Un fin de semana trágico sacudió a Estados Unidos con dos ataques armados en distintos puntos del país. En Carolina del Norte, un tiroteo desde una embarcación contra un bar dejó tres muertos, mientras que en Míchigan, un hombre abrió fuego en una iglesia mormona, causando una víctima fatal antes de incendiar el templo y ser abatido por la policía.

Ataque premeditado en un bar de Carolina del Norte
En la ciudad costera de Southport, Carolina del Norte, lo que parecía ser una tranquila noche de sábado se convirtió en una escena de terror. Alrededor de las 21:30, un hombre disparó desde un bote hacia los clientes del bar American Fish Company, ubicado junto al río Cape Fear. El ataque, descrito por las autoridades como “altamente premeditado”, dejó un saldo de tres personas muertas y cinco heridas. Según el fiscal del distrito, Jon David, una de las víctimas hospitalizadas “está luchando por su vida”.
El sospechoso, identificado como Nigel Edge, de 40 años y residente de Oak Island, utilizó un rifle de asalto para perpetrar el ataque. Tras los disparos, huyó en su embarcación. Sin embargo, aproximadamente media hora después, una tripulación de la Guardia Costera lo avistó en una rampa pública y fue detenido.
Edge enfrenta tres cargos de asesinato en primer grado y cinco de intento de asesinato, entre otras acusaciones, y se encuentra detenido sin derecho a fianza. Las autoridades indicaron que el lugar fue “seleccionado” específicamente para el ataque. El jefe de policía Todd Coring informó que el sospechoso se autoidentifica como un veterano de combate que sufre de trastorno de estrés postraumático (TEPT). Además, se supo que Edge tenía “contactos menores” con la policía local y había presentado demandas contra la ciudad en el pasado, aunque nada que indicara que fuera “capaz de tal horror”.
Tiroteo e incendio en una Iglesia de Míchigan
Casi simultáneamente, otro tiroteo se registró en una iglesia mormona en Grand Blanc, Míchigan, donde un hombre mató a una persona e hirió a otras nueve. El atacante, un hombre de 40 años de la localidad de Burton, irrumpió en la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días armado con un rifle de asalto mientras cientos de feligreses se encontraban en el lugar.

Tras abrir fuego, el agresor incendió “deliberadamente” el templo, lo que dificultó las tareas de las fuerzas de seguridad. Finalmente, el tirador fue abatido por dos agentes de policía. El jefe de policía local, William Renye, advirtió que el número de víctimas podría aumentar a medida que aseguren la escena, la cual se vio comprometida por el fuego.
El hecho generó una fuerte condena a nivel nacional. La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, calificó la violencia en un lugar de culto como “desgarradora y escalofriante” y confirmó el despliegue de agentes del FBI en la zona. Por su parte, el presidente Donald Trump aseguró estar siguiendo la situación y declaró: “Esto parece ser otro ataque dirigido contra los cristianos en los Estados Unidos de América. [...] ¡ESTA EPIDEMIA DE VIOLENCIA EN NUESTRO PAÍS DEBE TERMINAR, DE INMEDIATO!“.