El líder de Hamas, Khalil al-Hayya, informó este martes que el grupo yihadista palestino liberará a seis rehenes vivos el sábado próximo y entregará los cuerpos de otros cuatro este jueves. Entre estos últimos, estarían incluidos los de la esposa y los de los dos hijos de Yardén Bibas, el rehén argentino-israelí que fue puesto en libertad el 1 de febrero último tras 484 días de cautiverio en Gaza.
Yardén fue capturado con Shiri y los dos hijos de la pareja, Ariel y Kfir, el 7 de octubre de 2023 cuando milicias del Movimiento de Resistencia Islámica ingresaron de manera violenta en territorio de Israel, episodio luctuoso que originó la guerra.
La liberación de estos rehenes representa, al menos en los papeles, un avance en las negociaciones entre Israel y Hamas, pero el contexto es mucho más complejo que una serie de intercambios de rehenes por prisioneros. Estos seis rehenes son los últimos en ser liberados bajo los términos de la tregua actual, una pausa en el conflicto que, por ahora, se mantiene a duras penas.
En paralelo, Hamas informó que entregará los cuerpos de otros cuatro israelíes, incluidos los de Shiri Bibas y sus dos pequeños hijos, Ariel y Kfir, que murieron, según Hamas, en un ataque aéreo israelí al principio de la guerra. Israel, sin embargo, no confirmó sus muertes y, al contrario, pidió cautela en cuanto a las versiones y rumores que circulan sobre este tema.
La figura de la familia Bibas se ha convertido en un emblema doloroso de la guerra.
Símbolo de crueldad
Kfir, el bebé de nueve meses secuestrado en el ataque del 7 de octubre de 2023, simboliza la cruel realidad de los rehenes. El video del secuestro de esa tarde, donde Shiri envuelve a sus hijos en una manta antes de ser arrastrados por hombres armados, sigue siendo una de las imágenes más desgarradoras de la invasión de combatientes de Hamas en Israel.
En un giro sorpresivo, la decisión de Hamas de liberar estos rehenes está relacionada con la negociación que la organización yihadista mantiene con Israel para permitir la entrada de casas móviles y equipos de construcción en Gaza, una demanda que el Movimiento de Resistencia Islámica sostenía de manera insistente.
Israel, por su parte, accedió a esta petición, sabiendo que el avance en la liberación de los rehenes puede ser clave para continuar el proceso de alto el fuego, aunque con ello también se compromete a la reconstrucción del enclave palestino más devastado del mundo.
El alto el fuego, que comenzó el 19 de enero, ofreció una pausa temporal a la violencia que ha permitido frenar el derramamiento de sangre y el regreso de cientos de miles de palestinos a sus hogares.
A todo esto, Hamas sigue reafirmando su control en Gaza, pese a los sacrificios sufridos, y el gobierno israelí se mantiene firme en su intención de eliminar las capacidades militares del grupo. Así las cosas, el futuro se plantea incierto, especialmente cuando la segunda fase de la tregua aún está lejos de concretarse, y esa fase, como muchos analistas internacionales avizoran, será mucho más complicada.
Clave del intercambio
Mientras tanto, el retorno de cientos de prisioneros palestinos a cambio de rehenes israelíes sigue siendo una de las piezas centrales del intercambio. Los presos puestos en libertad no son solo números: muchos de ellos han cumplido largas condenas, y sus historias, a menudo dolorosas, ponen de manifiesto el círculo vicioso de represalias que signa la historia de este conflicto.
No obstante, la sombra de la reanudación de los combates se cierne sobre este panorama. Se teme que el alto el fuego que dura hasta principios de marzo termine por romperse, lo que reactivaría la violencia a una escala que podría ser aún más devastadora que antes. La amenaza sigue allí, latente, y las negociaciones para una paz duradera parecen más lejanas que nunca. No hay garantías de que el proceso llegue a buen puerto, ni de que los intereses de las potencias internacionales, como Estados Unidos, logren algo más que aplazar lo inevitable. Los palestinos, por su parte, siguen reiterando su deseo de permanecer en su tierra, un derecho fundamental que la administración de Donald Trump había puesto en duda al proponer su desplazamiento permanente.