Este domingo, Alemania tiene una cita decisiva con las urnas para elegir al nuevo canciller en unos comicios que, por primera vez en muchos años, no siguen el cronograma electoral habitual. La compulsa legislativa fue adelantada siete meses debido a la crisis política interna que afectó al gobierno de coalición encabezado por el actual jefe de Gobierno, Olaf Scholz. La incertidumbre general y la creciente insatisfacción de la opinión pública llevaron a los principales partidos a coincidir en la necesidad de convocar a elecciones anticipadas, con el propósito de evitar un riesgoso parate legislativo y darle un nuevo aire al sistema político alemán.
El adelanto de las elecciones responde también a la presión de un electorado que clama por un cambio en la administración, especialmente después de la pérdida de apoyo que experimentó el gobierno actual en las encuestas. A través de esta convocatoria, los alemanes tienen la oportunidad de definir no solo el liderazgo político del país, sino también el rumbo económico, social y medioambiental para los próximos años.
Un sistema virtuoso
Alemania cuenta con una población de 84,5 millones de habitantes, pero el derecho al voto está reservado a los ciudadanos alemanes mayores de 18 años, es decir, unos 59,2 millones de personas. Un aspecto característico del sistema electoral alemán es que el voto es accesible de manera automática en los municipios. Esto significa que los votantes no necesitan inscribirse previamente para participar de manera activa en las compulsas democráticas, excepto aquellos que residan en el extranjero, quienes deben presentar una solicitud especial para poder sufragar. Además, el voto por correo está disponible para todos los ciudadanos, lo que facilita la participación de los electores en diversas circunstancias.
El sistema de representación proporcional personalizada, que define las elecciones en Alemania, permite que cada votante emita dos votos. El primero es para elegir a un candidato local en su circunscripción, mientras que el segundo es para votar por un partido político. De este modo, se asegura una representación amplia y diversa en el Bundestag. Así se denomina al máximo órgano legislativo federal, comparable con nuestra Cámara de Diputados de la Nación o con la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. La principal institución parlamentaria de control del Gobierno germano y encargada de elegir al Canciller de Alemania, está compuesta por 630 bancas, por lo que se necesitan 316 para nombrar al canciller y formar gobierno.
El sistema está concebido de tal manera que permite que las fuerzas políticas minoritarias tengan representación en el Parlamento. Esto hace que la puja electoral sea muy competitiva.
Los principales candidatos
En un escenario electoral signado por la incertidumbre y un ríspido debate de ideas y propuestas, cinco candidatos de los 29 anotados aparecen con chances reales de superar la barrera del 5% del total de votos válidos emitidos exigidos por la ley electoral para participar en el reparto de los 630 escaños del Parlamento.
El actual jefe del Gobierno, Olaf Scholz (65), busca renovar su mandato. El postulante del Partido Socialdemócrata (SPD) ocupa un lugar central en el escenario político alemán; está vinculado al ala más conservadora de su partido. Sin embargo, su mandato ha sufrido dificultades políticas y una serie de desacuerdos internos dentro de la coalición de centroizquierda y progresista que erosionaron su popularidad. A pesar de esto, Scholz se presenta como un candidato con experiencia y con un enfoque moderado en varios temas clave.
Su principal adversario es Friedrich Merz (69) quien lidera la alianza entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU). Merz, conocido por sus posturas liberales en materia económica y conservadoras en temas sociales, es visto como una opción de cambio frente al gobierno actual. Su propuesta se centra en una drástica reforma económica y una política fiscal más favorable al sector privado. Según las encuestas, tiene amplias posibilidades de convertirse en el próximo canciller.
Christian Lindner, del Partido Democrático Libre (FDP), asoma como “el tapado” en la disputa principal. Sustenta su candidatura en una propuesta de transformación profunda del sistema económico alemán. El exministro de Finanzas se caracteriza por su enfoque liberal en la economía desde el que propone una drástica reducción de impuestos corporativos y reformas estructurales. Sin embargo, su partido enfrenta el riesgo de no superar la barrera del 5% de respaldo exigido por la ley electoral, lo que pondría en peligro su representación en el Bundestag.
Los que empujan desde atrás
Robert Habeck, el actual ministro de Economía y Protección del Clima de Alemania y candidato del partido ecologista Alianza 90/Los Verdes, también se presenta como una alternativa en un país que enfrenta desafíos medioambientales cruciales. A pesar de sus esfuerzos por posicionarse como un defensor pragmático de la transición ecológica, las encuestas lo sitúan con bajas probabilidades de éxito en las elecciones de este domingo. Los Verdes, sin embargo, siguen siendo una fuerza influyente en la política alemana, especialmente entre los votantes más jóvenes y con conciencia ambiental..
Por último, el partido La Izquierda (con amplia base electoral en el este del país) presenta a Jan van Aken y Heidi Reichinnek como sus candidatos a canciller. Este partido, de corte socialista y antifascista, lucha por mantener su representación en el Parlamento en un contexto donde sus posibilidades se encuentran en el límite del 5% requerido por la ley electoral. Junto a ellos, Alice Weidel, de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), pretende atraer el voto de aquellos descontentos con las políticas migratorias y la postura del gobierno frente a Ucrania. No obstante, AfD tiene pocas posibilidades de integrarse en una coalición de gobierno, dada la negativa de otros partidos a formar alianzas con ellos.
Propuestas en debate
El principal desafío de estas elecciones anticipadas radica en la diversidad de posturas respecto a temas fundamentales. En primer lugar, la economía y la cuestión fiscal se presentan como el eje central de la campaña. El SPD y Los Verdes impulsan el Fondo Alemania, que busca financiar infraestructuras clave con créditos estatales, mientras que La Izquierda propone un mayor gasto público en vivienda, un área donde considera que Alemania necesita una intervención urgente.
En el campo de los impuestos, la batalla es intensa. El SPD plantea un alivio fiscal para el 95% de los contribuyentes, aumentando el umbral del impuesto máximo, mientras que la CDU/CSU y el FDP proponen reformas para reducir los impuestos sobre la renta y corporativos, lo que generará una reconfiguración del panorama fiscal alemán.
Por otro lado, la inmigración y la política exterior también figuran entre los principales puntos de debate. Mientras la CDU/CSU aboga por políticas restrictivas, los Verdes promueven un enfoque más inclusivo y de reparto justo de los refugiados a nivel europeo. En cuanto al conflicto en Ucrania, el SPD ha adoptado una postura moderada, mientras que AfD exige el cese del apoyo militar a Kiev.
Con estas elecciones, Alemania se enfrenta a una elección crucial no sólo por la renovación del liderazgo, sino por la definición de su modelo económico, social y político. La incertidumbre política, los retos económicos y el enfoque medioambiental dominarán la campaña, y la decisión del electorado será vital para el futuro del país.