Los ojos del mundo se posarán este miércoles de mayo en el Vaticano, más precisamente en la Capilla Sixtina donde 133 cardenales elegirán al sucesor de Jorge Bergoglio.
A prima facie la cita se perfila como una contienda decisiva entre dos visiones opuestas de la Iglesia: una progresista que promueve reformas en torno a la justicia social, la compasión y la tolerancia y otra más conservadora que busca preservar las tradiciones, creencias y prácticas religiosas establecidas con una perspectiva más tradicional.
En los días previos los cardenales mantuvieron reuniones en las que se abordaron algunos temas relevantes para el futuro de la Iglesia y las cualidades que debería poseer el nuevo pontífice para responder eficazmente a estos desafíos.
Sin embargo, existe una incertidumbre sobre que línea finalmente se impondrá en la votación y por tanto si habrá una profundización de las reformas de Francisco o no.
La doctora en Sociología y en Antropología e investigadora del Conicet en la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín Ana Lourdes Suárez sostuvo que el interrogante podrá dilucidarse cuando conozcamos quien saldrá electo.
“La Iglesia es una institución que tiende a ser conservadora. En el último tiempo ha mostrado signos de mayor compromiso social y apertura, sin embargo este ‘cambio’ no se traduce en una mayor cantidad de fieles. Por tanto si el cónclave se decide por un papa conservador encontrará apoyo en los grupos más radicales”.
Para Suárez el legado de Francisco fue muy vasto en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva, pero al interior de la Iglesia Católica consideró que existen algunas asignaturas pendientes en dos temas cruciales: el rol de la mujer en la institución y la forma de afrontar los abusos eclesiales.
En ambos temas, entendió la especialista, el pontificado de Francisco logró algunos avances, pero aún queda mucho por hacer y dependerá del próximo pontificado el curso que finalmente adquieran.
El rol de la mujer
“Francisco logró algunos pocos avances en relación con el acceso de mujeres a roles de gobierno de la Iglesia, sin embargo mantuvo la prohibición a su ordenación tanto al diaconado como al sacerdocio. Además, criticó en varias ocasiones la ‘ideología de género’ y recurrió en diversas oportunidades a un lenguaje anticuado sobre las mujeres”, explicó Suárez.
Para la prohibición de la ordenación sacerdotal de mujeres, Suárez mencionó que Francisco sostuvo el legado de Juan Pablo II, quien en la carta apostólica Ordenatio Sacerdotalis (1994) no sólo negó el acceso de la mujer al sacerdocio, sino que cerró el tema a toda discusión.
En tanto, en Evangelii Gaudium, Francisco ratificó que “el sacerdocio reservado a los varones (…) es una cuestión que no se pone en discusión…” y que el papa polaco había sido claro al respecto y había sido un asunto tratado con seriedad.
En 2016 Francisco convocó por primera vez una comisión para estudiar la ordenación de diaconas, tras una solicitud de un grupo de religiosas. Tres años más tarde el Papa dijo que “no se pudo llegar a un acuerdo sobre el papel de las mismas en los primeros siglos del cristianismo”, en referencia a que no podía instaurar un ministerio que no hiciera parte de la tradición.

“La cuestión del liderazgo de las mujeres se planteó en todos los informes continentales durante el Sínodo sobre la sinodalidad y fue un tema de conversación en las dos cumbres en Roma en 2023 y 2024. El sínodo, que supuestamente buscaba instancias de horizontalidad en una Iglesia esencialmente jerárquica y clerical, recogía así una fuerte inquietud de varios sectores que entendían que había llegado el momento de dar un paso decisivo”, mencionó Suárez.
Y agregó: “Sin embargo, en línea con la posición de Francisco, el documento final del sínodo esquivó el tema”. Y cita al analista José María Vidal: “El documento les dora la píldora –a las mujeres–, les reconoce que son parte fundamental de la institución y del seguimiento del Maestro, pero no saca conclusiones”.
Finalmente, hace un año, Francisco le dijo a una periodista estadounidense que se oponía a la ordenación de mujeres como diaconisas, sin embargo, afirmó que “este discernimiento debe continuar”.
Suárez consideró que si desde la cúpula de la Iglesia no se cambia la actitud hacia las mujeres y no se las pone en un plano de igualdad con los varones enfrentará una oposición consistente en el futuro. “Al cuestionamiento de la Universidad de Lovaina podrán sumarse otras instituciones. Pero peor aún, seguirá la fuerte caída en el número de religiosas –mucho más acentuada que la de los sacerdotes–, que ya no le encuentran sentido a estar relegadas a un segundo plano en los ministerios eclesiales. La paciencia tiene un punto“.

