El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intensificó su retórica contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, calificando su régimen de “desagradable” y acusándolo directamente de ser una fuente de drogas y migrantes que ingresan a Estados Unidos.
Trump afirmó que “Venezuela continúa enviando drogas a nuestro país y no podemos permitir que eso suceda”. Además, sostuvo que desde el país caribeño “siguen enviando a los migrantes que son rechazados en la frontera norteamericana”.
El mandatario vinculó expresamente la política del régimen venezolano con flujos migratorios “potencialmente peligrosos” y acusó a Caracas de “fallas sistemáticas respecto al control de sus fronteras y de complicidad en el tráfico de drogas”. Aseguró que Estados Unidos ahora cuenta con “la frontera más segura que hemos tenido jamás”.
En una contexto de políticas migratorias
Estas afirmaciones se dan en un contexto donde Trump promueve una política migratoria “dura” contra la inmigración venezolana, llegando a abogar por la aplicación de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para deportaciones masivas de venezolanos supuestamente vinculados con el grupo criminal Tren de Aragua. Las fuentes señalan que, en marzo de 2025, ya se deportaron más de 130 personas a El Salvador, a pesar de una orden judicial que exigía detener los vuelos. El gobierno de Trump defiende este enfoque como parte de su campaña de seguridad fronteriza para controlar crímenes transnacionales y bandas criminales.
Trump también reiteró su postura de considerar a Nicolás Maduro como un dictador. Criticó al gobierno anterior por facilitar acuerdos comerciales con Venezuela y prometió implementar medidas adicionales, incluyendo la revocación de concesiones energéticas otorgadas por administraciones previas. Su narrativa se alinea con una estrategia de “presión máxima”, que incluye sanciones económicas, aislamiento diplomático y el apoyo a gobiernos regionales adversos al régimen de Maduro.
Las declaraciones de Trump se complementan con la postura de altos funcionarios estadounidenses. Recientemente, el secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó que el dictador “NO es el presidente de Venezuela y su régimen NO es el gobierno legítimo”. Rubio sostuvo que Maduro lidera el “Cártel de Los Soles”, una “organización narcoterrorista que se apoderó de un país” y que enfrenta acusaciones por introducir drogas en Estados Unidos.
Investigaciones de Estados Unidos
Esta acusación llega después de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), incluyera al Cártel de Los Soles en la lista de Nacionales Especialmente Designados (SDN), catalogándolo como grupo terrorista internacional y fuente de amenazas transnacionales. Washington responsabiliza al régimen de Maduro de lucrar con el narcotráfico y contribuir a la desestabilización regional. La administración estadounidense considera al Cártel de Los Soles como una “agrupación terrorista transnacional y organización criminal”.
La Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado advirtió que Estados Unidos empleará “todos los recursos a disposición para evitar que Nicolás Maduro continúe lucrando con la destrucción de vidas estadounidenses y la desestabilización de nuestro hemisferio”.
Las investigaciones del FBI se centran en los altos mandos del cártel, integrados por miembros de las Fuerzas Armadas venezolanas y funcionarios del Ejecutivo, con el objetivo de desmantelar por completo su estructura financiera y operativa. También se encuentran bajo observación judicial empresarios vinculados al chavismo.
El Cártel de Los Soles fue objeto de investigaciones desde 1993, evolucionando de la extorsión al involucramiento directo en el tráfico y distribución de estupefacientes. Durante la década de 2000, se relacionó a altos funcionarios venezolanos con la colaboración hacia las FARC en circuitos de narcotráfico.