La orden ejecutiva firmada por Donald Trump no bien asumió la presidencia de Estados Unidos y la aprobación esta semana de una extensa ley de inmigración en Florida han desatado una ola de reacciones en la sociedad estadounidense.
En el estado de referencia –donde Trump se impuso sobre Kamala Harris por una diferencia de poco más de 13 puntos en las últimas elecciones presidenciales y en el que uno de cada cinco habitantes es inmigrante–, la norma legal que sancionó el martes, de manera expeditiva, el Poder Legislativo floridano (dominado por los republicanos) busca garantizar una cooperación más amplia y contundente entre el Gobierno local y las autoridades federales en la lucha contra la inmigración ilegal.
Con una inversión de U$S 500 millones, los fondos estarán destinados a reforzar la aplicación de las leyes migratorias y a otorgar subvenciones a las agencias locales para mejorar su capacidad de cooperación con el temible Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
La “ley Trump”, como se la conoce, está ensanchando y profundizando de manera vertiginosa la división manifiesta entre aquellos que ven en ella una amenaza al entramado social actual y quienes apoyan la política de represión migratoria dispuesta por el flamante inquilino de la Casa Blanca a través de órdenes ejecutivas, a las que adhiere la mayoría de los gobernadores afines al líder republicano.
Los efectos inmediatos de esta medida son claros: más deportaciones, más redadas y una mayor presión sobre los inmigrantes indocumentados, que viven con el temor constante a ser detenidos. En este clima, las familias inmigrantes, que ya padecieron la incertidumbre de las políticas de Trump, sienten que el riesgo de separación es más tangible que nunca.
Nueva York, otro de los estados con mayor concentración de inmigrantes, también se enfrenta a la posibilidad de un cambio drástico en el humor social por la misma causa.
Fomento del miedo y del odio
En diálogo con La Voz, Alicia Flores, directora ejecutiva de la Hermandad Hank Lacay (HLB, por sus siglas en inglés, con sede en California y presencia activa en casi todo el territorio estadounidense), dijo sentirse “profundamente preocupada por los efectos (del decreto ejecutivo) sobre miles de familias que ya viven con miedo y vulnerabilidad en este país”. Para ella, “las medidas impulsadas por el presidente Trump representan un retroceso significativo en la lucha por la dignidad y por los derechos de los inmigrantes, especialmente aquellos que han llegado buscando una vida mejor y huyendo de situaciones de violencia y de pobreza”.
Para la dirigente social que trabaja en HLB –organización civil que tiene como misión construir una comunidad próspera definida por la justicia, por la igualdad, por la diversidad y por la prosperidad económica–, “las redadas masivas, la ampliación de las deportaciones y las políticas que priorizan la criminalización de los inmigrantes están afectando de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables”, a la vez que “aumentan la polarización social y fomentan un ambiente de odio y de miedo que ya se está viendo de manera palpable”.
Flores comentó que muchos inmigrantes, por temor a ser detenidos y eventualmente deportados, están retirando a sus hijos de las escuelas, evitando asistir a misa o a eventos sociales y hasta resignando sus trabajos temporales.
Cóctel insoportable
Por su parte, Henry Rodríguez, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en México, señaló a La Voz que, “aunque algunas personas mantienen esperanza de encontrar soluciones en el futuro a su extremadamente difícil situación personal y familiar”, entre los migrantes que asisten “predomina una combinación de frustración, tristeza, ansiedad y miedo ante lo que está sucediendo en Estados Unidos”, a partir del regreso de Donald Trump a la presidencia.
“La eliminación el 20 de enero de la aplicación de citas CBP One –una de las pocas herramientas legales que estaban disponibles para solicitar asilo en Estados Unidos– representa un grave retroceso en la protección de los derechos humanos de las personas migrantes y en busca de refugios”, consideró el voluntario colombiano, para quien la decisión es “irresponsable” y “tendrá inexorablemente repercusiones inmediatas y prolongadas en la vida, en la salud y en el bienestar de muchísimas personas”.
Rodríguez aseguró que los migrantes que están de un lado y del otro de la frontera entre Estados Unidos y México se encuentran en una situación “insoportable” que se suma a los episodios de robo, de secuestros, de extorsiones, de xenofobia y de todo tipo de violencia “que impactan en su salud física y mental”.
Para el jefe de misión en México de la organización humanitaria internacional, la política extremadamente hostil y restrictiva de Trump en materia de migración sólo logrará que “la gente busque nuevas rutas de ingreso al país”, aunque eso implique “un nivel mayor de exposición y vulnerabilidad” en provecho de quienes se dedican al tráfico de personas y a la explotación de migrantes y refugiados.
Discusión crucial
Tanto Rodríguez como Flores coinciden en que el debate sobre la política de Trump en materia de migración ha puesto sobre la mesa una discusión crucial: este tipo de medidas contribuyen de manera concreta a la seguridad del país o, por el contrario, exacerban la xenofobia y el odio, dividiendo aún más a la cada vez más dividida sociedad estadounidense.