Cientos de israelíes se congregaron este jueves en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv, un lugar que operó como lugar de encuentro, debate y reclamos de las familias de los secuestrados y asesinados desde octubre de 2023. Allí se reunieron para celebrar el anuncio del alto el fuego en Gaza y, sobre todo, el inminente regreso de los 48 rehenes restantes.
La conocida plaza vibró con una alegría diametralmente opuesta a las lágrimas que empañaban la atmósfera hace apenas dos días durante el segundo aniversario de los ataques de este último martes.
Entre bailes, cánticos y un ambiente festivo, ciudadanos como Emma, una española casada con un israelí, expresaron su alegría: “Nos levantamos con alegría porque lo primero que queremos es que los secuestrados regresen a casa”. Ester, una jubilada de unos 70 años que viajó desde el norte, afirmó: “Hoy es nuestro deber ser felices, hoy se cierra el círculo”.
La noticia del acuerdo, que estipula la liberación de los 48 rehenes (de los cuales se estima que sólo 20 siguen vivos) a cambio de cientos de prisioneros palestinos, fue calificada por una residente de Tel Aviv, Geraldine, como “el primer motivo para la esperanza en mucho tiempo”.
Un reservista israelí, con las botas aún manchadas de polvo de Gaza, fue recibido con una bendición y un beso en las manos por parte de Ester.
Alivio y cautela
Mientras tanto, en la Franja de Gaza, asolada por dos años de guerra, la noticia del acuerdo de tregua fue recibida con una mezcla de “alivio y cautela”. Para muchos palestinos, ansiosos por el cese del derramamiento de sangre, el desplazamiento y la destrucción, escuchar sobre la pausa en la “devastadora guerra” trajo alivio.
“Una vez que escuchamos la noticia sobre la tregua, nos sentimos felices”, compartió Ibrahim Shurrab, de Jan Yunis, desde un área de tiendas de campaña donde residen palestinos desplazados.

Nevin Qudeeh dijo que sentía el mayor alivio desde el estallido de la guerra, añadiendo que estaría aún más feliz cuando pudiera volver a casa. Algunos niños en Deir al-Balah celebraron la noticia con silbidos, aplausos y cánticos. Mahmoud Wadi expresó recibirla con una “felicidad inmensa y un sentimiento indescriptible”.
Sin embargo, esta felicidad está impregnada por el dolor de las pérdidas abrumadoras y la preocupación por el futuro. “Estoy feliz e infeliz”, admitió Mohammad Al-Farra, lamentando la pérdida de seres queridos, amigos, familiares y hogares. “Uno no puede evitar preguntarse cómo será el día después... La situación es muy difícil”.
Otros palestinos desplazados también compartieron sentimientos encontrados. Taghreed al-Jabali, de Jan Yunis, lamentó las pérdidas y asesinatos, particularmente de los niños que “perdieron dos años completos de escuela“. Mohamed al-Nashar, de Ciudad de Gaza, describió que la gente está “muy cautelosa y temerosa de lo que está por venir”, preocupado de que la tregua pueda ser violada en cualquier momento. La incertidumbre persiste sobre aspectos clave del plan, como el desarme de Hamas y el futuro gobierno de Gaza.
La ofensiva israelí, lanzada tras el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, causó una vasta destrucción en Gaza, con el 90% de sus edificios destruidos y más de 67 mil muertos, según su Ministerio de Salud controlado por Hamas. La guerra también generó luchas por la comida en partes del territorio. En contraste, en Tel Aviv, poco se habla del destino del enclave que fue prácticamente “arrasado“ por el objetivo militar de acabar con el ejército terrorista de Hamas que ha usado a la población como escudo humano.
A pesar de la cautela, la esperanza prevalece entre los palestinos que estuvieron desesperados por una situación donde “la educación se ha detenido, las vidas de las personas se han detenido“.
Samir Moammer, desplazado de Rafah, afirmó: “La ocupación nos ha devuelto a la Edad de Piedra”, pero reza para que el acuerdo se complete y que las personas “vuelvan a ser como eran antes“.