En el discurso que realizó por haber transcurrido un año de gobierno, el presidente Milei planteó como siguiente paso una reforma impositiva estructural que devuelva a las provincias su autonomía impositiva. Este planteo surge porque, con la actual Ley de Coparticipación, el Estado Nacional es el encargado de recaudar la mayor parte de los impuestos (IVA y Ganancias, principalmente) para luego distribuirlos entre el nivel nacional y el conjunto de las provincias según parámetros fijos.
Esta Ley de Coparticipación había surgido como algo transitorio durante el final del gobierno de Alfonsín, y se suponía que iba a estar vigente hasta 1989, pero se extendió hasta el día de hoy. Por lo tanto, lo que el presidente propone es volver al esquema originalmente previsto en la Constitución que consiste en que cada jurisdicción cobre impuestos a sus habitantes para financiar su gasto público.
De la coparticipación al autofinanciamiento
La Coparticipación implica una enorme concentración de recursos a nivel central que es incompatible con un régimen federal y que, además, no genera incentivos a que las provincias se desarrollen porque el dinero repartido no está condicionado a que logren resultados medibles.
Por lo tanto, devolverle la autonomía impositiva a las provincias es una propuesta pertinente de cara al futuro para lograr un crecimiento más equitativo y sostenible porque incentiva a las provincias a atraer inversiones y desarrollarse. Una forma de llevarlo a cabo es modificando la actual distribución de IVA y Ganancias, que son los dos principales impuestos nacionales.
Según datos del Ministerio de Economía para 2024, el IVA recauda el 6,7% del PBI. De este total, el 3,1% corresponde a la Nación y el 3,6% se reparte a las provincias. Por otro lado, el Impuesto a las Ganancias recauda el 4,3% del PBI, de los cuales el 1,6% va a la Nación y el 2,7% a las provincias. En conjunto, ambos impuestos suman aproximadamente el 11% del PBI, distribuyéndose en un 4,7% para la Nación y un 6,3% para las provincias.
Esto sugiere que es posible avanzar hacia una mayor autonomía tributaria provincial sin necesidad de grandes transformaciones, asignando la totalidad del IVA a las provincias y la totalidad de Ganancias a la Nación. De esta forma, la Nación recibiría el 4,3% del PBI de Ganancias, similar al 4,7% que recibe hoy por coparticipación, y las provincias recibirían el 6,7% del PBI recaudado con el IVA, comparable al 6,3% actual.
¿Con qué medidas acompañar la autonomía impositiva provincial?
Una reforma impositiva estructural, como la que mencionó Milei en su discurso, debe incluir también transformaciones que simplifiquen la actual maraña de impuestos. Hoy conviven más de 160 tributos que se superponen entre los diferentes niveles de gobierno y que gravan varias veces el mismo hecho imponible.
Una importante simplificación impositiva sería avanzar hacia la unificación del IVA con ingresos brutos y las tasas de industria y comercio municipales porque gravan el mismo hecho imponible, que son las ventas. La alícuota final sería superior al 21% actual pero solamente porque se estaría transparentando la actual presión tributaria que surge de la suma de los tres impuestos. Esto sería mucho más sencillo de implementarse bajo un sistema como el planteado en donde las provincias recauden la totalidad del IVA y la Nación recaude Ganancias.
Así, cada provincia se quedaría con el “súper IVA” generado en su territorio, lo que fomentaría el desarrollo. Para las provincias más rezagadas del norte se debería garantizar la continuidad de los recursos que hoy disponen a través de un Fondo de Convergencia temporal y sujeto a políticas de desarrollo.