La guerra aprovecha el fracaso persistente de la diplomacia y el afán desmesurado de los líderes involucrados de manera directa en el conflicto bélico en Europa del Este por imponer condiciones en el campo de la virtualidad, para continuar su marcha ruinosa de muerte indiscriminada, de destrucción y de espanto.
La contienda real en Ucrania afecta de manera directa a un vasto universo humano; sin embargo, perjudica en mayor escala a las mujeres y a las niñas ucranianas, sobre quienes descarga su saña brutal, sin piedad ni medida.
En los días transcurridos desde que Rusia invadió Ucrania -el 24 de febrero último-, se han visto imágenes de mujeres dando a luz en estaciones ferroviarias subterráneas. También, de recién nacidos siendo trasladados apresuradamente a refugios improvisados debido a que las instalaciones sanitarias se vuelven inaccesibles o quedan demasiado dañadas como para funcionar de manera adecuada.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó esta semana que unos 300 establecimientos de salud de Ucrania se encuentran en áreas de conflicto directo y otros mil, en zonas de control modificadas, lo que deja al sistema sanitario vulnerable a daños en la infraestructura y a graves interrupciones en los servicios críticos.
Venir al peor de los mundos
El Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) estima que unas 80 mil mujeres darán a luz en los próximos tres meses en Ucrania; muchas de ellas, sin acceso a servicios esenciales de salud materna, por los motivos señalados.
Así las cosas, resulta evidente que para algunas parturientas, el alumbramiento será una experiencia que amenace sus vidas, en lugar de un acontecimiento para celebrar, cargado de esperanza.
El fuego cruzado entre los actores en pugna en el actual conflicto bélico en Europa del Este también agravó las desigualdades de género en el país invadido, que en los últimos años venía exhibiendo avances modestos en materia de reducción de las diferencias. Por caso, el Índice Global de Brecha de Género 2021 lo ubicó en el puesto 74 de 156 en los que se mide la paridad entre hombres y mujeres; se lo hace en cuatro áreas clave: salud, educación, economía y política.
Un apunte al margen: Islandia se situó el año pasado en la primera posición del ranking, con una puntuación de 0,89 puntos, seguido por Finlandia, con 0,86. Argentina figuró en el puesto 30° del nomenclador mundial, con 0,75 puntos.
Los pequeños logros exhibidos por Ucrania en la disminución de las desigualdades de género -vale aclarar-, estaban bajo amenaza luego de ocho años del conflicto en el este del país tras la anexión de Crimea por parte de Rusia.
El ensanchamiento de esa brecha reconoce tres factores principales, según Unfpa: la migración de los jóvenes en busca de mejores horizontes de vida, las tasas de fecundidad por debajo de la de reemplazo, y la alta brecha entre la esperanza de vida de hombres y mujeres, que llega hasta los 11 años a favor de éstas.
La catástrofe humanitaria actual como consecuencia de la invasión militar hace presagiar un agravamiento de la situación en Ucrania, donde el 54 por ciento de su población (44,13 millones de personas, según el Banco Mundial) son mujeres.
Derechos ultrajados
La violencia contra las mujeres y las niñas ucranianas es otra cuestión a tener en cuenta de manera especial en el actual contexto de guerra en que se encuentra el país.
La historia bélica demuestra una y otra vez que las hostilidades aumentan la exposición de las mujeres y las niñas a crímenes de guerra, incluidos asesinatos arbitrarios, violaciones y tráfico, entre otros ultrajes.
La contienda que se desarrolla en Europa del Este desde hace 53 días no es la excepción a la regla; se da por hecho que agudizará en Ucrania un problema que es de suma gravedad desde mucho antes de la invasión militar rusa: la violencia basada en género (VBG).
Un estudio de Unfpa de 2019, determinó que el 75 por ciento de las mujeres del país declaró haber vivido algún tipo de violencia desde los 15 años.
Otro dato escalofriante: una de cada tres mujeres consultadas reconoció haber sufrido violencia física o sexual.
El cuadro de espanto descubrió rasgos de mayor crueldad en las mujeres y niñas residentes en zonas rurales donde las sobrevivientes de VBG enfrentaban obstáculos adicionales para acceder a asistencia especializada y protección adecuada.
La cruenta disputa militar que se libra en la actualidad en territorio ucraniano y que nadie se anima a arriesgar si terminará pronto, trastocó todas esas variables para peor y suma dramatismo a la catástrofe humanitaria en desarrollo con cada instante que consume la guerra.