En el año que acaba de arrancar, el realineamiento internacional precipitado decidido por Argentina desde que Javier Milei fijó domicilio laboral en Balcarce 50 promete una serie de complejidades diplomáticas y nuevas realidades, marcadas por la creciente tensión geopolítica global y el cambio de enfoque en las relaciones comerciales entre los estados.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la intención manifiesta de este de incrementar los aranceles a las importaciones han generado inquietud en la diplomacia mundial. No obstante, el impacto de su mandato sobre Latinoamérica, y particularmente sobre Argentina, se avizora como una moneda de dos caras: en el anverso muestra nuevas oportunidades en relieve, en la ceca, desafíos que pondrán a prueba la capacidad de adaptación de la política exterior vernácula.
Uno de los ejes clave del viraje libertario bajo el timón de Javier Milei ha sido la decisión de Argentina de alinearse de manera osada con los intereses de Israel y de Washington. Analistas internacionales coinciden en que este giro, promovido por un cambio ideológico radical en el Ejecutivo federal, podría traer consigo un endurecimiento de las relaciones estratégicas con países que históricamente han tenido gravitación significativa en la región, como Brasil y China, el principal y el segundo socio comercial de Argentina, respectivamente.
Disyuntiva
En este contexto, el Mercosur se encuentra en una encrucijada. Durante la presidencia pro tempore que Argentina asumió hace poco más de un mes, se acordó avanzar en la instrumentación del tratado de libre comercio sellado con la Unión Europea, acuerdo que podría significar un punto de inflexión si se logra su ratificación por el Consejo y el Parlamento europeos, y por los congresos de los países socios del bloque económico sudamericano.
Sin embargo, la postura crítica de Milei hacia el Mercosur, ratificada en voz alta durante la última cumbre de presidentes en Río de Janeiro, deja en evidencia las dificultades que podría enfrentar el bloque en el futuro cercano. La visión de su nuevo timonel temporario, más orientada hacia un libre comercio global sin las restricciones que –considera– imponen los acuerdos multilaterales, podría agrietar la cohesión interna de la liga comercial y aduanera.
Al mismo tiempo, el incremento de los aranceles por parte de Estados Unidos impactaría en forma directa sobre la región, particularmente en Argentina, que depende en gran medida de sus exportaciones agrícolas. Si bien la relación con Washington parece estrecharse, la balanza comercial podría verse afectada, lo que obligaría a la diplomacia argentina a ser más estratégica en sus acuerdos bilaterales y en su posicionamiento frente a otros bloques comerciales internacionales.
Córdoba, atenta
Las relaciones comerciales con Brasil y China son otro aspecto crucial en este nuevo panorama. En el caso de Brasil, el estrechamiento de la relación con Washington quizá genere tensiones, dado el historial de acercamientos de ambos países en los últimos años. No obstante, el pragmatismo de ambos gobiernos y la tradición diplomática común quizá ayuden a evitar rupturas abruptas, ya que las economías de Argentina y de Brasil siguen siendo interdependientes, particularmente en el sector industrial y en el comercio de materias primas.
El vigor del intercambio de Argentina con el “gigante sudamericano” es de suma importancia para Córdoba. Va un botón de muestra de esa certeza: en el primer semestre de 2024, la provincia exportó productos a Brasil por U$S 716 millones, según ProCórdoba.
Por otro lado, la relación con China, que ha sido fundamental en el sostenimiento de la economía argentina en las últimas décadas, podría verse afectada por el giro brusco hacia Washington. La potencia asiática, un socio estratégico para Argentina –particularmente en el ámbito de la infraestructura y los financiamientos a largo plazo–, quizá desconfíe del nuevo alineamiento.
Al respecto, Diego Guelar, exembajador de nuestro país en China, en diálogo con La Voz advirtió que “la necesidad de mantener los lazos comerciales con Beijing hará que nuestro país tenga que negociar con astucia para no perder ese nicho comercial fundamental”. El también exembajador de Argentina en Estados Unidos, Brasil y la UE recomendó como eje conductor de nuestro servicio exterior “privilegiar los intereses argentinos por sobre las pertenencias ideológicas”.
Presagios
La serie de factores señalados hace presagiar que en 2025 la diplomacia argentina enfrentará un rosario de desafíos sin precedentes, que van desde la necesidad de diversificar su comercio internacional hasta equilibrar alianzas con potencias de concepciones ideológicas antagónicas. Así, el ingenio para mantener una postura flexible y pragmática será crucial en un mundo cada vez más incierto.
La cordobesa Diana Mondino sabe lo difícil que es el reto. Lo comprobó de manera personal y directa en los 10 meses en los que se desempeñó como canciller, función de la que fue despedida tras votar junto con otros 196 países a favor de una resolución general de la ONU sobre la necesidad de poner fin al embargo estadounidense a Cuba, que en 2025 cumplirá 65 años.
Sobre lo que casi no existen dudas entre los analistas es que, con el regreso de Trump a la Casa Blanca y los cambios internos en la política argentina desde el arribo de Milei al poder, es muy probable que el rumbo de las relaciones internacionales en Latinoamérica se reconfigure y que Argentina deba transitar por la senda enripiada de las negociaciones entre los estados con prudencia y visión estratégica.