Fue, probablemente, el momento en que Francisco se encontró con la mayor cantidad de cordobeses en una misma actividad durante todo su papado. El 27 de septiembre de 2023, en la sala Pablo VI del Vaticano, Bergoglio recibió a una delegación de hombres, mujeres y niños que habían llegado hasta la Santa Sede para acompañar la designación del arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, como cardenal.
Francisco, de amistad con Rossi desde la época de seminario en la Capital provincial, ya había comenzado a exhibir inconvenientes propios de la edad y batallaba contra una dolencia en una de sus rodillas, que lo obligaba a desplazarse en una silla de ruedas.
Unos 70 cordobeses lo esperaban en la sala. Entre ellos estaban el entonces intendente de Córdoba y gobernador electo, Martín Llaryora, y el vicegobernador y actual ministro de Gobierno, Manuel Calvo, que habían llegado a Roma para acompañar a Rossi en su unción como cardenal. Y, de paso, invitar al Papa para que visitara Córdoba.
El ingreso del Papa transformó la ansiedad en explosión. Bergoglio se mostró amable y no se privó de varias chanzas que hicieron blanco sobre Rossi: “Se fue (el antiguo cardenal de Córdoba Raúl Francisco) Primatesta y hacía falta otro cardenal. Y en el mercado, lo más decente que había era él”, dijo, para provocar las carcajadas.

Su aspecto era entonces el de una persona mayor limitada en sus movimientos, pero muy activa y con un espíritu alto. Ya habían comenzado a tejerse las más diversas teorías respecto de su real estado de salud, algo que en el Vaticano es moneda corriente, sea quien sea el pontífice, cuando la edad comienza a jugar su papel. De todos modos, Francisco siguió ejerciendo su papado con normalidad hasta esta crisis respiratoria que se cobró su vida.
El “Baaaaayín”
El encuentro con fieles y algunos periodistas se extendió unos 30 minutos e incluyó la clásica sesión de fotos. El Papa abandonó la silla de ruedas para decir unas palabras en las que agradeció la presencia de todos: “Gracias por haber venido y por acompañar a monseñor Rossi en este momento, que no es honra para él sino para Córdoba. Les mando una gracia de Dios para la ciudad y que sigan adelante”, dijo, en la parte “seria” de su alocución.
Luego volvió a concentrarse en gastar algunas bromas. Por ejemplo, contó que a Rossi lo apodaban “Bayín”, pero lo pronunció estirando la “a” para dar una tonada bien cordobesa, “Baaaaayín”... “Es que ustedes (los cordobeses) articulan todo”, rezongó en tono jocoso.
Al día siguiente, Rossi fue designado cardenal junto con otros 20 obispos, entre ellos dos argentinos más: el también cordobés Víctor Manuel “Tucho” Fernández y el bonaerense Luis Dri. Ellos se suman ahora al lote de purpurados que deberán elegir al sucesor de Francisco.