Quienes no estaban preparados para un acontecimiento de tal magnitud se sorprendieron con la noticia.
Los prevenidos, en cambio, tomaron el incidente excepcional casi con indiferencia. Es que lo daban por hecho. Sólo era cuestión de esperar el momento señalado por el exespía soviético y actual presidente ruso, Vladimir Putin, coincidían los convencidos.
El 24 de febrero de 2022 fue la fecha elegida por el jefe político del Kremlin y sus asesores castrenses para iniciar la invasión a territorio ucraniano.
Este viernes se cumplen 100 días del inicio de ese conflicto bélico a gran escala, el mayor ataque militar convencional en suelo europeo desde la Guerra de los Balcanes que se desarrolló en la antigua Yugoslavia, de 1991 a 2001.
“Operación militar”
Veinte horas después de que el jefe del Kremlin anunció por televisión el inicio de una “operación militar especial” en Ucrania, las Fuerzas Armadas a su mando –acantonadas desde hacía tiempo en varios tramos de los casi 2.300 kilómetros de frontera terrestre y de los 321 kilómetros de límite marítimo que comparten ambos países en el centro de Europa– avanzaron en bloque –por suelo y por aire– hacia suelo enemigo.
En la primera jornada de hostilidades, una avanzada de asaltantes llegó hasta las inmediaciones de Kiev, abriéndose paso a fuerza de disparos de mortero, de tanques, de proyectiles autopropulsados y de descargas aéreas.
Un mes después de la incursión, ante la resistencia sostenida que opuso la defensa ucraniana en torno a la capital del país, el viceministro de Defensa ruso, Alexander Fomin, anunció la reducción “fundamental” de las acciones militares en la ciudad sitiada con el fin –según justificó– de reforzar las tropas en el Dombás, al sudeste del mapa.
En esta comarca, Rusia está imponiendo condiciones a fuerza de destrucción masiva y ejerciendo por la fuerza el control territorial.
La región de Dombás está formada por las provincias de Donetsk y de Lugansk, a las que, días antes de ordenar la invasión, Putin reconoció como estados independientes. Moscú respaldó de ese modo la autoproclamación como repúblicas populares dispuesta por los separatistas prorrusos de una y otra provincia.
Civiles y militares muertos
Según los registros actualizados al miércoles último por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), 4.031 civiles han muerto y otros 4.735 resultaron heridos en la contienda.
Entre las víctimas fatales, el organismo anotó a 92 niñas, a 100 niños y a 69 menores de sexo aún indeterminado.
Por su parte, el comandante en jefe del Estado Mayor de Ucrania, Valerii Zaluzhnyi, aseguró el 31 de mayo que al menos 30.500 soldados rusos han muerto desde el inicio de la guerra.
También cifró en 208 los aviones enemigos destruidos, a los que sumó 174 helicópteros, 1.358 tanques, 3.302 vehículos blindados, 649 artillerías, 207 lanzacohetes y 93 sistemas de defensa aérea inutilizados en el mismo lapso.
El militar ucraniano agregó a la lista 13 barcos y lanchas ligeras, 515 aeronaves no tripuladas y 120 misiles de crucero, entre otros elementos de combate.
Rusia, en cambio, reconoce un número sensiblemente inferior de combatientes propios abatidos y evita referirse a los civiles muertos, culpando a Ucrania de una serie de ataques planificados contra objetivos no bélicos para imputarle a Moscú crímenes de guerra. Esto ocurrió, por ejemplo, en el ataque a la estación ferroviaria de Kramatorsk (en el sur del país), el 8 de abril, en el que murieron al menos 50 personas y otras 100 resultaron heridas.
Crisis humanitaria
El irresoluto conflicto armado convirtió la situación volátil y de alta tensión hasta fines de febrero en una emergencia humanitaria de relevancia colosal.
El éxodo masivo de gente hacia rumbos diversos para no caer bajo el fuego cruzado ha dado forma dramática a la crisis de exiliados forzosos con más rápido crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) cifra en más de 6,5 millones las personas que huyeron de Ucrania desde el inicio de la invasión, mientras que otros ocho millones se desplazaron dentro del país.
La mitad de las familias desterradas tienen niños, el 57 por ciento cuenta con personas ancianas y el 30 por ciento tiene a cargo enfermos crónicos, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Otro dato significativo de la tragedia: la mayoría de los refugiados son mujeres. Esto, debido a que el gobierno del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, prohibió salir del país a todos los ciudadanos varones de 18 a 60 años ante un eventual reclutamiento para defender al país. El control de la medida está a cargo del Servicio Estatal de Guardia de Fronteras.
Los analistas no se ponen de acuerdo acerca de cuándo y de cómo se dispondría el alto el fuego.
Tampoco, sobre qué futuro les espera a los contendientes, a sus aliados y al resto del mundo a raíz de esta catástrofe de magnitud formidable y resolución incierta.
Es que la guerra no deja certeza en pie. Arrasa con todo.