Gustavo Petro asume este domingo la presidencia de Colombia. Con él, la izquierda cafetalera concreta un sueño que parecía imposible: que un dirigente de ese espacio alcance la máxima jefatura política del país, sin morir en el intento.
La aclaración no es caprichosa.
Carlos Pizarro, ex comandante del M-19 (y camarada del nuevo mandatario en esa organización guerrillera urbana que surgió tras el fraude electoral del 19 de abril de 1970 que consagró presidente a Misael Pastrana Borrero), fue asesinado en 1990, meses después de que anunció su candidatura presidencial; las encuestas le asignaban entonces una intención de voto del 60 por ciento.
Todas las sospechas sobre la autoría del crimen apuntaron hacia el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), organismo que en esa época se encargaba de las tareas de inteligencia y contrainteligencia en Colombia.
En esa misma campaña, también fue acribillado a balazos Bernardo Jaramillo Ossa, candidato de la Unión Patriótica (UP). Esta expresión de izquierda surgió en 1985 tras el intento fallido de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). La víctima integra una lista de 5.195 militantes de la UP asesinados o desaparecidos, según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), mecanismo de justicia transicional por medio del cual se investiga y se juzga a los integrantes de las Farc, a miembros de las fuerzas públicas y a terceros que hayan participado en el inacabado conflicto interno en Colombia.
Proeza
El candidato del Pacto Histórico (coalición conformada por partidos políticos y organizaciones sociales de izquierda y centroizquierda) logró la proeza electoral el 19 de junio último al imponerse en segunda vuelta al aspirante de la Liga Gobernadores Anticorrupción, Rodolfo Hernández. En la instancia decisiva, la opción ganadora logró el respaldo de más de 11 millones de electores.
Petro alcanzó el objetivo en su tercer intento.
En 2010 logró el cuarto lugar en los comicios generales y en 2018 estuvo cerca de fijar domicilio en la Casa de Nariño (la residencia oficial del presidente de Colombia), pero fue vencido en el balotaje por Iván Duque, quien este domingo le traspasará al izquierdista los atributos del mando en la emblemática Plaza de Bolívar, punto cero del centro histórico de Bogotá, la capital colombiana, donde se llevará a cabo el acto institucional.
Lo acompañará en la travesía -que se avizora difícil- Francia Márquez, la primera mujer afrodescendiente en llegar a la vicepresidencia de Colombia. La carismática mandataria se ha convertido por mérito propio en un fenómeno político y en el símbolo de las comunidades tradicionalmente marginadas de los asuntos de Estado y en la sociedad colombiana, abriendo un resquicio a la esperanza de la representatividad y del cambio. #SoyPorqueSomos es la proclama que enaboló durante el intrincado recorrido que la llevo desde su Cauca natal -uno de los departamentos más violentos del país- hasta el segundo sillón en importancia del Poder Ejecutivo nacional.
Simbolismos
Organizadores de la gala popular adelantaron a La Voz que la verbena será diferente a todas las anteriores, cargada de símbolos y con un marco masivo; esperan la asistencia de unas 100 mil personas.
Una alegoría que quizá sobresalga del resto tendrá como distintivo a la espada del Libertador Simón Bolívar, máximo prócer del pueblo colombiano.
La tizona fue robada en 1974 del museo Quinta de Bolívar, en el centro de Bogotá, por comandos del M-19, al que en 1978, con 18 años, ingresó Petro como enlace urbano y permaneció en sus filas hasta su desarme, en 1990. Tras su desguace, la organización guerrillera devolvió la espada al gobierno.
El nuevo presidente avisó la semana pasada que el estoque desenvainado podrá apreciarse este domingo en todo su esplendor, no como símbolo de guerra, sino como testimonio de la memoria colectiva. Lo hizo al recordar la sentencia de Simón Bolívar, quien en tiempos de lucha por la independencia afirmó que sólo debía enfundarse “cuando hubiera justicia en Colombia”.
Cultura al palo
La fiesta de transmisión del mando será animada por unos mil artistas –según los responsables de la producción–, quienes ofrecerán a la multitud un programa variado del acervo cultural colombiano que contempla expresiones musicales y de artes plásticas y hasta destrezas circenses, entre otras.
El escenario contará con seis tarimas de grandes dimensiones y en la escenografía ocuparán un espacio destacado tres mariposas enormes realizadas por el artista colombiano Carlos Duque.
Las alevillas (una amarilla, una azul y la restante, roja, los colores de la bandera colombiana) simbolizarán la biodiversidad, el compromiso ambiental y la fragilidad de la vida en todas sus manifestaciones, explicó su autor.
Una veintena de mandatarios confirmaron su presencia en el acto, entre ellos los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; de Paraguay, Mario Abdo Benítez; de Honduras, Xiomara Castro; de Bolivia, Luis Arce; de Chile, Gabriel Boric; de Ecuador, Guillermo Lasso; de República Dominicana, Luis Abinader, y de Panamá, Laurentino Cortizo.
Pese a su deseo y promesa de asistencia, el peruano Pedro Castillo no será parte de la fiesta porque no lo autorizó el Congreso de su país; en su representación lo hará la vicepresidenta, Dina Duarte.
También asistirá el rey de España, Felipe VI.