Para concluir, Suárez valoró que durante sus 12 años de pontificado Francisco nombró a una docena de mujeres en puestos de responsabilidad en el gobierno central de la Santa Sede. “En pleno siglo 21 un Estado conducido enteramente por varones, es muy anacrónico”, dijo.
Abusos sexuales: avances pero...
“Francisco asumió el pontificado en un momento en que la Iglesia ya enfrentaba el problema. Su predecesor, Benedicto XVI, había comenzado a dar señales de querer abordarlo con seriedad. Bergoglio se encontró con un tema que no pudo esquivar, que lo llevaba a admitir prácticas de silenciamiento, de encubrimiento, típicas del accionar eclesial ante estos temas”, mencionó.
Durante su pontificado Francisco implementó una serie de decretos y motus proprio que buscaron fortalecer los mecanismos de denuncia, responsabilizar a todos los niveles del clero, y proteger a las víctimas, en un esfuerzo por afrontar de manera más efectiva la crisis de abusos en la Iglesia Católica.
El más importante fue el motu proprio "Vos Estis Lux Mundi" (2019) que estableció un nuevo procedimiento para denunciar abusos y delitos sexuales cometidos por miembros del clero, incluyendo a obispos y superiores religiosos. Además impuso obligaciones de reporte tanto a las víctimas como a los responsables de la Iglesia y creó una estructura para la supervisión de las denuncias.

Sin embargo el énfasis en la prevención, interpreta Suárez, es muy poco proporcional al énfasis puesto en la revisión de los discursos y prácticas eclesiales que están a la base de los abusos. “Eso es lo que más les duele a las víctimas. No hay claridad sobre cómo afrontar los casos de abusos de poder, de conciencia, que al igual de los abusos sexuales, han producido enormes daños”.
Además la restauración del daño infligido a las víctimas es también un área en la que hubo avances, pero sin directrices claras y varía según las instancias locales. “La percepción es que los cambios además de insuficientes, se implementan en forma muy lenta”, concluyó.
Clericalismo, doctrina y supresión
Otro punto que Suárez consideró importante para ser revisado es la forma de gobierno de la Santa Sede, el cual se caracteriza por una monarquía absoluta, con el Papa ejerciendo los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. “Es muy jerárquica y cero democrática”, subrayó.
También consideró que se debe avanzar en una revisión de la doctrina sobre la sexualidad. Celibato, homosexualidad, entre otros temas requieren de un enunciado “claro” y atento al tiempo actual: “sostener que la sexualidad se pone en juego solo en el matrimonio y para la procreación no condice con el presente”, argumentó.
Finalmente Suárez consideró que la reciente disolución de la comunidad peruana Siervas del Plan de Dios (Soladicio de Vida Cristiana) da el puntapié para que el próximo pontífice tenga el camino allanado para continuar con esta misma política de supresión ante cualquier instituto de vida consagrada o sociedad de vida apostólica con estructuras rígidas proclives al abuso.
¿Y la reforma del Opus Dei?
Francisco mantuvo una relación tensa con el Opus Dei, marcada por decisiones que apuntaron a limitar su autonomía dentro de la Iglesia.
Desde hace casi dos años la organización es tratada como una asociación pública clerical y no como una prelatura personal como les había concedido Juan Pablo II.

Además Francisco les exigió cambios en las normas internas. Tiempo atrás presentaron una propuesta pero la misma fue rechazada. Para la fecha de la muerte de Bergoglio debían sustanciar un cambio de fondo pero finalmente redujeron la agenda en Roma a renovar los puestos de liderazgo.