Tras más de 100 años de espera, el río Sena volvió a abrir sus aguas a los bañistas parisinos este sábado, en lo que prometía ser una experiencia inolvidable. Miles de personas se lanzaron al agua para disfrutar de “La bagnade”, observando la Torre Eiffel y el centro de París.
Sin embargo, la alegría fue efímera: el anhelado sueño duró apenas 24 horas antes de que la prohibición regresara por la lluvia, la crecida de las aguas, la basura y el temor a la bacteria E. Coli.

Alrededor de 3.000 personas se sumergieron en las aguas corrientes y algo oscuras del Sena el sábado por la mañana, equipadas con almohadas inflables naranjas, en un evento histórico que no se repetía desde 1923.
Las tres piscinas parisinas habilitadas en el Sena —Bras Marie (distrito 4), Grenelle (distrito 15) y Bercy (distrito 12)—, así como la piscina Paris Plage en el Bassin de la Villette, fueron cerradas hasta nuevo aviso debido a las precipitaciones continuas en la capital francesa. Incluso un nuevo “espacio de frescura” en el Canal Saint-Martin (distrito 10) también debió permanecer cerrado por la calidad del agua comprometida.
¿Qué pasó?
La compleja red de alcantarillado de París es una de las razones. En la ciudad, el agua de lluvia y las aguas residuales se mezclan en una única red, lo que obliga a verter el desbordamiento directamente al Sena en caso de fuertes lluvias. A esto se suma que muchos barcos habitados a lo largo del río tienen sus conexiones de cocina y baño directamente vinculadas a las aguas del Sena. Como resultado, la natación en aguas abiertas conlleva riesgos significativos, como lo expresó Ariel Weil, alcalde de París Centro: “¡Estos son, lamentablemente, los peligros de la natación en aguas abiertas!”.
Este incidente ocurre a pesar de una inversión masiva de aproximadamente 1.400 millones de euros desde 2016 por parte de las autoridades estatales y locales para hacer que el Sena y el Marne, su afluente principal, sean aptos para el baño, incluyendo la regulación de la recogida de aguas residuales. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, había afirmado que la reapertura del río era un legado clave de los Juegos Olímpicos, siguiendo una promesa de Jacques Chirac de 1988 que él nunca llegó a cumplir.
La calidad del agua del Sena ha sido una preocupación recurrente. Durante los recientes Juegos Olímpicos, las lluvias récord hicieron que el agua no fuera apta para el baño de los atletas, principalmente por los elevados niveles de bacterias fecales como Escherichia coli y enterococos. De hecho, seis de las once carreras olímpicas fueron suspendidas, y hubo atletas de triatlón enfermos en el hospital con E. Coli. Las autoridades admitieron que el Sena incumplió los estándares de agua ocho de cada diez días, a pesar de que en la mayoría de los días los niveles de bacterias estaban por debajo de los umbrales peligrosos.
La situación generó burlas en las redes sociales, que citaban la millonaria inversión realizada para mejorar la calidad del agua en los años previos a los Juegos. Un sistema de banderas (verde, amarilla y roja) está instalado en las entradas de los puntos de encuentro para que los usuarios puedan controlar el caudal y la calidad del agua del Sena, advirtiendo que los puntos de baño se cerrarían al día siguiente de una lluvia intensa si el agua no fuera apta.
A pesar de este revés, París y la región de Île-de-France continúan con su objetivo de promocionarse como ciudades ultraecológicas con ríos limpios. La esperanza es que, “en cuanto el tiempo mejore”, el sueño de nadar en el Sena pueda reanudarse.