Israel contará su guerra de 2024 contra Hezbollah como un gran éxito. Las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) llevaban planeándola desde el final de la guerra de 2006, que se saldó con un gran número de bajas israelíes y no consiguió debilitar seriamente a Hezbollah.
Es evidente que Israel disponía esta vez de una excelente información de inteligencia y tenía la capacidad de actuar en consecuencia; eso ya quedó claro en la operación, pocos días antes de que las tropas israelíes cruzaran al sur de Líbano, en la que hizo explotar beepers y walkie talkies.
En dos meses de conflicto, consiguió eliminar a la cúpula de Hezbollah, incluido Hassan Nasrallah. Destruyó numerosos emplazamientos militares cerca de la frontera israelí y gran parte de los arsenales de armas de Hezbollah, incluidos misiles estratégicos.
La operación terrestre de Israel tuvo mucho más éxito de lo que muchos analistas (entre los que me incluyo) pensaban, y ha habido menos bajas que en 2006.
Pero yo no diría que Hezbollah está neutralizada, ya que incluso después de dos meses, y de todos estos avances israelíes, todavía fue capaz de disparar entre 200 y 250 misiles contra Israel el fin de semana pasado, y en la última semana de la guerra incluso obligó al aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv a suspender sus operaciones.
Pero Hezbollah no es la organización que era el 8 de octubre de 2023, cuando comenzó a atacar Israel en apoyo de las atrocidades cometidas por Hamas el día anterior.
El hecho de que haya entrado en un alto el fuego con Israel antes del final de la guerra de Gaza subraya que su menor capacidad militar se refleja en objetivos políticos más modestos.
El objetivo de Israel en Gaza
El mayor logro de Benjamin Netanyahu con el alto el fuego es la desvinculación de la guerra de Gaza del frente libanés. Esto lo ve como una brecha importante en el eje de resistencia iraní.
El primer ministro israelí se enfrenta ahora a importantes decisiones sobre la guerra de Gaza. Siempre ha mantenido que su objetivo es la victoria total sobre Hamas, y en el alto el fuego con Hezbollah, Netanyahu quizás ha demostrado que su objetivo de “victoria total” depende totalmente de su definición de lo que eso significa.
En esencia, Hamas ha sido prácticamente derrotado y su liderazgo, diezmado. Creo que sería totalmente incapaz de organizar otra operación al estilo del 7 de octubre. Sus suministros de armas han disminuido y sus fuerzas están desorganizadas.
Eso no significa que sea incapaz de llevar a cabo las tácticas de guerrilla que siguen matando a las fuerzas israelíes, pero también se sentirá más aislado tras el alto el fuego de Hezbollah.
Los dirigentes de Hamas, tanto dentro como fuera de Gaza –la mayoría en Turquía estos días, desde que Qatar renunció a su papel en las conversaciones de paz–, cuestionarán la determinación de Teherán, sobre todo porque ha acogido con satisfacción el alto el fuego.
Egipto lanzó un nuevo plan para un alto el fuego más limitado en Gaza. Tendría una duración de uno o dos meses y se basaría en una reducción de la actividad militar israelí, la devolución escalonada de algunos rehenes y un aumento de la ayuda con la reapertura del paso fronterizo de Rafah entre Egipto y Gaza. No prevé una retirada israelí de Gaza.
La influencia de Donald Trump
Esta iniciativa no sólo se coordinó con la actual administración estadounidense, sino que al parecer Egipto también estuvo en contacto con Donald Trump. Hamas podría tener que aceptar la nueva realidad de que está solo.
El contacto del Gobierno egipcio con la administración entrante de Trump pretende, sin duda, presionar a los israelíes.
El enérgico presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, fue uno de los primeros líderes en felicitar al presidente electo de Estados Unidos y su voz tendrá, sin duda, más peso en una Casa Blanca dirigida por Trump que bajo el mandato de Joe Biden.
Pero no está claro si Trump apoyará el plan de Egipto. El recién reelegido presidente estadounidense quiere ser visto como el gran defensor de Israel. Pero al mismo tiempo le encantaría pasar a la historia como el hombre que trajo la paz a Oriente Próximo. Y, como sabemos, se declara contrario a las “guerras eternas”.
Sospecho que el apoyo de Trump a Israel está más relacionado con sus preocupaciones estratégicas sobre el programa nuclear iraní que con su afecto por el Estado judío. Puede que le interese llegar al poder con un alto el fuego, tanto en Líbano como en Gaza, para poder centrarse en Irán.
Es un hecho notable que, a pesar de los 13 meses de guerra, los Estados clave de los acuerdos hayan mantenido sus relaciones con Israel. También lo es que las conversaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita sobre energía y estrategia hayan seguido incluyendo la posibilidad de que los saudíes reconozcan la condición de Estado de Israel.
Los acuerdos fueron una de las grandes iniciativas de política exterior de la primera administración Trump. Israel firmó acuerdos para normalizar las relaciones con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán.
Se esperaba que Arabia Saudí fuera uno de los Estados árabes que siguieran el ejemplo, y la Administración Biden hizo denodados esfuerzos para asegurarse de que así fuera. Pero el atentado de Hamas del 7 de octubre y el conflicto posterior han acabado (al menos temporalmente) con esa idea.
Pero es probable que las cálidas relaciones de Trump con los saudíes durante su primer mandato se renueven tras su toma de posesión el 20 de enero.
Es muy posible que si se llegara a un acuerdo de paz en Gaza, podríamos ver avances en este asunto, lo que dejaría a Irán seriamente aislado en la región.
* Profesor emérito de Derecho en la Universidad de Londres