El embajador de Francia en Argentina, Romain Nadal, concretó el miércoles su segunda visita a Córdoba en menos de un año y medio. Llegó para participar de los actos por el 70° aniversario de la planta industrial de Renault en barrio Santa Isabel. En diálogo con La Voz, destacó el interés de inversores de su país por invertir en Argentina dado el “saneamiento de la economía” y los incentivos planteados por el Rigi.
Pero al mismo tiempo sostuvo que el acuerdo UE-Mercosur –firmado en diciembre pasado y ahora en trámite de ratificación por los parlamentos de cada país europeo– “es hoy obsoleto y se tendrá que volver a negociar”, ya que “está desconectado del nuevo entorno internacional” y es incompatible con la voluntad del presidente Javier Milei de negociar un acuerdo de libre comercio con EE. UU.
“Tenemos un diálogo intenso con el Gobierno de la provincia, con su gobernador y con los ministros –dijo Nadal–, pero también con la comunidad de negocios. Hay aquí más de 25 empresas muy dinámicas y que amplían sus inversiones, como Renault, cuya planta en Santa Isabel cumple 70 años con una inversión adicional de U$S 350 millones y con la presentación de un nuevo vehículo producido aquí”.
–¿Cómo está hoy la relación con el Gobierno argentino? El actual Gobierno tiene un alineamiento ideológico con Estados Unidos e incluso habla de dejar el Mercosur, pese a que este bloque económico acaba de firmar un acuerdo con la Unión Europea que está en proceso de validación. ¿Qué implica eso en términos de relación bilateral?
–Hay un fluido diálogo político de alto nivel. Los presidentes tuvieron visitas cruzadas el año pasado: Javier Milei viajó a París y Emmanuel Macron a Buenos Aires, antes de la cumbre del G-20, para coordinar posiciones en ese foro y en el muy movido contexto geopolítico actual. Francia tiene una relación histórica con EE. UU. desde la independencia norteamericana, pero basada en pilares muy claros: amigos, aliados, pero no alineados. Francia ha desarrollado una autonomía estratégica desde la Segunda Guerra Mundial para no depender en su seguridad de EE. UU. Hay alianza dentro de la Otan, pero Francia tiene disuasión nuclear propia, totalmente independiente. Esa autonomía nos permite afirmarnos como potencia de equilibrio en las relaciones internacionales. Y esto no es de ahora, sino desde la Guerra Fría. Fue la gran originalidad de Charles de Gaulle y su diplomacia: miembro de la alianza atlántica, pero en diálogo intenso también con la Unión Soviética, con la cual nunca rompimos lazos. Desde entonces, seguimos con esa línea de potencia de equilibrio. Después de la caída de la URSS, fomentamos el multilateralismo, buscamos crear coaliciones en torno del cambio climático y procuramos soluciones pacíficas a crisis graves. Impulsamos también alianzas con instituciones financieras internacionales y países que querían, como nosotros, fomentar equilibrios económicos. Estas alianzas no significan que seamos ingenuos. Tenemos discrepancias serias con países autoritarios, con ambiciones imperiales, como Rusia, pero tratamos de mantener el diálogo y mecanismos de negociación para evitar conflictos armados. Somos pacíficos, pero no pacifistas, lo que significa que buscamos, ante todo, soluciones diplomáticas a los problemas del planeta.
–En estas últimas semanas, hubo tensión justamente por la decisión de Donald Trump de impulsar negociaciones directas con Putin que excluyen a la Unión Europea e incluso a Ucrania.
–Había dos problemas en esa primera estrategia de Trump, que luego cambió. El primero era de método: no se puede negociar el fin de una guerra sin el país agredido, que era Ucrania, y sin los países europeos, que son los que pueden garantizar seguridad futura y estabilidad para Ucrania y para Rusia. En el propio interés de Rusia, una negociación sólo con Estados Unidos sería improductiva, porque para negociar una paz se necesita a Ucrania y a los vecinos de Ucrania. También negociar con Rusia un nuevo mapa de seguridad de Europa. Pero no con las condiciones de Putin, donde las fronteras de sus vecinos son inexistentes o muy frágiles. Él puede decidir en cualquier momento invadir Georgia, Ucrania u otro país vecino; quiere cambiar gobiernos porque no le gusta el color político. Esas no son las relaciones internacionales del siglo 21, que deben respetar la integridad territorial, la autodeterminación de los pueblos, la Carta de las Naciones Unidas.
Acuerdo obsoleto
–Hablábamos del acuerdo Mercosur-UE. Francia ha sido tradicionalmente un país con posición adversa a estos pactos, por el peso de su sector agrícola.
