El presidente de la comunidad musulmana Ahmadía en Argentina, el imam Marwan Sarwar Gill, ha asumido el difícil objetivo de explicarle al mundo que las religiones son portadoras de un mensaje de paz en un contexto global cada vez más conflictivo.
En su reciente paso por la ciudad de Córdoba, donde se reunió con el intendente Daniel Passerini, Marwan dialogó con La Voz. Reconoció que el panorama mundial genera una actitud “pesimista” en buena parte de la población del planeta, dado que existen más de 50 conflictos armados, una cifra que contradice la premisa de “nunca más” establecida tras la Segunda Guerra Mundial.
Recordó además que el papa Francisco advirtió sobre una “tercera guerra mundial en pedazos”, una alerta que también emitió el califa de su comunidad durante la última década.
A nivel regional, el imam manifestó su preocupación por la creciente polarización y las “fisuras, brechas, divisiones” que, aunque no se traducen en conflictos armados en Argentina, no tienen “precedentes” y en ocasiones son enfrentamientos “importados”.
Frente a esta realidad, Marwan sostuvo que el lema de la comunidad Ahmadía es “amor para todos, odio para nadie”, un principio que calificó como “de oro para conseguir o alcanzar esa paz tan deseada“.
No obstante, enfatizó que la paz no se construye únicamente con buenas intenciones. Marwan fue categórico al señalar que la paz debe ser avalada “con acciones concretas, con decisiones políticas” y debe “arraigarse en principios de justicia”. Sin estos valores de justicia, tanto a nivel local como internacional, “no podés lograr la paz”.
Propaganda y desinformación
Al analizar los obstáculos ideológicos, Marwan identificó a las noticias falsas como “el arma más peligrosa en nuestros tiempos contemporáneos”.
Explicó que una vez que una noticia se difunde, incluso si se pide disculpas o se corrige, esta “ya no tiene relevancia. Ya quedó”. Para ilustrar la dificultad de erradicar los prejuicios generados por esta desinformación, citó una frase atribuida a Albert Einstein: “Es más difícil romper los prejuicios que el núcleo de un átomo”.
El imam también abordó las acusaciones históricas lanzadas por otros líderes musulmanes que intentan descalificar a su comunidad, con el argumento de fue creada por el Imperio Británico. Marwan afirmó que estas son estrategias para “invalidar al otro por una descalificación personal” o ideológica, en lugar de entrar en el debate teológico sobre el contenido. Desafió a quienes difunden tales argumentos a que “muestren las pruebas históricas y aclaren, por ejemplo, quién paga mi sueldo”.
Jihad y crisis musulmana
Para contrarrestar el extremismo, Marwan buscó clarificar el significado de Jihad, un término que lamentó que esté “demonizado”. Explicó que Jihad literalmente significa “esfuerzo” y que “no es la guerra santa de los musulmanes contra los infieles”. El verdadero Jihad, según su interpretación, es la “lucha contra tu propio ego, tu maldad”.
El fundador de su comunidad, en la India colonial, desempeñó un rol clave al proclamar ser el Mesías de los musulmanes y afirmar que el jihad “no es válido” como guerra contra el imperio británico, ya que existía libertad religiosa. Según Marwan, las acusaciones de manipulación británica surgen precisamente por esa posición ahmadí de “rechazar el jihad como un término violento”.
En este sentido, Marwan subrayó la necesidad de condenar a los “monstruos internos”. Su comunidad ha estado en la vanguardia para condenar la violencia, incluso en casos recientes como el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre. “El Islam en el Corán enseña que quién asesina una vida inocente es como si hubiera asesinado a toda la humanidad”, afirmó.
El imam reconoció que, aunque Bagdad fue en una época la “cuna de la civilización”, lamentablemente, “el mundo musulmán, las sociedades musulmanas atraviesan una profunda crisis moral, espiritual, social, intelectual”.
Sin embargo, lamentó que Occidente, a partir del 11 de septiembre de 2001, haya establecido la narrativa de “terrorismo islámico,” convirtiendo al Islam en el “chivo expiatorio” de múltiples conflictos.
Marwan concluyó que la ambición de su comunidad es que el mundo musulmán vuelva a ser “cunas o faros de luz” y “sociedades ejemplares o modelos de la convivencia armónica, pacífica, pluralista”, volviendo a las verdaderas raíces del Islam.
Recordó que el Corán “aclara que no debe haber ninguna coacción en la religión, en la fe”, y que para definir algo como islámico, es imprescindible “acudir a las propias fuentes del Islam, que es el Corán y la vida del profeta Mohammed”.