Enviado especial
Son muy pocos los temas en que la mayoría de los israelíes están de acuerdo. Uno de ellos es la prioridad de recuperar los 48 rehenes que aún están presos en la Franja de Gaza. Los quieren de vuelta en casa, tanto a los vivos como a los muertos. Cuentan los días desde aquel fatídico 7 de octubre de 2023 y la suma ya superó los 710.
La gran pregunta que se plantean es cómo recuperar a sus seres queridos. Si bien la respuesta del gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu parece bastante clara: presionar y perseguir a los miembros de Hamas hasta que se rindan o no les quede más remedio que negociar, la metodología en el terreno genera debates entre la población e incluso entre el mando militar.

Dos divisiones del Ejército ingresaron anoche a la ciudad de Gaza, confirmó Roni Kaplan, vocero para América latina de la fuerza israelí. Esperan combatir contra unos dos mil terroristas de Hamas. Primero avanzan con tanques y luego seguirán las tropas de infantería.
Días antes del ataque, el mismo jefe del Ejército, Eyal Zamir, expresó sus diferencias con Netanyahu respecto de iniciar una guerra en el escenario de una ciudad como Gaza, llena de escombros y atravesada por un laberinto de túneles subterráneos donde los soldados israelíes se verán obligados a combatir cuerpo a cuerpo.
Saben que la enorme diferencia militar entre ambos bandos se reduce en esas condiciones y que el riesgo para sus soldados aumenta de manera exponencial.
Cuestión de método
Un indicio de esas diferencias de criterio es que la operación militar para controlar Gaza fue anunciada hace más de 15 días y recién este martes se está concretando. Uno de los títulos de The Times de Israel afirma que familiares de rehenes protestan frente a la casa del primer ministro.

Una de las razones de la demora, explicó el teniente coronel y vocero internacional del Ejército, Navav Shoshani, a la delegación de periodistas argentinos invitados por la Cancillería de Israel, es que esperaban que se retire la mayor cantidad posibles de civiles.
El proceso se ha acelerado en los últimos días. Ya suman unas 350 mil personas las que abandonaron sus casas y se dirigieron a campamentos de refugiados en el centro de la Franja de Gaza. Pero calculan que todavía quedan 650 mil.
El escepticismo de un padre
Una de las personas que no está del todo convencido de que esa estrategia sea la más conveniente es Itzi Horn, un argentino de 73 años que se salvó por casualidad del atentado a la sede de la Amia en 1994 y dos de cuyos tres hijos, Eitan e Iair, fueron secuestrados el 7 octubre en el kibutz de Nir Oz.
Iair fue liberado el 4 de febrero de este año, dos días después de que su padre recibiera un trasplante de riñón. Eitan sigue cautivo. No se sabe dónde. Tiene una enfermedad en la piel que lo vuelve muy vulnerable. La esperanza de volver a verlo es la razón de la vida de Itzi Horn y su colaboración cotidiana en la sede de Tel Aviv del Foro de Familiares de Secuestrados.

Esa esperanza no le impide coincidir con el comandante del Ejército en que el operativo pone en peligro la vida de los secuestrados. El domingo 14 la madre del rehén Guy Gilboa Dalal declaró que a su hijo lo estaban utilizando como escudo humano. Y es probable que cuando empiecen los combates urbanos, los otros secuestrados padezcan el mismo destino.
Horn se muestra escéptico respecto de los resultados de una operación militar de esas características y lo expresa con un dato: “Sólo seis o siete personas fueron rescatadas por el Ejército”. Las demás quedaron libres tras negociaciones e intercambios de rehenes israelíes por prisioneros palestinos.
Las cuatro prioridades
El teniente coronel Shoshani dice que las cuatro prioridades del ejército son las siguientes, en ese orden de importancia. La primera: rescatar a los rehenes. La segunda: que no ocurra de nuevo un episodio similar al del 7 de octubre. La tercera: recuperar la seguridad en las fronteras. La cuarta: que los gazatíes del norte expulsados vuelvan a sus casas.
Si bien Shoshani sostiene que el conflicto armado debe terminar lo antes posible y de que Israel logrará cumplir una parte relevante de sus objetivos, también está convencido de que su país ya perdió la guerra mediática.

La imagen de Israel ante el mundo se ha deteriorado de tal manera que no solo las horribles imágenes de la masacre perpetrada por Hamas parecen haber quedado sepultadas en el olvido sino que se ha generado una nueva ola de antisemitismo.
Es otro tema en el que coinciden la mayoría de los israelíes. Los indigna, no lo entienden, acusan a las organizaciones internacionales y a los medios periodísticos de ofrecer historias distorsionadas de lo que ocurre en el terreno y de la historia del conflicto.
Sin embargo, esa derrota mediática, tal vez irreversible, queda en segundo plano. El objetivo principal es la vuelta de los rehenes y desactivar el poder de fuego de Hamas. Shoshani resume la situación en el terreno con estas palabras: “Hoy en Gaza, hay 48 secuestrados, hay una organización terrorista debilitada, pero que no se ha rendido y aún amenaza con que si tienen una oportunidad volverán a hacerlo”.