Un estudio reciente, realizado por la consultora porteña Labi, investigó los consumos de medios y de entretenimiento entre los más chicos en Argentina y dejó varios datos que merecen atención.
Según la investigación, la mayoría de niños y de niñas pasan entre una y tres horas frente a distintas pantallas, algunas en simultáneo. Hasta ahí, el dato podría no sorprender, pero cuando se desglosan los usos, se devela que entre esas pantallas se encuentran principalmente las redes sociales, con un menú de contenidos que prácticamente no tiene mediación.
Otro dato preocupante es que una buena parte de los padres desconoce cuántas horas y qué redes sociales usan sus hijos, en una edad en la que se desaconseja precisamente su uso.
El trabajo fue coordinada por Cielo Saviolo, quien fue fundadora y consultora creativa del canal Pakapaka.
Vamos por partes, para comprender la foto completa.
La investigación se realizó entre septiembre y octubre de este año con una muestra federal de 7.066 casos en población general, de los cuales 250 casos son padres o madres con hijos de entre 6 y 9 años (es decir, la mayoría tiene menos de 6 años).
Ante la pregunta “¿Qué dispositivos suele usar su hijo/a?”, el 71,6% dice que la televisión es lo que más usa, pero, en paralelo, el 46% de los chicos también utiliza el celular. En menor medida se encuentran la tablet (16,1%), la computadora (12,7%) y la consola de juegos (10,8%).
Si se desglosa por nivel socioeconómico, en las clases más acomodadas, como ABC1 y C2, cae el consumo de televisión y aumenta el de celulares (58,8%), tablets (23,3%) y PC (25,1% contra el 2,9% de las clases menos acomodadas), y el uso de consolas de videojuegos casi se duplica en el segmento alto (18,2%).
Según Saviolo, no sólo la consola es el dispositivo más costoso, sino que además “después hay otros costos asociados al consumo de videojuegos, como descargar juegos o comprar accesorios”.
Y agrega: “Les preguntamos a los padres qué es lo que más les regalan a los chicos: y primero, aparece un juguete, pero segundo lo hace el dinero. Eso nos llamó la atención y nos parece que probablemente tiene que ver con que es una etapa en la que empiezan a elegir más autónomamente sus consumos y entonces eligen qué comprar. O empiezan a pedir dinero para esas transacciones del mundo de los videojuegos, algo sobre lo que los adultos tenemos que posar la mirada”.
Saviolo argumenta: “Hay que mirar esta franja de 6 a 9 años porque es la antesala de lo que viene con el juego online. Hay ciertas cuestiones vinculadas con la transacción de estos dispositivos, con lo adictivo de acumular más en el mundo virtual, que probablemente crea una condición más proclive para continuar siéndolo de otras maneras cuando uno crece”.
Una cuestión de tiempo y formato
El informe indica que todos los segmentos sociales están emparejados a la hora de usar pantallas y que la mayoría de los chicos miran entre una y tres horas de pantallas por día en diferentes dispositivos. Tan sólo el 17% lo hace menos de una hora por día y el 13%, más de tres horas.
Sin embargo, sorprende que casi el 16% de los padres dicen no saber cuántas horas pasan sus hijos en sus dispositivos (9,3% en el sector ABC1 y 19,3% en el resto de los sectores).
Esa cifra (y otras vinculadas con los padres) llamó la atención de los investigadores porque el número podría ser más alto si tenemos en cuenta que muchos no se animan a confesar que desconocen ese dato.
“En materia de redes sociales, por ejemplo, el 19,2% de padres y las madres no saben cuánto tiempo sus hijos de 6 a 9 años están en las redes en una edad que no es la adolescencia, ni la pubertad. En una etapa en la que además está desaconsejado su uso”, marca Saviolo.
Y apunta: “Hay que reflexionar y pensar en cómo en esa franja se empiezan a relajar los controles de los consumos que cuando son muy chiquitos sí existen en mayor medida”.
¿Cuáles son las redes sociales y los entornos más usados por los niños? Para sorpresa de nadie, YouTube encabeza la lista, con una cifra elocuente: 64,5% de los chicos miran contenidos ahí.
