El canciller ruso, Sergei Lavrov, advirtió que “Ucrania corre el riesgo de provocar la III Guerra Mundial” y aseguró que la amenaza de conflicto nuclear “no debe subestimarse’'. Al mismo tiempo, su país atacó instalaciones ferroviarias y de combustible, como parte de la nueva ofensiva de Moscú en el este de Ucrania.
Estados Unidos se está apresurando en llevar más armamento a Ucrania, y desde el país norteamericano aseguran que la asistencia de los aliados occidentales está marcando la diferencia en la guerra iniciada hace dos meses.
“Rusia está fracasando. Ucrania está teniendo éxito’', declaró este lunes el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, después de que él y el secretario de Defensa de Estados Unidos visitaran Kiev para reunirse con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, dijo que Estados Unidos quiere que Ucrania siga siendo un país soberano y democrático, pero también quiere “ver a Rusia debilitada hasta el punto de que no pueda hacer cosas como invadir Ucrania’'.
Las declaraciones de Austin parecían marcar un cambio en los objetivos estratégicos de Estados Unidos, dado que antes Washington había dicho que el objetivo de la ayuda militar estadounidense era ayudar a Ucrania a ganar y defender a los vecinos de Ucrania miembros de la OTAN contra las amenazas rusas.
En una aparente respuesta a Austin, el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, dijo que Rusia tiene “la sensación de que Occidente quiere que Ucrania siga combatiendo y, a su parecer, cansar, agotar al ejército ruso y el complejo industrial militar ruso. Esto es una fantasía’'.
Las armas proporcionadas por países occidentales “serán un objetivo legítimo’', dijo Lavrov, que acusó a los líderes ucranianos de provocar a Rusia al pedir que la OTAN se implique en el conflicto. Las fuerzas de la OTAN están “avivando el fuego”, dijo Lavrov, según una transcripción de sus declaraciones en el sitio web del Ministerio ruso de Exteriores.
“Todo el mundo está recitando conjuros de que en ningún caso podemos permitir una Tercera Guerra Mundial’', dijo Lavrov en una entrevista en la televisora rusa.
El canciller añadió que no querría que los riesgos de una confrontación nuclear “se inflen de forma artificial ahora, cuando los riesgos son bastante significativos’'.
“El riesgo es grave’', dijo. “Es real. No debe subestimarse’'.
La respuesta de China
El Gobierno de China afirmó este martes que “nadie quiere una Tercera Guerra Mundial”, horas después de que el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, advirtiese del “riesgo real” de que el conflicto en Ucrania derivase en otro a gran escala entre potencias.
El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Wang Wenbin, instó a “todas las partes” a apostar por el diálogo “para impedir que escale el conflicto, para evitar que Europa y el mundo paguen un precio más alto”, según declaraciones recogidas por la televisión oficial.
Pekín, que ha evitado condenar la ofensiva lanzada por Moscú sobre territorio ucraniano, reacciona de esta manera a unas palabras de Lavrov en las que éste señalaba que “el peligro es serio, es real”, y “no se puede subestimar”. El jefe de la diplomacia rusa comparó en una entrevista la situación actual con la Crisis de los Misiles de Cuba.
Entonces, en 1962, “había un canal de comunicación en el que los dirigentes confiaban”. “Ahora no existe ese canal y nadie está intentando crearlo. Hay intentos tímidos que se han hecho en la primera fase, pero no han dado resultado”, declaró.
Situación de la guerra
Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, su objetivo aparente era tomar Kiev, la capital. Pero los ucranianos, con la ayuda de las armas occidentales, obligaron a las tropas de Putin a retirarse de manera parcial.
Moscú dice ahora que su objetivo es tomar el Donbás, donde la población lucha por sobrevivir sin muchos suministros básicos.
“Cuando uno abre una botella de plástico y hace ruido, se preocupa de pronto (pensando que es una explosión), por todos esos estallidos. Cualquier cosa que pase, cualquier ruido, si nuestros vecinos golpean la puerta, una puerta de metal, asusta”, dijo Andriy Cheromushkin, que vive en Torestsk, una pequeña ciudad al sur de Kramatorsk.
“Uno se siente tan desesperado que no sabes que debería hacer o no debería hacer. Porque para hacer algo hace falta dinero, y ahora no hay dinero’', dijo.
El Ministerio de Defensa de Gran Bretaña, por su parte, dijo este martes que las fuerzas rusas tomaron la ciudad ucraniana de Kreminna, en la región de Luhansk, tras días de batallas callejeras.
“Supuestamente, la ciudad de Kreminna ha caído y se reportan intensos combates al sur de Izium, mientras las fuerzas rusas intentan avanzar hacia las ciudades de Sloviansk y Kramatorsk desde el norte y el este’', señaló el ejército británico en un tuit este martes.
El Estado Mayor ucraniano reportó ataques rusos en Járkiv, la segunda ciudad más grande del país. Moscú intenta asegurar el control de las regiones de Donetsk y Lugansk, que forman el Donbás, el corazón industrial de Ucrania en el este del país, y establecer una conexión terrestre con Crimea.
En la zona de Velyka Oleksandrivka, una aldea en la región de Jersón -en su mayoría controlada por los rusos-, las fuerzas ucranianas destruyeron un depósito de munición y “eliminaron’' a más de 70 soldados, agregó el Estado Mayor.
El gobernador de la región de Luhansk, Serhiy Haidai, dijo a través de la aplicación de mensajería Telegram que las fuerzas rusas atacaron a civiles en 17 ocasiones en las últimas 24 horas, y que las ciudades más afectadas por la ofensiva fueron Popasna, Lysychansk y Girske.
Cuatro personas murieron y nueve resultaron heridas el lunes en los ataques rusos sobre la región de Donetsk, según indicó en Telegram su gobernador, Pavlo Kyrylenko. Entre los muertos había una niña de 9 años y un niño de 14.