El fallecimiento de Antonio Gasalla dejó, además de una sensación de melancolía y tristeza, una pregunta incómoda flotando en el aire. ¿Quién ocupa el lugar de estos grandes referentes del espectáculo argentino?
El actor y comediante se ganó, con total justicia, un lugar preponderante entre los grandes del humor en la historia de este país.
Obviamente, no se trata de reemplazar piezas de un tablero y sacar un Gasalla para ubicar a un X en su lugar, ni de hacer comparaciones directas y odiosas. Pero es interesante revisar el proceso por el cual hay espacios o referencias cada vez más difusas en términos culturales y sociales.
La primera respuesta que puede surgir sobre quién reemplaza a Gasalla es la más obvia: nadie.

Sin entrar en evaluaciones subjetivas sobre calidades y talentos, con la partida de estos capocómicos (como también ocurrió con Enrique Pinti, por citar una figura de un calibre similar) da la sensación de que hay un hueco generacional insalvable.
No es para decir que no hay humoristas o que con Gasalla se va también el arte de hacer reír. Lo que sí es evidente es que el cambio en los paradigmas comunicacionales reconfigura también el escenario del humor. Repasemos.
Antonio Gasalla se formó en el Conservatorio de Arte Dramático, se curtió en el under porteño y saltó a la masividad absoluta con El mundo de Gasalla, su programa de televisión, donde sacó de la galera un ejército de personajes tan delirantes como inolvidables.

Así consiguió las prerrogativas suficientes como para imponer siempre sus condiciones y jugar bajo sus reglas, inclusive en el mainstream. El ejemplo más evidente de esto fue su participación en el programa de Susana Giménez.
Uniendo esas puntas, sí surgen algunos nombres que podrían aproximarse a la figura de Gasalla.
Fátima Florez, sin ir más lejos. La imitadora también tuvo un salto en su carrera cuando hizo sus personajes en Periodismo Para Todos, el programa de Jorge Lanata.
Auténtica laburante de la risa, Fátima tiene una extensa y exitosa carrera, aunque estando más bajo el paraguas de la imitación que en la creación de personajes propios. Una parábola similar podría trazarse con Martín Bossi.
Diego Capusotto, en cambio, sí es un inventor de personajes con una agudísima visión social (algo que lo emparentaría a Gasalla), en su tándem creativo junto con Pedro Saborido.

Sin embargo, aunque esté activo en el teatro (de hecho, viene a Córdoba en abril), hace muchísimos años que está alejado de la televisión. Los sketches de Todos x 2 pesos y de Peter Capusotto y sus videos fueron tan buenos que siguen vigentes en redes, pero ese es otro cantar.
Yayo Guridi es otro humorista que podría jugar en esta liga: surgió en la masividad absoluta del universo Tinelli, generó seguidores en Peligro: Sin Codificar y supo reinventarse para insertarse con éxito en el streaming de Olga. Sin embargo, su trascendencia está muy lejos de la que tuvo Gasalla.
Lizy Tagliani es humorista, pero desde otro lugar, mucho más cercana a la conducción o el panelismo.

En el fondo, esto también coincide en algo clave: la televisión dejó de ser el medio masivo y dominante que era años atrás, el mismo que catapultó a Gasalla al estrellato masivo.
¿Dónde quedó el humor?
¿Es acaso que hemos dejado de reírnos? ¿El humor está en crisis, en retirada? Es más probable que sea todo lo contrario. Asistimos a una multiplicación exponencial de la cantidad de material arrojado al vasto océano de la digitalidad con el objetivo de causar gracia. Lo que ocurre es un fenómeno que se repite en muchos otros ámbitos: hay una microsegmentación cada vez más profunda.
Hoy básicamente hay contenido como para reír de absolutamente cualquier cosa que sea que nos dé gracia. Sólo hay que saber encontrarlo.
Y hay casos locales de muchísimo éxito en redes, que cuentan seguidores y visualizaciones de a millones, que pueden ser absolutos desconocidos para otros tantos.
El cordobés Alex Pelao, quien se presenta como “creador de videos bizarros”, tiene 2,4 millones de seguidores en Instagram y es un ejemplo perfecto de ese fenómeno.
En un registro completamente diferente (mucho más ATP), otro cordobés, Gastón Massa, también hace humor en redes y ha crecido exponencialmente en los últimos meses.
También hubo algunos años atrás una explosión del stand up como género humorístico apto para principiantes, algunos de los cuales se convirtieron en auténticas figuras masivas (dentro de su nicho).
Lo que todos tienen en común es que cada cual fue haciendo su recorrido, muy cerca de la autogestión y la producción independiente.
En definitiva, probablemente haya alguien con el “genio” de Gasalla por ahí (o aparecerá en algún momento), pero lo que sí es casi seguro es que tendrá más complicado tener semejante nivel de reconocimiento y de unanimidad en torno a su figura.
El mundo, qué duda cabe, es otro.