La reunión del 7 de julio de 2025 entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en la Casa Blanca, es un evento clave en las negociaciones para alcanzar una tregua en el conflicto entre Israel y Hamas en Gaza.
Este encuentro, el tercero desde que Trump asumió su segundo mandato en enero de 2025, refleja la centralidad de su administración en los esfuerzos por estabilizar Oriente Próximo, una región marcada por tensiones geopolíticas.
La estrategia de Trump, que combina una retórica impredecible con acciones audaces, parece alinearse con la “Teoría del Loco”, un enfoque que ha definido su política exterior y que busca mantener a aliados y adversarios en un estado de incertidumbre para maximizar su influencia.
Guerra devastadora
El conflicto en Gaza, desatado el 7 de octubre de 2023 tras un ataque sorpresa de Hamas que dejó 1.200 muertos en Israel y 251 secuestrados, ha generado una devastadora respuesta militar israelí.

Según fuentes palestinas, más de 57 mil personas han muerto en Gaza, de las cuales aproximadamente el 70% son civiles, incluyendo mujeres y niños.
En Israel, además de las 1.200 víctimas iniciales, se han registrado al menos 1.500 bajas civiles adicionales debido a enfrentamientos esporádicos y ataques con cohetes.

Estas cifras, recopiladas hasta julio de 2025, reflejan una crisis humanitaria sin precedentes, con Gaza al borde del colapso por la falta de ayuda y la destrucción de infraestructura.
Negociaciones complejas
La reunión en la Casa Blanca se centró en una propuesta de tregua temporal de 60 días, negociada en Doha bajo mediación de Qatar y Egipto.
Esta iniciativa contempla la liberación de 10 rehenes israelíes vivos y los restos de 18 fallecidos, a cambio de la excarcelación de hasta 1.000 presos palestinos, la apertura de pasos fronterizos para ayuda humanitaria y una retirada parcial de las tropas israelíes.
Sin embargo, las negociaciones enfrentan obstáculos: Hamas exige garantías de un cese permanente de hostilidades, mientras que Netanyahu insiste en mantener el control militar de Gaza y desmantelar a Hamas como objetivo irrenunciable.
¿Qué es la “Teoría del Loco”?
La estrategia de Trump en Oriente Próximo se enmarca en la “Teoría del Loco” (Madman Theory), una construcción teórica popularizada por Richard Nixon durante la Guerra Fría, que busca proyectar una imagen de imprevisibilidad para disuadir a los adversarios y presionar a los aliados.
Trump ha aplicado esta táctica con declaraciones y acciones que generan incertidumbre, como su controvertida propuesta de febrero de 2025 que planteaba que Estados Unidos tome el control de Gaza para reconstruirla tras deportar a 1,5 millones de palestinos, una idea rechazada por aliados árabes como Egipto y Jordania.
Esta postura, junto con su respaldo a los bombardeos estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes en junio de 2025, refuerza la percepción de que Trump está dispuesto a tomar medidas drásticas para imponer su agenda.
La ejecución de la propuesta de Trump para Gaza echaría por tierra las normas elementales del orden internacional y la Carta de las Naciones Unidas, creados para reestablecer la paz tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

Previo a la reunión con Netanyahu, Trump empleó esta imprevisibilidad al presionar públicamente por un acuerdo inmediato, afirmando que “hay buenas posibilidades” de lograr una tregua esta semana.
Sin embargo, su insistencia en una solución rápida contrasta con las demandas de Netanyahu, quien enfrenta presiones internas de su coalición ultranacionalista, reacia a cualquier concesión que pueda interpretarse como una victoria de Hamas.
Gaza e Irán, frentes abiertos
La capacidad de Trump para navegar estas tensiones, combinando amenazas veladas con incentivos diplomáticos, es un ejemplo claro de la “Teoría del Loco” en acción: mantener a todas las partes desbalanceadas mientras busca resultados tangibles.
El liderazgo de Trump en Oriente Próximo también se refleja en su impulso a los Acuerdos de Abraham, que buscan normalizar relaciones entre Israel y países árabes como Arabia Saudita.
Este objetivo, sin embargo, se ve complicado por la crisis en Gaza, que ha generado críticas internacionales y tensiones con aliados occidentales como Reino Unido, Francia y Canadá, que han condenado la ofensiva israelí por su impacto humanitario.
La reunión de Trump con Netanyahu también incluye la amenaza iraní, un tema en el que ambos líderes han mostrado sintonía tras los ataques estadounidenses a instalaciones nucleares iraníes en Fordo, Natanz e Isfahán.
Trump ha utilizado estos ataques para reforzar su postura de “paz a través de la fuerza”, una doctrina compartida con Netanyahu, quien celebró la operación como un paso hacia la contención de Irán.

Sin embargo, la insistencia de Trump en negociar directamente con Teherán sobre su programa nuclear ha sorprendido a Israel, evidenciando las tensiones en una relación que, aunque estratégica, no está exenta de desencuentros.
Estatregia de doble filo
La reunión refuerza el papel de Trump como un actor central en la región. Para que la tregua prospere, Trump deberá equilibrar su apoyo incondicional a Israel con las demandas de los mediadores árabes y las expectativas de la comunidad internacional, una tarea que pondrá a prueba los límites de su “Teoría del Loco”.
En conclusión, el encuentro con Netanyahu recalca el interés de Trump de reconfigurar Oriente Próximo según su visión de estabilidad y poder. No obstante, la complejidad del conflicto en Gaza y el choque bélico entre Israel e Irán exigen una diplomacia más allá de gestos audaces.
Si bien la imprevisibilidad de Trump puede abrir ventanas de oportunidades, también puede exacerbar las tensiones de una región en llamas.
*Analista internacional especializado en Defensa y Seguridad en Estados Unidos; docente de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.