La baja de la inflación abrió la puerta a un debate que ya no puede esperar: cómo hacer más competitiva la economía argentina. La estabilidad expuso debilidades que venían ocultas: muchas empresas se enfocaban en sobrevivir más que en ser eficientes, pero ahora deben poner el foco en mejorar la productividad.
Uno de los principales obstáculos sigue siendo la estructura impositiva actual. El Impuesto sobre los Ingresos Brutos y las tasas municipales son altamente distorsivos. Penalizan la producción y generan sobrecostos que afectan directamente al empleo y al desarrollo.
Frente a esto, surge una propuesta concreta: reemplazar estos impuestos por un “súper IVA”. La idea es crear un tributo único, amplio y transparente que absorba Ingresos Brutos y tasas municipales y que se convierta en la principal fuente de financiamiento de provincias y de municipios.
La lógica detrás del “súper IVA” es simple: simplificar el sistema y mejorar los incentivos económicos sin sacrificar la recaudación.
Esta no es una idea nueva ni improvisada: el Gobierno está evaluando esta posibilidad en el marco de debates previos sobre cómo modernizar y hacer más eficiente el esquema tributario.
El problema es que Argentina no es homogénea. Mientras algunas provincias tienen estructuras productivas robustas, otras –especialmente del norte y el nordeste– carecen de una base económica que les permita sostener sus finanzas con este nuevo esquema sin aplicar alícuotas exorbitantes.
Realidad federal: un país desigual, pero manejable
Según datos del Ministerio de Economía, 16 provincias concentran solo el 20% del PIB, el 31% de la población y el 22% de los hogares urbanos en situación de pobreza. Aunque son muchas en cantidad, su peso económico y demográfico es limitado. Esto permite plantear una solución concreta y acotada al problema de fondo.
Las ocho jurisdicciones más desarrolladas (Caba, Buenos Aires, Chubut, Córdoba, Mendoza, Neuquén, Santa Cruz y Santa Fe) pueden autofinanciarse mediante el “súper IVA” sin mayores complicaciones.
Para las restantes, el Estado nacional puede implementar un Fondo de Nivelación que garantice que ninguna jurisdicción pierda ingresos en la transición.
Este fondo, estimado en no más del 1,5% del PIB, sería mucho más eficiente que el actual sistema de coparticipación. Representaría solo una quinta parte de los fondos que hoy se reparten bajo ese esquema. Además, sus transferencias podrían estar sujetas al cumplimiento de metas fiscales y planes de desarrollo regional, lo que lo haría no solo equitativo, sino estratégico.
Avanzar hacia la correspondencia fiscal
La propuesta del “súper IVA” no solo es viable, sino urgente. Permite ordenar el sistema tributario, eliminar distorsiones, dar previsibilidad a la inversión y aumentar la autonomía provincial. También introduce un principio fundamental: la correspondencia fiscal, es decir, que cada provincia tienda a financiarse con lo que recauda de sus propios ciudadanos.
Esto no significa abandonar a las provincias más débiles económicamente. Significa tratarlas con criterio, dándoles herramientas para crecer, pero condicionadas a la obtención de resultados medibles. En vez de un sistema de reparto automático, como la coparticipación, se propone un mecanismo que premie el esfuerzo y el desarrollo.
La transición requiere voluntad política, pero no es desmesurada. La mayoría del país puede adaptarse de forma inmediata. Y las provincias rezagadas pueden hacerlo con apoyo focalizado, sin comprometer las cuentas nacionales.
En definitiva, el “súper IVA” no es solo una reforma tributaria. Es un paso clave para construir una Argentina más competitiva, más equitativa y más federal.
*Economista de Idesa