Este lunes, Juliana “Furia” Scaglione y Claudio “Papucho” Di Lorenzo volvieron a Gran Hermano gracias al voto del público. Tras la expulsión de Luca, la producción puso en juego el Golden ticket para que dos exhermanitos regresaran a la competencia. ¿Manotazo de ahogado o estrategia perfecta?
El retorno del ticket dorado marcó la cancha del reality una vez más. A tres meses del arranque de la edición 2024-2025, el programa ya tiró parte de su artillería pesada para mantener en alza la atención de usuarios y televidentes, pero le está costando.
Según datos brindados por Kantar Ibope Media, la edición 2022 fue un éxito indiscutible, con picos de rating que pasaron los 20 puntos y una final arrolladora de más de 30 puntos que consagró a Marcos Ginocchio como ganador.
La edición siguiente, en 2023, marcó un leve descenso en el rating, pero seguía siendo lo más visto de la televisión argentina. La gran final tuvo un máximo de 19.3 puntos con la consagración de Bautista Mascia y evidenció un gran interés por el juego en todos los portales de noticias y en redes sociales, debido principalmente a las polémicas actitudes de Furia.
Ahora, el regreso de la porteña a la competencia podría marcar un intento de la producción por volver a aquellos números gloriosos (midió de hecho 16.1 puntos de rating), pero esto sería hacer una lectura demasiado básica.
Romance, guerra y estrategia
Si la edición 2022 de Gran Hermano fue como una precuela de Margarita, de Cris Morena, y la siguiente, la secuela de 300, esta parece ser lo más cercano al filme La red social, ya que está marcada por un alto nivel de estrategia.
Como tal, la edición 2022 fue la novedad, el regreso de un programa funcional en todo el mundo que televisa historias reales a tiempo completo. La edición 2023 fue más violenta y el amarillismo rendía. En comparación, la edición 2024 es más tranquila y tiene una tendencia por la estrategia, pero es la más aburrida.

Por un lado, hay participantes que planifican más la forma de eliminar a sus oponentes, pero en el fondo no se odian. Vimos a Juan Pablo amigarse y enemistarse una y otra vez con la Tana, y a Lourdes y a Sandra, que no se podían ver al principio, pero que, con la llegada de los nuevos, están juntas por conveniencia.
Ahora, con un televidente acostumbrado a la adrenalina del año pasado, no solo del programa sino también de los diferentes eventos que sorprendían al país cada día (y que lo siguen haciendo hoy, desde el Wanda Gate en adelante), este GH no alimenta el fulgor de la competencia.
Por otro lado, hay un marcado desgano en los jugadores al participar por las pruebas y, en su mayoría, una falta de creación de contenido. La producción tiene que incentivarlos constantemente a hacer bailes, trends o incluso pelearse porque no están motivados. Si bien esto no es exclusivo de esta edición, está más presente que en las anteriores.
Furia y Papucho salvan o hunden el barco
En este sentido, no es menor que la gente haya elegido a Furia y a Papucho para que volvieran a la casa. La primera podría aportar la tensión que marcó a fuego su paso por el juego (algo que los participantes saben muy bien), mientras que el segundo traerá algo de esa romántica primera edición.
El profe de reiki, que quedó eliminado por una apendicitis, se ganó el corazón de la gente y su retorno es justicia poética: no podía abandonar la competencia de esa manera.
Ese equilibrio podría llevar al programa a una nueva etapa de éxito o condenarlo al fracaso, y es necesario que el canal se replantee pausar la edición por unos años y dejarla respirar.
En efecto, estrategia
De todas maneras, Gran Hermano es una producción brillante que tiene muchos ases bajo la manga. Está tan bien armado que puede hacerles creer a los demás que necesita pegar un manotazo de ahogado, pero después sale con una elegante y sorpresiva solución que, por lógica, ya tenían planeada.
Aunque todavía hay muchas cosas para cuestionar y cambiar, el programa sigue siendo lo más visto por lejos. Hace unos días, Agustín Guardis, de la edición 2022, dijo que Santiago del Moro aprovechó el drama de Juan Reverdito pidiendo trabajo frente a cámara para aumentar el rating. “Los usan porque se les cae el rating”, soltó, a la vez que aseguró que no se lleva bien con el conductor.
“Santiaguito no necesita a Reverdito para crecer”, dijo Beto Casella, a lo que Edith Hermida agregó: “Gran Hermano te expone, pero no le va bien a todo el mundo. Vos tuviste suerte y tenés trabajo. Todos los que pasaron por ahí pudieron continuar con una carrera en los medios y los otros no. No tiene la obligación de conseguirles laburo a todos. Además, Reverdito lo dijo, Santiago del Moro fue el único que le contestó un WhatsApp cuando estaba mal“.
En conclusión, cada maniobra que hace la producción es una estrategia para mantener viva la llama del reality. Ese es su trabajo, puede funcionar o no. Ya probó eligiendo jugadores para entrar y no le fue tan bien (los terminó sacando por incumplir las reglas y hablar sobre el afuera).
Ahora, hará “lo que dicta el supremo”, es decir, la gente. ¿Usará Furia su viejo juego para sacar enemigos? ¿Papucho optará por actuar más o tendrá perfil bajo de nuevo? Habrá que esperar y ver qué sale de esto.