El ahora exprimer ministro Boris Johnson navegaba por las siempre turbulentas aguas de la política británica como un acorazado que daba la impresión de ser indestructible.
Su capacidad descomunal para capear temporales y salir casi indemne del ojo de cada tormenta que lo atrapaba en su travesía, alimentaba esa sensación de invulnerabilidad.
También aportó a esa cualidad su condición de favorito de la mítica y encumbrada líder conservadora Margaret Thatcher. La predilección asomó cuando la “Dama de Hierro” ejercía con mano dura la jefatura de gobierno del Reino Unido y él llegaba hasta el escritorio principal de la residencia oficial y oficina de trabajo de la lady mayor –en el 10 de Downing Street–, cada vez que el Daily Telegraph publicaba un análisis económico con la firma del columnista.
Johnson trabajó como corresponsal en Bruselas, Bélgica, de ese prestigioso periódico londinense. También se lució por su pluma precisa y visión aguda en The Times y en el Express & Star, entre otros medios gráficos.
Su artículo de 1989 titulado el “Plan Delors para Gobernar Europa”, que describía con pelos y señales cada una de las fases de la estrategia de Jacques Delors para avanzar hacia la unión monetaria en el viejo continente terminó por calcificar la admiración de Thatcher por el talentoso articulista con pasado como estudiante de Filología Clásica en la Universidad de Oxford.
El joven redactor con apetencias públicas sacó provecho del madrinazgo thatcheriano a la hora de cavar los cimientos de su construcción política.
En 2008 llegó a la alcaldía de Londres y desempeñó el cargo hasta 2016.
Boris Johnson: marca olímpica
En la medianera de su doble mandato consecutivo, su nova como prominente dirigente conservador brilló en el firmamento inglés y europeo en ocasión de la disputa en la capital inglesa de los Juegos Olímpicos 2012.
El hado especial también se mantuvo incandescente a lo largo de todo el proceso destinado a eyectar al Reino Unido de la Unión Europea, campaña que Boris lideró en gran medida con disparos certeros contra la base de sustento del entonces primer ministro David Cameron.
Este dirigente conservador renunció a la máxima magistratura de su país luego de que el pueblo británico, a través de un referéndum de final para el infarto, aprobara el Brexit.
Gobierno de Johnson: salto en alto
El 23 de julio de 2019, tras la abdicación de Theresa May al liderazgo del Partido Conservador, esta fuerza política le confió el mando a Johnson, quien asumió el cargo de primer ministro al día siguiente.
Recibió sin chistar la herencia de un gobierno en minoría que dependía de los votos del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte para aprobar la legislación y cada decisión del nuevo mandatario. Eso no hizo mella en su voluntad para insistir hasta el cansancio con que Gran Bretaña debía abandonar la UE ese mismo año, sin más dilaciones.
Su deseo se cumplió el 23 de enero de 2020, cuando el acuerdo del Brexit se convirtió en ley tras la aprobación del Parlamento del Reino Unido, decisión que fue refrendada seis días más tarde por el Parlamento Europeo.
La caída de Boris Johnson
A casi tres años de su encumbramiento al máximo sitial político británico, Johnson anunció este jueves su dimisión, impactado en su línea de flotación por los escándalos éticos sin solución de continuidad desde hace meses y por la evidente falta de apoyo de su propio espacio político que el martes último le asestó la estocada final con la renuncia masiva de ministros y colaboradores directos.
Johnson aclaró que dejaba el liderazgo del Partido Conservador, pero que seguirá como primer ministro interino hasta que su espacio político elija su sucesor pese a que varios diputados oficialistas consideran que debe irse lo más pronto posible para evitar una parálisis administrativa.
Quien agarre la posta tendrá que tomar distancia de forma inmediata de los aspectos más problemáticos del legado de Johnson, estabilizar el barco y fortalecer al Partido Conservador antes de las próximas elecciones generales, que aguardan agazapadas a la vuelta de la esquina.
En “gateras”
En ese horizonte de sucesión, asoman el fiscal general Suella Braverman; Rishi Sunak, exjefe del Tesoro; Nadhim Zahawi, jefe del Tesoro; Sajid Javid, exsecretario de Salud, y Ben Wallace, secretario de Defensa. También despuntan Jeremy Hunt, exministro de Gabinete; Tom Tugendhat, presidente del Comité de Asuntos Exteriores Comunes; Penny Mordaunt, ministro de Comercio, y el secretario de Estado, Michael Gove.
Los candidatos que deseen postularse al cargo deben ser nominados por dos legisladores conservadores; cada aspirante necesita, además, reunir al menos ocho avales. Luego los parlamentarios oficialistas realizan varias rondas plebiscitarias que van reduciendo la cantidad de postulantes.
La votación es secreta y la instancia se repite tantas veces hasta que quedan dos candidatos; de ellos saldrá finalmente el nuevo líder tras una votación por correo de los miembros del Partido Conservador.
El cronograma selectivo sería anunciado la semana próxima.
