Justo después del momento histórico de la elección papal en la Capilla Sixtina, hay un lugar menos conocido pero de profunda significación: la “sala de las lágrimas”.
Situada a la izquierda del altar de la Capilla Sixtina, tras una de las dos puertas cerradas de pequeño tamaño a los lados de la pared del Juicio Final. Este es el primer lugar al que se dirige el Papa recién elegido para un acto de transformación, tanto física como espiritual.
Qué es la sala de las lágrimas
La sala de las lágrimas es una habitación pequeña, un espacio íntimo con bóveda y lunetos, donde el nuevo sucesor de Pedro se despoja del color rojo cardenalicio para ponerse las vestiduras papales blancas.
El ceremoniero pontificio, Monseñor Marco Agostini, describió este lugar a Vatican News. Según su descripción, el mobiliario es esencial: una mesa y dos sillas de madera oscura, un pequeño sofá rojo y un perchero. En sus paredes se conservan algunos fragmentos de frescos, y hay dos tramos de escaleras a un lado y una ventana oculta tras una cortina en la pared de enfrente.
Aunque contra la pared se impone la grandeza de los frescos de Miguel Ángel, la sala también guarda un secreto: un fresco de Perugino, oculto detrás del Juicio Final pero conocido por un dibujo antiguo, que originalmente completaba el complejo iconográfico de la Capilla.
Este fresco representa al papa Sixto IV della Rovere arrodillado a los pies de la Asunta, con las manos juntas en oración, la tiara en el suelo y la llave petrina sobre su hombro.
El profundo significado de la transformación
Monseñor Agostini subraya la importancia simbólica de este momento. “Allí, el Papa toma conciencia de lo que ha llegado a ser, de lo que es a partir de ese momento”. El cambio de vestidura, de la sotana cardenalicia roja a la papal blanca, es una verdadera investidura, algo más antiguo y profundo que un simple cambio de ropa. Adquiere un significado poderoso, no solo formal, sino sobre todo espiritual. Hay tres sotanas blancas de diferente talla puestas a disposición para que el pontífice elija la suya.
Es un momento de introspección. Tras los agitados días del cónclave, el Papa se encuentra por primera vez a solas consigo mismo, “solos, pero cara a cara con Dios”. La conciencia de asumir el mandato petrino lo atraviesa como un relámpago.
Por qué “Sala de las lágrimas”
El nombre popular “sala de las lágrimas” no es casual. Según Monseñor Agostini, en este lugar, el Papa puede rezar y, a veces, como indica el nombre, llorar, sobrecogido por la emoción.
Una lápida empotrada en una de las paredes, con fecha del 31 de mayo de 2013, explica el origen histórico del nombre. Indica que la sala es denominada “del llanto” desde Gregorio XIV, quien, el 5 de diciembre de 1590, recién elegido Papa, derramó lágrimas de emoción en este mismo lugar6. Es el momento en que el nuevo pontífice, tras aceptar la elección, se viste con los atuendos propios, según detalló la agencia Aica.