Ucrania afirmó que las fuerzas rusas se “retiran rápidamente” del norte del país, mientras que en el sur la Cruz Roja se prepara para intentar evacuar este domingo a civiles de la asediada ciudad de Mariúpol tras una nueva jornada de bombardeos en varias regiones.
Las fuerzas rusas realizan una “rápida retirada” de las zonas cercanas a la capital Kiev y de la ciudad Chernigov, en el norte del país, aseguró el asesor presidencial ucraniano, Mijail Podoliak.
“Está bastante claro que Rusia escogió otra táctica prioritaria: retirarse hacia el este y hacia el sur, mantener el control de vastos territorios ocupados y ganar un poderoso punto de apoyo allí”, añadió en un mensaje difundido en la aplicación de mensajería Telegram.
Cambio de estrategia
La viceministra de Defensa de Ucrania, Anna Maliar, anunció que ya no hay fuerzas rusas en la región administrativa que rodea a la capital ucraniana, Kiev.
“Irpin, Bucha, Gostomel y la región de Kiev al completo fueron liberadas del invasor”, publicó Maliar en su página en Facebook.
En las últimas horas, las tropas ucranianas tomaron una treintena de poblaciones de la región, según el portavoz presidencial Oleksii Arestovich, quien advirtió sin embargo que “quedan por delante duras batallas” en el sur y en el este del país.
“No nos hagamos ilusiones. Sigue habiendo intensos combates en el sur, por Mariúpol, por el este de Ucrania”, explicó el portavoz.
Esta situación coincide con el anuncio realizado por el Kremlin el martes pasado de reducir sus operaciones en torno a Kiev y a Chernigov para centrarse en las regiones separatistas de Donetsk y de Lugansk, en el este.
Expertos militares aseguran que Moscú, ante la resistencia ucraniana, busca ahora establecer sus bases en la franja costera sur que va desde la península de Crimea, anexionada en 2014, hasta las dos regiones del Dombás.
Además de recuperar el control alrededor de la capital, las tropas ucranianas avanzaban en la región sureña de Jérson, la única ciudad de importancia que Rusia logró ocupar desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero último.
El lugar más complicado
Distinta es la situación en el estratégico puerto de Mariúpol, en el Mar de Azov, en el sur del país, que desde hace semanas se encuentra sitiado y donde las condiciones humanitarias son catastróficas por falta de alimentos, de electricidad y de medicamentos.
“Hemos logrado rescatar a 6.266 personas, incluyendo a 3.071 de Mariúpol”, declaró el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, en un mensaje por video.
Pero aún hay entre 100 mil y 160 mil personas en la localidad sin posibilidad de escapar ante los constantes fracasos para establecer corredores humanitarios.
Algunos micros lograron sacar a pobladores, pero hasta el momento no se consiguió una evacuación masiva.
La Cruz Roja internacional anunció que realizaría este domingo otro esfuerzo, tras uno fallido cuando “las condiciones hicieron imposible proceder”.
En ese sentido, el secretario General adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, el británico Martin Griffiths, estará este domingo en Moscú con el gran objetivo de obtener un “alto el fuego humanitario” en Ucrania.
Según la ONU, más de 4,1 millones de refugiados huyeron del país desde la invasión rusa y la Fiscalía de Menores de Ucrania denunció que al menos 158 niños murieron y 254 resultaron heridos por los ataques rusos.
Voces por la paz
Las conversaciones de paz continuaron el viernes por video y aunque el canciller ruso, Serguei Lavrov, habló de “cierto progreso”, el diálogo puede empañarse por un ataque a un depósito de combustible en la localidad rusa de Belgorod que el Kremlin atribuye a Kiev, que a su vez lo desmiente.
“Una vez más algún poderoso, tristemente encerrado en las anacrónicas pretensiones de intereses nacionalistas, provoca y fomenta conflictos”, dijo el papa Francisco desde Malta, en lo que parece ser una alusión al presidente ruso, Vladimir Putin, aunque sin nombrarlo.
“Pensábamos que las invasiones de otros países, los brutales combates en las calles y las amenazas atómicas fueran oscuros recuerdos de un pasado lejano. Pero el viento gélido de la guerra, que sólo trae muerte, destrucción y odio, se ha abatido con prepotencia sobre la vida de muchos”, declaró.
Por su parte, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, reconoció que existen “presiones de empresas europeas” para aliviar las sanciones contra Rusia y exigió endurecerlas, al poner en duda que las ya anunciadas estén funcionando tras el fortalecimiento experimentado por el rublo.
La moneda nacional rusa había sufrido una fuerte devaluación ante las represalias económicas impuestas por las potencias occidentales, pero en los últimos días logró apreciarse a los mismos niveles en los que estaba previos a la guerra gracias a un paquete de medidas ordenadas por el Kremlin.
“Todos los días, cientos de miles de ucranianos se despiertan con el temor de ser bombardeados por aviones rusos. Mientras tanto, Europa juega a la ruleta: primero anuncia sanciones más duras, un día después dice que no nos pasemos de la raya”, cuestionó el líder polaco.