Centenares de líneas de investigación judicial y política se entrecruzan en un escenario saturado de teorías conspirativas en busca de establecer de manera fehaciente quiénes son los autores intelectuales y materiales del asalto al Capitolio perpetrado el 6 de enero de 2021.
El cerco parece ceñirse cada vez más en torno al expresidente Donald Trump, quien niega las acusaciones en su contra y las atribuye a los que le “robaron la presidencia” con elecciones fraudulentas e intentan ahora por todos los medios que jamás retorne al poder, según sus propias conjeturas.
Hasta la fecha, la Oficina del Fiscal Federal para el Distrito de Columbia (a cargo de la pesquisa principal) presentó cargos contra unas 700 personas residentes a lo largo y ancho de Estados Unidos por supuestos delitos que van desde atacar físicamente a policías hasta impedirles el ejercicio de sus funciones, pasando por la destrucción de propiedades del Estado e ingresar de manera violenta a un edificio de acceso restringido.
Entre los acusados, sólo 150 asumieron alguna culpa, según el Departamento de Justicia estadounidense.
Uno de los que llegaron a un acuerdo con la fiscalía y se declaró responsable de obstruir un procedimiento oficial durante la sesión del Congreso es la cara más visible de la sedición: Jake Angeli (34). Se trata del activista de extrema derecha y teórico de la conspiración estadounidense que ingresó al Parlamento disfrazado de bisonte, con el torso desnudo y cubierto de tatuajes.
Recibió una condena de 41 meses de prisión.
