Rusia arrojó una carta fuerte sobre el paño tendido en su frontera con Ucrania donde se desarrolla el “juego de guerra” que tiene a ambos países disputando la partida de manera directa y en la que además intervienen Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), la Unión Europea (UE) y los principales aliados de uno y otro bloque político. No obstante, algunas insinuaciones parecen indicar que Moscú mantiene la decisión de reservar los “comodines” que le tocó en el reparto para hacerlos valer en instancias cruciales del lance.
El Gobierno ruso anunció el martes la retirada de parte de sus tropas desplegadas cerca del linde caliente; aclaró que lo hará una vez que finalicen las maniobras que lleva a cabo en la zona de conflicto. La comunicación trascendió en momentos en que la tensión con su vecino se encuentra en niveles próximos a la marca de detonación.
La agencia rusa de noticias Sputnik difundió el aviso y puso en boca del vocero del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, la decisión del Kremlin de replegar parte de las fuerzas movilizadas desde hace meses, sin solución de continuidad, hacia el confín oeste de su territorio.
A casa
“Los destacamentos de los distritos militares Sur y Oeste que cumplieron sus misiones se preparan para volver a sus bases en trenes y en vehículos de traslado de tropas”, aseguró el funcionario de referencia según la fuente citada.
La noticia está a tono con la impresión de Sergei Lavrov, responsable ruso de Relaciones Exteriores, quien avizora un posible acuerdo con Estados Unidos y con la Otan siempre y cuando “las propuestas de Rusia” en materia de seguridad “sean escuchadas”. Esto supone que la alianza militar detenga el despliegue de armas a territorio ucraniano, retire sus fuerzas de Europa oriental y ponga freno a su ambición expansionista inscribiendo en su padrón de adherentes a Ucrania y a otras exrepúblicas soviéticas, entre otros planteos.
A todo esto, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, se mostró cauto sobre las informaciones originadas en Moscú en relación con la eventual retirada de parte de las fuerzas rusas desplegadas cerca de sus fronteras.
A través de su cuenta en Twitter, el funcionario manifestó que las autoridades ucranianas “no creen lo que oyen”, sino “lo que ven”. Sin embargo, advirtió: “Si a esas declaraciones les sigue una retirada real, creeremos que es el inicio de una desescalada real”.
Al margen de sus declaraciones, el canciller ucraniano continúa buscando apoyos a la causa. Con ese propósito este martes se reunió con embajadores de los Estados miembro de la UE.
“El inquebrantable apoyo de los socios permite a Ucrania estar en una posición fuerte y preparada ante cualquier escenario”, argumentó.
Señales contradictorias
Por su parte, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, aseguró que Rusia lanza “señales contradictorias” en torno a la situación con Ucrania. Lo hizo no bien Moscú anunció el repliegue parcial de tropas.
El mandatario británico interpretó que los esfuerzos diplomáticos entre Rusia y los países occidentales han mostrado “señales de una apertura” política de Moscú para evitar el conflicto armado. Sin embargo, agregó que informaciones de inteligencia sobre la actividad militar del país “no son alentadoras”.
Más temprano, la ministra británica de Relaciones Exteriores, Liz Truss, dijo que “este es un momento muy peligroso para el mundo”. En declaraciones a la cadena británica BBC, la funcionaria reiteró que Rusia podría invadir Ucrania en cualquier momento e instó al Kremlin a “que se aleje del precipicio”.
Distensión
El analista de política internacional Gonzalo Fiore Viani opinó que, si bien el anuncio del repliegue parcial de tropas rusas en la frontera con Ucrania es para muchos actores occidentales “una maniobra distractora del Kremlin, se trata de un gesto que puede considerarse claramente de desescalada”.
Para el experto, “va en línea con lo que dijo el canciller Lavrov” el lunes último. Ese día había afirmado que Rusia estaba dispuesta a negociar. “En ese sentido, podríamos estar frente a una probable distensión en el corto plazo”, afirmó Fiore Viani.
Para el politólogo, “todo indica, por ahora, que un conflicto armado abierto, como estábamos acostumbrados a ver en el siglo 20, es relativamente poco probable que se produzca”. No obstante, “sí puede llegar a haber movimientos militares y pequeñas escaramuzas, además de la guerra híbrida que desde hace tiempo ya se está desarrollando, pero no algo a gran escala”.
Para Fiore Viani, lo último encuentra sustento en “el enorme poderío nuclear y militar tanto de Rusia como de la Otan”.
“La escalada pudo haber ido más lejos de lo pensado, pero quizás ya es tiempo de comenzar a sentarse a negociar y, de a poco, disminuir las tensiones”, concluyó el experto.
Alejandra Loucau, periodista especialista en política internacional, no descarta un eventual conflicto armado en la región, aunque considera que la tensión que se vive en Europa del este no se resolvería con una guerra.
Hecha la aclaración, expresó su convencimiento de que “Rusia no tiene ninguna razón para invadir a Ucrania”. Esa posibilidad –acotó– “no tiene coherencia con la estrategia rusa de política exterior actual, que descarta la opción militar y pone énfasis en su potencial económico”.
En esa línea de razonamiento, Loucau advirtió que “Estados Unidos se muestra dispuesto a incitar una guerra e involucrar a Rusia con el propósito, entre otros, de boicotear su potencial energético”.
Recordó que Rusia provee del 40 por ciento del gas que consumen los hogares y las industrias europeas en la actualidad.
