La guerra en Ucrania atraviesa un momento crítico: Rusia intensificó sus ofensivas militares en dos frentes estratégicos, mientras Estados Unidos decidió suspender parcialmente el envío de armas clave para la defensa de Kiev. Frente a este nuevo escenario, Ucrania acelera los planes de producción conjunta de armamento con aliados europeos para reducir su dependencia externa y sostener sus defensas antes de la llegada del otoño.
En los últimos días, las fuerzas rusas redoblaron sus ataques en el este, en torno a Pokrovsk, y en el norte, en la región de Sumy, dispersando a las tropas ucranianas y amenazando con ampliar el teatro de operaciones. En Pokrovsk, un centro logístico clave, Rusia busca consolidar el control sobre la región de Donetsk y avanzar hacia Dnipropetrovski. En Sumy, los ataques incluyen bombardeos aéreos, drones y embestidas de infantería desde múltiples puntos de la frontera.
En este contexto, Washington anunció una pausa en el envío de sistemas como misiles Patriot, GMLRS, Hellfire, Stinger y Sparrow, proyectiles Howitzer y lanzagranadas AT-4. La medida responde, según el Pentágono, a la necesidad de preservar los arsenales estadounidenses. Elbridge Colby, subsecretario de política del Departamento de Defensa, afirmó que el objetivo sigue siendo apoyar a Ucrania, pero también garantizar la preparación de las fuerzas propias.
Críticas en el Congreso
La decisión fue duramente criticada en el Congreso estadounidense. “Los sistemas de defensa aérea como el Patriot son centrales para salvar vidas en Ucrania. No hay reemplazo inmediato para estas municiones”, advirtió la congresista Marcy Kaptur. Desde Kiev, el Ministerio de Relaciones Exteriores alertó que “cualquier retraso en el apoyo defensivo alentará al agresor a continuar la guerra, no a buscar la paz”.
En el terreno, la presión rusa obliga a Ucrania a maniobrar con recursos limitados. En Pokrovsk, el Kremlin intenta obtener una victoria de alto valor simbólico y estratégico, acercándose al dominio completo del Donbás. En Sumy, Ucrania busca contener a unos 60.000 combatientes rusos mediante ataques preventivos, incluso con incursiones en la región rusa de Kursk.
Esta estrategia, aunque efectiva para evitar refuerzos rusos en otros frentes como Donetsk, Zaporiyia o Jersón, ha sido cuestionada por los comandantes encargados de ejecutarla, debido al costo humano. A pesar de los esfuerzos, las tropas rusas lograron avanzar hasta siete kilómetros dentro de la región de Sumy desde varias direcciones.
Analistas señalan que Rusia busca maximizar sus avances territoriales antes de contemplar un alto el fuego. “El mejor escenario para Ucrania es detener el avance ruso en el Donbás y usar esa posición como base para negociar”, explicó el historiador militar Sergey Radchenko.
Ganar autonomía
Frente a la incertidumbre en torno al respaldo occidental, Ucrania busca ganar autonomía estratégica. Altos funcionarios confirmaron que ya están en marcha proyectos de producción de armamento de manera conjunta con países europeos, con el objetivo de abastecer a sus fuerzas y consolidar una base industrial propia en defensa.
Desde el Ministerio de Defensa de Ucrania aclararon que aún no recibieron confirmación formal de Washington sobre la suspensión de entregas, pero solicitaron una reunión urgente con sus contrapartes estadounidenses para revisar el estado de cada envío.
La situación se agrava mientras aumentan los ataques aéreos rusos sobre ciudades ucranianas, en un momento en que los esfuerzos diplomáticos para alcanzar un acuerdo de paz, liderados por Estados Unidos, permanecen estancados. La pausa en la ayuda militar, sumada al nuevo impulso de Moscú en el frente, complica la capacidad de resistencia ucraniana en una fase clave del conflicto.
La proximidad del otoño añade una presión adicional. El clima adverso y el terreno fangoso reducirán las operaciones a gran escala, por lo que ambos bandos buscan consolidar posiciones antes de ese momento. Ucrania necesita frenar el ritmo ofensivo ruso, conservar sus tropas y mantener abiertas las líneas de defensa. Rusia, en cambio, apunta a ampliar sus avanzadas territoriales para eventualmente negociar desde una posición de fuerza.
En este nuevo tablero, donde la ayuda estadounidense ya no es tan previsible, Kiev redefine su estrategia militar y económica. La producción conjunta con aliados europeos aparece como una vía urgente y necesaria para sostener el esfuerzo bélico y sentar las bases de una defensa más autónoma en el largo plazo.