Malena Guinzburg volvió a poner en palabras una de las experiencias más profundas y dolorosas de su vida. La actriz y comediante, hija del recordado Jorge Guinzburg, habló con crudeza sobre la relación que tuvo con su cuerpo desde la infancia y cómo el sobrepeso marcó su identidad, su autoestima y sus vínculos durante años.
En una entrevista íntima, la integrante de Las chicas de la culpa confesó que las presiones externas y el sufrimiento interno comenzaron muy temprano.
“A los 12 años mi viejo me propuso internarme”, aseguró, al recordar una decisión familiar. Según explicó, la preocupación no estaba puesta en una cuestión estética, sino en su salud y en el dolor que ella manifestaba.
En una nota con Infobae, Malena detalló el contexto de aquel episodio. “A los 12 años mi viejo me propuso internarme en la clínica de Cormillot (Alberto) para que no empiece el secundario estando tan gorda”, reveló sin vueltas.
“Hoy pienso en una nena de 12 años internada y no lo puedo creer. Pero lo entiendo. Entiendo lo que tanto mi viejo como mi vieja pasaron por todas las etapas de Malena gorda”, reflexionó.
El relato también incluyó recuerdos de la adolescencia, una etapa especialmente dura. Guinzburg contó que a los 15 años ya pesaba alrededor de 90 kilos, lo que la convirtió en blanco de burlas constantes. “Ser vizca, pronunciaba mal la R… me podían cargar por todos lados. Me marcó mucho. Eso para mí es como mi ADN más grande. Mis bases están construidas sobre eso”, expresó.
Durante años, esa mirada ajena se transformó en una voz interna implacable. La humorista reconoció que llegó a sentir odio por su cuerpo y que construyó una identidad atravesada por el maltrato hacia sí misma. Sin embargo, el trabajo terapéutico le permitió modificar ese vínculo y correrse del lugar de jueza permanente.
Hoy, a los 47 años, Malena elige habitar su cuerpo desde la aceptación. Dejó atrás la autoexigencia extrema y aprendió a tratarse con compasión.


