Como las respuestas podían ser múltiples, hay más datos para analizar: el 24% también mira TikTok, el 11,4% usa WhatsApp; el 10,9% entra en Instagram; el 6,4% en Facebook, y otro 6,4% ve contenido en navegadores.
Si se pone la lupa específicamente en la franja que mira entre una y tres horas de pantalla, el 99,7% usa TikTok, por lo que esto confirmaría la tendencia de que esa red social es la más usada junto con YouTube.
Superabundancia
El problema no es sólo por una cuestión del tiempo que las infancias pasan frente a estos dispositivos, que puede atentar contra el tiempo del juego o del estudio. El dilema de las redes y las plataformas con contenido no mediado, aparentemente gratuito (en el que cualquiera puede subir lo que quiera), es el contenido, el formato y la superabundancia que ofrecen.
“Primero, porque en ese volumen de contenido que dura pocos segundos hay de todo. Hay cosas que son para la edad y hay muchas que no son para la edad. Y hay muchos padres y madres que no terminan de entender, por ejemplo, qué se encuentra en TikTok”, dice Saviolo.
Luego agrega que lo otro que le preocupa es la permanencia y cuán adictivo es el formato: “Los shorts de YouTube y de TikTok están creados para eso, para que se escrolee todo el tiempo y que la experiencia sea ese ‘viaje’. Lo paradójico, a diferencia de otros contenidos anteriores, incluso de YouTube, es que no hay un destino al cual llegar, la forma de consumir es pasar uno detrás de otro sin parar”.
Pasado en limpio: a diferencia de los contenidos pensados para las infancias, como programas o películas animadas, los formatos de redes no cuentan historias con ningún grado de desarrollo que interpele a los chicos a pensar o a concentrarse en algo, al mismo tiempo que sólo se entretienen.
“Eso tiene un impacto en la capacidad de atención y, por supuesto, en la capacidad de educar la mirada para la recepción de contenidos. Nos pasa a los adultos que nos cuesta ya mirar una película muy larga, la vemos con el celular en la mano o la adelantamos. Son cosas que son un síntoma de esta época y que no sucedían en otras. Hay cierta voracidad en el consumo”, describe la especialista.
“El problema es que cuando uno prohíbe el uso de TikTok, los chicos migran y consumen algo muy parecido, que son los YouTube Short. Esa forma de consumo tiene un montón de impacto”, completa.
Un último dato para atender es el masivo uso de WhatsApp de niños de entre 6 y 9 años: “Nos llamó la atención que sea la tercera red más usada. Habla de edades en las que uno creería que no se usa, pero muchos chicos empiezan a tener su propia cuenta, y eso significa que tienen sus propios celulares”, define la especialista.
Y marca: “Hay que reflexionar sobre la importancia de retrasar el ingreso al mundo de las redes, y eso también funciona en la medida en la que uno puede retrasar darles un celular personal a hijos e hijas”.
Qué personajes identifican las infancias
Otros datos interesantes se desprenden de preguntas vinculadas con personajes o con contenidos preferidos de las infancias, según sus padres. Las respuestas más frecuentes: dibujos en Discovery Kids (12,4%), películas (11,1%), dibujos animados varios (10,5%), dibujos en Cartoon Network (7,8%) y dibujos en YouTube Kid (5,6%), entre los más citados.
Las cifras varían drásticamente según el género: si es niña, es más difícil identificar los programas preferidos (el 63% de sus padres dicen que no tienen preferidos); y si es varón, se reparten mayoritariamente entre los ya mencionados.
Si se habla específicamente de personajes, Zamba, de PakaPaka, es uno de los preferidos de sus hijos, según los padres (6,3%). Le siguen Peppa Pig (6,2%) Bluey (3,6%) y Sonic (2,7%), entre otros (más de una veintena). El 33% de los padres de niñas dicen que desconocen qué personaje prefiere su hija.
Al momento de responder cuál serie o dibujo animado prefieren sus hijos, el 6,5% cita a Peppa Pig, el 6,4% a Zamba, el 4,9% a Bluey y el 3,1% a Los Simpson. Los números varían si son nenas o nenes.
