El Museo de Louvre reabrió sus puertas este miércoles 22 de octubre de 2025 en París, apenas tres días después del cinematográfico robo de joyas de la realeza francesa. Cientos de turistas formaron largas filas bajo la pirámide de vidrio, un día después del frenético trabajo forense realizado en el interior.

A pesar de la normalización parcial, la investigación policial continúa intensamente activa. Los agentes buscan recuperar las ocho piezas de la Corona francesa que siguen desaparecidas, cuyo valor total asciende a 88 millones de euros, o poco más de 100 millones de dólares.
La Galería Apolo, polo de atracción de curiosos y escenario del crimen, permanecía cerrada con un biombo que cortaba el acceso a la rotonda.
El Louvre no informó públicamente sobre los detalles de un protocolo de seguridad reforzado tras la reapertura. Sin embargo, la presencia de policías uniformados no era visible en los pasillos, según la información disponible.
El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, admitió una falla en la seguridad que causó conmoción en todo el país. Darmanin señaló: “Hemos fallado”, destacando que la posibilidad de colocar un montacargas sin ser detectado proyecta “una imagen muy negativa de Francia”.
Menos de 4 minutos y huida en dos motos
Las autoridades francesas confirmaron que los ladrones pasaron menos de cuatro minutos dentro del museo. El golpe, ocurrido el pasado domingo por la mañana, fue planificado para usar un montacargas.
Este vehículo fue subido hasta la fachada que da al río Sena. Una vez allí, los delincuentes forzaron una ventana y rompieron dos vitrinas para llevarse el botín.


En total, el grupo se llevó nueve piezas de las joyas de la Corona. Una fue recuperada debido a que se les cayó en la fuga.
La huida fue protagonizada por cuatro personas que participaron del golpe. Partieron en dos motos marca Yamaha a toda velocidad por el centro de París.
Pistas de ADN y un “entregador” bajo sospecha
El ministro del Interior francés, Laurent Núñez, aseguró que “La investigación continúa” en medio de interrogantes sobre las fallidas medidas de seguridad en el recinto. Cerca de 100 investigadores buscan a la banda y posibles cómplices.
En la Galería Apolo, los delincuentes abandonaron una amoladora, un guante, un casco y un chaleco de seguridad amarillo. La policía científica está analizando todos los restos hallados, incluyendo una frazada, un soplete y un walkie-talkie, con el objetivo de encontrar rastros de ADN.
La investigación también cuenta con la testimonial de un nuevo testigo que aportó datos sobre la fisonomía de los ladrones.
Las autoridades sospechan que pudo haber intervenido un “entregador”. De hecho, todos los empleados del museo fueron registrados y se les tomó declaración indagatoria.
El temor principal de los conservadores es la destrucción de las joyas, que más allá de su valor económico, tienen un valor histórico incalculable. La fiscal Laure Beccuau advirtió que es poco probable que los ladrones obtengan una cifra parecida si sacan las gemas de sus monturas o funden los metales.
El incidente reactivó la discusión en Francia sobre el aumento desmedido de visitantes y la sobrecarga del personal, un tema que ya había generado huelgas por hacinamiento en junio. El paradero de las joyas históricas y las detenciones de los responsables siguen siendo la principal prioridad de las autoridades francesas.

























