Este lunes, Riad, la capital de Arabia Saudita, será escenario de una reunión clave en el complejo tablero geopolítico que lleva más de tres años marcado por la guerra en Ucrania. Estados Unidos convocó a Rusia y a Ucrania a iniciar conversaciones con el propósito de avanzar en la posibilidad de un cese del fuego. Si bien las expectativas son mesuradas, el simple hecho de que ambas naciones se sienten a la mesa, bajo la mediación de un tercer actor como Arabia Saudita, es un indicio de que la diplomacia, aunque desafiante, sigue siendo una opción viable.
El diálogo mediado se desarrollará por separado en la metrópoli más poblada de la península arábiga, construida en una gran meseta en el desierto de An-Nafud.
Según lo adelantado por el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, el encuentro comenzará con una reunión bilateral entre Ucrania y Estados Unidos, antes de que se dé el turno a los representantes de Rusia. La estrategia parece seguir el patrón de la diplomacia contemporánea, en la que las potencias globales y regionales se esfuerzan por sortear las tensiones a través de un formato indirecto, cada vez más frecuente en este conflicto. Las palabras del mandatario ucraniano durante su reciente visita a Noruega revelan una disposición por parte de Ucrania de negociar, pero también la necesidad de tener una interlocución directa con Washington antes de sentarse con Moscú.
Rumores de pasillo
En los pasillos de la diplomacia internacional, cada detalle cuenta. Es por eso que, según Zelenski, se está preparando un listado de infraestructuras civiles que serán consideradas dentro de la posible tregua de 30 días que se espera acordar. Esta medida tiene como fin evitar futuros ataques a objetivos civiles, una de las principales preocupaciones a la hora de reducir la intensidad de los combates. El líder ucraniano, al parecer, responde a una solicitud del expresidente Donald Trump, lo que añade una capa adicional de complejidad a la diplomacia estadounidense en la región, dada la histórica relación tensa entre Washington y Moscú.
De hecho, el 24 de marzo no será la primera vez que Arabia Saudí se convierte en el punto de encuentro de potencias en conflicto. Ya en febrero, las conversaciones entre Washington y Moscú tuvieron lugar en Riad, aunque en esa ocasión sin la presencia de representantes ucranianos, lo que suscitó cierto escepticismo en Kiev. Esta vez, el formato de las negociaciones es más inclusivo, aunque el hecho de que las partes se encuentren por separado podría generar nuevos interrogantes sobre el alcance real de los acuerdos que puedan alcanzarse.
Por parte de Rusia, la cita ha sido confirmada por Yuri Ushakov, asesor de política internacional del presidente Vladimir Putin. Ushakov, quien es uno de los principales rostros del Kremlin en temas diplomáticos, adelantó que los negociadores rusos estarán liderados por dos figuras experimentadas: Grigori Karasin, presidente del Comité de Asuntos Internacionales del Senado, y Sergei Beseda, asesor del Servicio Federal de Seguridad. Ambas figuras son descritas por Ushakov como expertos en cuestiones internacionales, lo que subraya la importancia que Moscú le otorga a esta instancia de diálogo.
Dinámica diplomática
El asesor de Putin también mencionó que las conversaciones con Estados Unidos, lideradas por Mike Waltz, asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, se han mantenido de manera regular, lo que sugiere que ya hay una dinámica de comunicación constante entre ambos países. No obstante, el hecho de que la agenda para la reunión aún no esté completamente definida añade un aire de incertidumbre a lo que podría ser un avance importante o, por el contrario, un simple intercambio de posturas sin avances concretos.
Este tipo de encuentros de alto nivel no son nuevos, pero adquieren una relevancia particular en el contexto de la guerra en Ucrania. En marzo de este año, por ejemplo, las conversaciones entre Kiev y Washington también se llevaron a cabo en Riad, en un encuentro que desembocó en la propuesta de suspender los ataques sobre las infraestructuras energéticas de ambos países durante 30 días. Aunque la propuesta fue un paso hacia el entendimiento, los desafíos siguen siendo monumentales.
El futuro de la guerra en Ucrania está marcado por varios factores que escapan a la mera voluntad de negociación de las partes involucradas. En primer lugar, las líneas de frente siguen fluctuando y el terreno de combate sigue siendo, en muchos casos, impredecible. La interacción de intereses entre Occidente, representado por Estados Unidos y sus aliados, y Rusia, se convierte en un espacio de poder cada vez más complicado. A esto se suman las demandas internas de cada nación, en especial las de Ucrania, que no puede permitirse ceder en cuestiones clave como la soberanía territorial o la integridad de sus fronteras.