–Sí. Ojalá que no me ghosteen, ya les dije a los productores. En El Doce fueron regenerosos en el proceso y me dijeron queremos que sigas vinculada de alguna manera acá. Y sí, quiero seguir haciendo algunas notas o esas cosas. Sobre todo también porque me reimporta el vínculo con Córdoba. Yo me siento muy cordobesa.
–¿Qué pensás que vas a extrañar de esta ciudad?
–Ay, los tiempos. Ayer estuve 24 horas en Buenos Aires, calculé todos los tiempos mal. Todos, todos, eh. Para mí Córdoba tiene una calidez inexplicable, y la chispa esa del día a día, que creo que nosotros no tenemos en cuenta qué tan fuerte es. De que en un semáforo te digan algo, de que en la verdulería te lo venden de una manera muy peculiar. Y después, bueno, obviamente a mis afectos. Yo soy recontrafamiliera y amiguera.
–¿Y a Buenos Aires cómo la enfrentás?
–Con esto que dijiste de una aventura. Y también me lo pongo como una hoja en blanco, para descubrirme un poco yo también. Acá uno está en una cierta zona de confort. Allá también es una oportunidad para esto. Siento que una nueva ciudad, un nuevo escenario, es como si estuviera en una película. Justo ayer leí una frase que dice “al fin y al cabo, la vida es una comedia que hay que actuarla seriamente”. Un poco me la voy a tomar así, como si fuera una sitcom de una cordobesa en Buenos Aires y sus aventuras y eventos desafortunados.
–Flor, todos los éxitos.
–Ay, gracias. ¿Ya está, ya superé la entrevista?
–No pinché ni busqué la polémica.
–Bueno, dale, haceme una picante y ya está.
–¿Lalo Freire o Jorge Cuadrado?
–¡No, qué hijo de su madre! Lalo me mandó un mensaje que tiene cinco palabras que me hizo emocionar. Uno lo ve así, todo dandy, pero no es muy demostrativo en sus sentimientos, y me mató. Y Jorge, la pregunta que más me hicieron en estos años fue “¿cómo te llevás con Jorge Cuadrado?”. Y fue de las personas más generosas con las que me crucé.