Luiz Inácio “Lula” da Silva volvió al ruedo político de Brasil a paso de multitud.
El expresidente lanzó el sábado en San Pablo su precandidatura a las elecciones presidenciales del próximo 2 de octubre, donde medirá fuerza con el actual mandatario, Jair Bolsonaro, y una decena de aspirantes al despacho mayor del Palacio de Planalto.
El exobrero metalúrgico y dirigente gremial regresó de ese modo a la primera línea política más de una década después de dejar el poder con la misión de derrotar a la propuesta de Bolsonaro, consciente de la ventaja que le atribuyen las encuestas.
En su mensaje a la muchedumbre, el hijo dilecto de Pernambuco destacó la necesidad de “restaurar la soberanía nacional” y “recuperar el papel internacional de Brasil”.
Reforzando la consigna, Lula manifestó su intención de poner fin a la “política irresponsable y criminal” de Bolsonaro, cuya “sumisión a los negacionistas” durante la pandemia, entre otras políticas, “relegó a Brasil como paria del mundo”.
Duro contra Jair
“Nunca un gobierno como el que hemos tenido hasta ahora ha promovido tanto la intolerancia, la discriminación y la violencia”, destacó en un párrafo dirigido a destinatarios claros: las mujeres y los grupos segregados por su orientación sexual,
“Todo lo que hemos conseguido está siendo destruido por el Gobierno actual”, lamentó el fundador y líder del Partido de los Trabajadores (PT) y dos veces presidente de Brasil.
También cargó con dureza contra Bolsonaro al acusarlo de “arrebatar la soberanía energética” del país con su intención de privatizar la petrolera estatal Petrobras, dentro de un mensaje de restauración donde también dedicó palabras a la protección medioambiental de la Amazonia y de la población indígena.
Dirigentes de partidos políticos aliados, representantes de movimientos sociales, artistas y personas vinculadas a Lula se sumaron al mitin.
La ceremonia comenzó con la proyección de un video recordando los 580 días que Lula estuvo en prisión. El material también recordó la vigilia realizada frente a la sede de la Policía Federal en Curitiba. Un tribunal de esa ciudad, capital del Estado de Paraná (en el sur del país), condenó al líder del PT a nueve años de prisión por supuestos delitos de corrupción. El castigo inhabilitó a Lula como candidato presidencial cuando era amplio favorito en las encuestas para las generales del 7 de octubre de 2018, en las que finalmente triunfó Bolsonaro.
En 2021, el Tribunal Supremo de Brasil anuló la sentencia y la semana pasada el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ratificó que Da Silva no contó con las garantías legales durante los procesos penales que piloteó el mediático juez Sérgio Moro, luego nombrado ministro de Justicia por el actual presidente brasileño.
Geraldo, por video
El precandidato a presidente de Lula, el exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, participó del acto a través de un video proyectado en una pantalla gigante. No pudo hacerlo de manera presencial porque el viernes último le diagnosticaron Covid-19.
Para justificar la alianza con Alckmin, Lula citó al filósofo y pedagogo brasileño Paulo Freire: “Nunca olvido las palabras de Paulo Freire: ‘Es necesario unir a los divergentes para enfrentar mejor a los antagónicos’”, razonó.
Con la oficialización de la precandidatura, Lula dio un paso importante hacia las elecciones de octubre. Según la última encuesta de Ipespe, el candidato petista tiene el 44 por ciento de las intenciones de voto en la primera vuelta, frente al 31 por ciento de Jair Bolsonaro.