–Francia es un país abierto comercialmente. Las exportaciones e importaciones representan más del 90% de nuestro PIB. Estamos abiertos, pero no en oferta, con riesgos de competencia desleal por parte de países de Latinoamérica, de África o de Asia. Los acuerdos de libre comercio son positivos si son recíprocos y todos respetan las mismas reglas. Si cuando jugamos un partido de fútbol uno utiliza la mano, es competencia desleal. Francia apoya la negociación con el Mercosur desde el principio. Pero el contexto de las normas de protección del ambiente y fitosanitarias han evolucionado por exigencias sociales y de los nuevos tratados internacionales. Por el cambio climático, por ejemplo. Si estas normas no son respetadas por los países con los que firmamos un acuerdo, nuestros productores no están en pie de igualdad. Es nuestra posición: sí a un acuerdo con el Mercosur, pero con normas medioambientales y fitosanitarias que sean iguales en Brasil o en Argentina que en Francia, Italia, España o Alemania.
–¿Es factible avanzar con la validación parlamentaria del acuerdo?
–Nuestro presidente dijo que, en el estado actual del texto, Francia se opondrá y otros países europeos también. La negociación no está cerrada y Macron considera que de momento el texto no es satisfactorio. Pero, de nuevo, tenemos con América latina una dinámica comercial fuerte. A nivel europeo, tenemos el proyecto Global Gateway, que implica un programa de inversión europea en América latina por U$S 45 mil millones. Eso es un pilar económico, financiero, comercial de la relación entre la UE y América latina y el Caribe. Hay que superar el trauma del acuerdo UE-Mercosur. Tenemos otras herramientas que funcionan y debemos aplicar. Lo del acuerdo con el Mercosur se tendrá que retomar en un momento más estable. Además, Argentina tiene ahora voluntad de negociar un acuerdo de libre comercio con EE. UU., lo cual es incompatible con las normas del Mercosur. Como usted mencionó, el actual Gobierno no está satisfecho con el marco actual del Mercosur, y el contexto económico internacional cambió además con la administración Trump. Así que el acuerdo UE-Mercosur, el texto negociado, es hoy obsoleto y se tendrá que volver a negociar. Está desconectado del nuevo entorno internacional.
Más inversiones
–Usted hablaba de las inversiones que acaban de hacer Renault y otras empresas francesas…
–Sí, y en Argentina hay mucho más: U$S 1.000 millones ya invertidos por el grupo Eramet para extraer y procesar litio en Salta, con una probable extensión en la puna salteña por otros mil millones. Y en petróleo y en gas, la empresa Total es el primer actor privado del gas, con 600 millones de inversiones el año pasado en Vaca Muerta y la plataforma off shore Fénix, en Ushuaia.
–En el complejo contexto geopolítico que se vive y la realidad argentina, ¿hay interés de otras empresas francesas por invertir en Argentina en el mediano plazo?
–Hay interés creciente de empresas francesas en este país. Gracias a las reformas económicas emprendidas, al saneamiento de la economía argentina, al nuevo marco legal del Rigi, muchas empresas nos consultan. Vienen delegaciones para preguntarnos cómo evoluciona la economía argentina. O piden videoconferencias. La Cámara de Comercio Franco-Argentina alberga 250 empresas que representan casi 60 mil empleos en todo el país.
–¿Qué rubros atraen a inversores?
–Por ejemplo, las privatizaciones que plantea el Gobierno argentino en sectores como el portuario, el aeroportuario y las infraestructuras en general. Y las empresas que ya están presentes consideran nuevas inversiones, previendo un crecimiento del mercado en los próximos años. La probable firma de un programa con el FMI también ayudará al saneamiento de la economía argentina. Y las empresas francesas miran con atracción una perspectiva de crecimiento durable.
Inician obras para nuevo instituto franco-alemán
Entre las actividades que cumplió Nadal en su visita a Córdoba, se interesó por las obras que se prevé retomar estos días para transformar el Instituto Cultural francés de la ciudad de Córdoba, que funciona en la sede de la Alianza Francesa, en un instituto cultural franco-alemán. Dijo el embajador que hay ocho institutos de estas características en el mundo y que el de nuestra provincia será el único en América latina.
“Eso muestra –remarcó– la importancia que damos a la dinámica cultural, al incentivo de intercambios culturales entre Argentina, Alemania y Francia; el intercambio de artistas, intelectuales, científicos y estudiantes. En definitiva, en generar un foco de cultura entre los tres países, con iniciativas, eventos de trascendencia internacional como La Noche de las Ideas, los cafés de las ciencias y festivales de cine, teatro y música que tendrán, a partir de ahora, una dimensión franco-alemana; y argentina, por supuesto”.
Aclaró que la nueva organización no implica una fusión de la Alianza Francesa con el Instituto Goethe, sino que se trata de una fusión inmobiliaria, es decir, se van a juntar en el mismo edificio –la sede histórica de la Alianza en calle Ayacucho 46–, pero cada institución mantendrá su personería jurídica y su autonomía de gestión.