Emigrar buscando un futuro mejor, es el camino mas buscado y optado por los jóvenes. Es así como José Antonio Potes viajó a El Salvador con la ilusión de conseguir buen trabajo y progresar con su familia.
Con expectativas respecto de las nuevas políticas que el presidente centroamericano Nayib Bukele estaba tomando en el país, abandonó el Valle del Cauca, en Colombia y se emprendió hacia el país vecino. La sorpresa fue que al llegar fue detenido y acusado de pertenecer a la Mara 18 de Colombia.
Según la familia, dicen que el joven fue detenido por tener un tatuaje en el pecho. Desde ese día no tienen noticias de él y creen que se encuentra en una de las mega prisiones del país centroamericano.
La madre y su pareja aclaran que José Antonio no tiene antecedentes penales y que sólo tiene un tatuaje en el pecho, hecho por el cual se puede ir preso en El Salvador, algo que ha sido denunciado por distintas organizaciones de derechos humanos.
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“Un solo tatuaje tiene, y es en el pecho, y es el nombre de mi mamá, la fecha en que nació mi mamá y en la fecha en que mi mamá nos faltó”, dijo la madre del muchacho detenido.
En dicho país, los principales patrones por los que se detienen a personas en El Salvador incluyen supuestas denuncias anónimas, la tenencia de tatuajes o de antecedentes penales previos de cualquier tipo.
La organización de derechos humanos denunció que “por más de un año se han suspendido garantías procesales como la presunción de inocencia y el derecho a la defensa, lo cual ha permitido la detención arbitraria y el encarcelamiento de más de 66 mil personas en tiempo récord. Amnistía Internacional ha documentado alrededor de 50 casos en los que ha podido identificar un patrón de detención y encarcelamiento arbitrario a gran escala”.
Régimen de excepción en El Salvador: de que se trata
El régimen de excepción fue inicialmente adoptado por 30 días para hacer frente a un aumento de la violencia de las pandillas. Como denuncia Human Rights Watch, desde entonces, la policía y los militares han detenido a más de 65.000 personas, incluyendo a cientos de niños y niñas.
La organización dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos, Human Rights Watch, afirma que las “personas detenidas han sido torturadas, decenas han muerto bajo custodia y miles han sido sometidos a procedimientos penales abusivos sin debido proceso y han permanecido incomunicadas. Las autoridades han provocado un enorme sufrimiento a los familiares de los detenidos al negarles información sobre sus paraderos, lo cual constituye una desaparición forzada conforme al derecho internacional”.
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Las organizaciones humanitarias salvadoreñas y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) han recibido más de 7.900 denuncias de atropellos, la mayoría por detenciones arbitrarias, desaparición forzada y asesinato.
Respecto a estas nuevas políticas, la población salvadoreña considera que el régimen de excepción “no resolverá el problema” de las pandillas en El Salvador, aunque el 75,9% de los ciudadanos aprueba las medidas.
El documento, del Instituto Varieties of Democracy (V-Dem) de la Universidad de Gotemburgo, señala que bajo el Gobierno de Nayib Bukele se “intensificó su represión contra los periodistas y la libertad de prensa” y que junto a Túnez “ya no son democracias”.