¿Cuáles son los canales o youtubers favoritos? Los destacados son: Mr. Beast (3,6%), canales de música (3,5%), Alejo Igoa (3,5%) y Diki Duki Daniel (2,9%), entre otros.
“Hay contenidos y personajes que no son para las infancias. Mr. Beast, por ejemplo”, dice Saviolo, pero luego agrega optimista: “La sorpresa de que Zamba sea el personaje más elegido, y que sea argentino, es hermosa. Es un reconocimiento de que hay una recepción de lo que se hace acá”.
Consecuencias del mal uso de pantallas
El uso de pantallas y de redes sociales se ha convertido en una preocupación creciente para padres, educadores y profesionales de la salud mental.
Mariana Savid, psicopedagoga, y Gabriela Varas, psiquiatra infantojuvenil, analizaron el impacto que estas tecnologías tienen en el desarrollo cerebral y emocional de niños y de adolescentes, haciendo énfasis en los riesgos de la sobreexposición y en la necesidad de un uso equilibrado.
Según Savid, redes sociales como TikTok son especialmente preocupantes, debido a su diseño adictivo: “Es una superapp que combina lo más adictivo de todas las redes. Su algoritmo de videos personalizados activa zonas del cerebro asociadas con la atención y la recompensa, lo que puede derivar en conductas adictivas”.
La psicopedagoga también señaló los peligros del contenido disponible: “Aunque hay videos educativos y entretenidos, también circulan retos peligrosos, material que normaliza la violencia de género o enlaces a sitios de pornografía. Esto puede llevar a problemas serios, como trastornos de conducta alimentaria o exposición prematura a contenidos inapropiados”, marcó Savid.
Por otro lado, resaltó que el consumo de series puede ser más beneficioso que el contenido rápido de TikTok, ya que estimula la atención prolongada y la comprensión crítica. Sin embargo, adviertió que los padres deben informarse y establecer límites saludables.
El cerebro del niño ante el exceso de pantalla
Desde una perspectiva médica, la psiquiatra Gabriela Varas explicó a La Voz cómo el cerebro infantil responde a las pantallas: “El pensamiento conectivo, que se activa rápidamente con estímulos como videos cortos, genera una descarga inmediata de dopamina. Esto mejora el ánimo de forma breve, pero puede predisponer a conductas adictivas”.
Varas advirtió que el exceso de pantallas afecta el desarrollo del pensamiento comprensivo, que es crucial para la atención y el aprendizaje: “La atención es la puerta de entrada al aprendizaje. Si el pensamiento conectivo domina, los niños pueden tener dificultades para concentrarse, asimilar información y asociarla”.
Además, explicó que el abuso de pantallas está relacionado con trastornos de ansiedad, déficit atencional y problemas de sueño, como el terror nocturno, especialmente cuando los niños duermen con el celular cerca.
Recomendaciones para un uso saludable de las pantallas
Ambas especialistas coinciden en que la clave no está en demonizar la tecnología, sino en regular su uso. Estas son algunas pautas prácticas:
- Crear hábitos familiares saludables: evitar el uso de pantallas durante comidas y reuniones familiares para fomentar la conexión y la conversación.
- Predicar con el ejemplo: los adultos deben reducir su tiempo frente a pantallas para enseñar con el comportamiento.
- Establecer consensos: padres y cuidadores deben ponerse de acuerdo sobre los límites y aplicarlos de manera uniforme.
- Fomentar actividades alternativas: reemplazar el tiempo de pantalla con actividades físicas, lectura en grupo o juegos que desarrollen el pensamiento comprensivo.
- Distancia y tipo de dispositivos: priorizar el uso de pantallas más grandes y lejanas, como televisores, en lugar de celulares cercanos a la cara.
La Asociación Americana de Pediatría (AAP) y otros organismos recomiendan los siguientes límites en el uso de pantallas:
- Menores de 2 años: evitar pantallas, salvo videollamadas con familiares.
- De 2 a 5 años: limitar el tiempo frente a pantallas a una hora diaria de contenido de calidad supervisado.
- Mayores de 6 años: establecer límites consistentes según la familia y promover actividades que no involucren pantallas.
- Espacios libres de pantallas: designar momentos como comidas y antes de dormir para desconectar.