En un informe reciente, la organización Amnistía Internacional (AI) alertó sobre un preocupante aumento en el uso de la pena de muerte a nivel global, alcanzando su cifra más alta desde 2015. Según el informe ‘Condenas a muerte y ejecuciones 2024′, al menos 1.518 personas fueron sometidas a la pena capital en 15 países durante el año 2024. Esta cifra marca un incremento significativo en la última década, siendo la más elevada desde las 1.634 ejecuciones registradas hace diez años.
La organización señaló que Arabia Saudí, Irak e Irán se sitúan a la cabeza de esta práctica, concentrando el 91 % de las ejecuciones. Solo estos tres países fueron responsables de 1.380 de las ejecuciones registradas, aunque Amnistía Internacional reconoce las dificultades para obtener información precisa en otros estados como China, Corea del Norte y Vietnam. Se estima que China, considerado un “secreto de Estado” en cuanto a esta práctica, lleva a cabo miles de ejecuciones anualmente. En Europa, Bielorrusia se mantiene como el único país que aún aplica la pena capital, mientras que Rusia y Tayikistán han implementado moratorias.
El informe de Amnistía Internacional destaca un aumento en las ejecuciones relacionadas con delitos de tráfico de drogas, lo que constituye una “violación de los Derechos Humanos”. La organización también denuncia que en algunos países de Oriente Próximo, la pena de muerte se utiliza para “silenciar a defensores y defensoras de los Derechos Humanos, a disidentes, manifestantes, oponentes políticos y minorías étnicas”. En este sentido, se ha hecho hincapié en el uso de la pena capital por parte de las autoridades iraníes para castigar a quienes desafiaron al poder durante las protestas, y por las autoridades saudíes para acallar la disidencia política y castigar a la minoría chií.
La secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard, ha calificado esta práctica como un “crimen abominable que no tiene cabida en el mundo actual”, y la ha descrito como “cruel, inhumana y degradante”. Callamard ha insistido en que los estados que mantienen la pena de muerte son una “minoría aislada” y ha criticado el uso de esta pena bajo el “falso pretexto de mejorar la seguridad pública o para infundir miedo entre la población”.
En Estados Unidos, si bien la Administración del expresidente Joe Biden mantuvo una moratoria temporal sobre las ejecuciones federales ordinarias, durante el mandato anterior de Donald Trump se reanudaron las ejecuciones, con 13 condenas a muerte efectivas entre julio de 2020 y enero de 2021. Trump ha defendido en varias ocasiones el uso de la pena de muerte para “proteger a la población” de ciertos criminales, lo que Amnistía Internacional considera un “falso discurso según el cual la pena de muerte tiene un efecto disuasorio especial contra la delincuencia”.
Los métodos de ejecución varían según el país, incluyendo la decapitación en Arabia Saudí, la asfixia con gas nitrógeno en Estados Unidos, el ahorcamiento en Egipto, Irak, Irán, Kuwait, Singapur y Siria, la inyección letal en China, Estados Unidos y Vietnam, y armas de fuego en Afganistán, China, Corea del Norte, Omán, Somalia y Yemen.
A pesar del preocupante aumento global, Amnistía Internacional celebra que cada vez sean menos los países que realizan ejecuciones por delitos relacionados con drogas, que constituyeron más del 40 por ciento de las ejecuciones en 2024 de forma “ilícita”. Actualmente, 113 países han abolido por completo la pena de muerte, y 145 cuentan con leyes para su abolición o han dejado de utilizarla en la práctica. En 2024, Zimbabue abolió la pena de muerte para delitos comunes, y una mayoría de los Estados miembro de la ONU votó a favor de una moratoria en el uso de la pena de muerte. Además, países como Malasia implementaron reformas que redujeron significativamente el número de personas en riesgo de ejecución, y varios países registraron conmutaciones, indultos o exoneraciones.
A pesar de estos avances, el informe de Amnistía Internacional subraya la necesidad urgente de redoblar los esfuerzos para abolir la pena de muerte en todo el mundo, especialmente ante el alarmante aumento registrado en el último año.